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¿Qué es la disbiosis intestinal y cuál es su relación con la inflamación?

Investigación y Tecnología

El uso prolongado de antibióticos puede provocar la disbiosis intestinal

La disbiosis podría contribuir a trastornos neuropsiquiátricos como la depresión y la ansiedad

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Disbiosis intestinal / Freepik

La disbiosis intestinal es un desequilibrio que se produce en la composición y función de la microbiota intestinal, que es el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto digestivo humano el cual tiene un papel fundamental en nuestra salud de modo general. El funcionamiento de la microbiota implica funciones como la digestión, la producción de vitaminas, la regulación del sistema inmunológico y la protección contra patógenos.

Sin embargo, cuando esta se altera, surgen problemas que pueden afectar no solo al sistema digestivo, sino también a otros sistemas del cuerpo, debido a que el intestino está estrechamente relacionado con el bienestar inmunológico y metabólico. Así que hay muchos factores que pueden intervenir en que se produzca disbiosis intestinal.

Factores que producen la disbiosis intestinal

Uno de las causas que justifican la aparición la disbiosis se debe al uso prolongado de antibióticos, que pueden eliminar tanto bacterias beneficiosas como patógenas. Pero también una dieta inadecuada rica en alimentos ultraprocesados y baja en fibra, vivir en un estado de estrés crónico, así como otras enfermedades crónicas como la diabetes o el síndrome metabólico, respectivamente. Este desequilibrio puede presentarse en nuestro organismo de diferentes maneras, dejando ver una sintomatología que se caracteriza por una inflamación, gases, diarrea, estreñimiento y malestar abdominal, aunque en algunos casos la disbiosis puede ser asintomática.

"La alimentación es uno de los pilares fundamentales del tratamiento de la disbiosis intestinal"

La inflamación es uno de los aspectos más relevantes de la disbiosis intestinal. En condiciones normales, cuando la microbiota está equilibrada nuestro organismo mantiene una barrera intestinal saludable, la cual impide que las bacterias y otros elementos lleguen al torrente sanguíneo. Pero cuando esa barrera se ve comprometida, como sucede en la disbiosis, los productos bacterianos como los lipopolisacáridos (LPS) pueden atravesar el epitelio intestinal, teniendo como consecuencia, una respuesta inflamatoria en todo el organismo.

La disbiosis no solo está en el intestino

Aunque lo normal es que esté relacionada con el intestino, no es la única parte del cuerpo donde se localiza ya que es una enfermedad que puede contribuir a una amplia variedad de enfermedades inflamatorias crónicas. Un área de investigación clave en este campo ha sido el papel de la disbiosis en el desarrollo de trastornos metabólicos, como la obesidad y la diabetes tipo 2.

Diversos estudios han evidenciado que las personas con estas condiciones tienden a tener una microbiota intestinal alterada en comparación con personas que no tienen patologías, por lo que las bacterias intestinales en desequilibrio pueden promover un estado inflamatorio de bajo grado, lo cual puede alterar la sensibilidad a la insulina, favoreciendo así la resistencia a la insulina, una característica clave de la diabetes tipo 2.

Por lo que respecta a las enfermedades autoinmunes, también se ha observado que la disbiosis intestinal juega un papel importante. Condiciones como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, ambas pertenecientes al espectro de las enfermedades inflamatorias intestinales, han sido vinculadas a alteraciones en la microbiota intestinal.

Además, hay una creciente evidencia de que la disbiosis intestinal puede estar vinculada a trastornos neurológicos a través del denominado eje intestino-cerebro, ya que hace referencia a la compleja interacción bidireccional entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal, donde la microbiota intestinal desempeña un papel crucial.

Estudios recientes han sugerido que la inflamación crónica derivada de la disbiosis podría contribuir a trastornos neuropsiquiátricos como la depresión y la ansiedad, posiblemente mediante la activación del sistema inmunológico y la producción de citoquinas proinflamatorias que afectan al cerebro.

Tratamiento para la disbiosis

El tratamiento de la disbiosis y la inflamación asociada implica abordar tanto el desequilibrio microbiano como sus consecuencias en el organismo. La intervención dietética es uno de los pilares fundamentales del tratamiento la cual debe incluir fibra que encontramos en frutas, verduras, legumbres y granos enteros, ya que fomentan el crecimiento de bacterias beneficiosas, en particular aquellas que producen ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, que refuerzan la barrera intestinal y modulan la respuesta inmune gracias a sus propiedades antiinflamatorias.

Además, el uso de probióticos, que son microorganismos vivos con efectos beneficiosos para la salud, puede ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota. El uso de prebióticos, que son compuestos que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas, y los simbióticos, que combinan probióticos y prebióticos, también ha mostrado ser tratamientos efectivos a la hora de restaurar la microbiota intestinal y la reducción de la inflamación.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que los tratamientos que se prescriben, se llevan a cabo de manera personal porque cada enfermedad tiene una circunstancia y, por ejemplo, se han dado casos en los que ha sido necesario recurrir a intervenciones más específicas, como los trasplantes de microbiota fecal, ya que han demostrado ser eficaces en el tratamiento de infecciones recurrentes por Clostridioides difficile y están siendo estudiados para otras afecciones relacionadas con la disbiosis.

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