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Navidad
La NavidadNavidad es sinónimo de ilusión, reencuentros, fiestas y tradiciones llenas de felicidad y sentimientos alegres. Las calles llenas de gente, las luces de colores, los villancicos... todo puede resultar incluso empalagoso. Sin embargo, pese a ser la festividad más emocionante y esperada para muchos, la Navidad puede producir sentimientos contrarios de tristeza, mal humor y depresión. Una aversión que nos enseñó el 'Grinch' y que técnicamente, según la denominan los expertos, se conoce como la 'depresión blanca'. Este síndrome 'temporal' suele ocurrir en aquellos que no han tenido vivencias agradables o felices a nivel familiar durante estas fechas, aunque lo más curioso es que puede ocurrir en personas que tienen un concepto bonito y agradable de la Navidad. ¿Por qué se produce este fenómeno? ¿Qué componentes 'ocultos' tiene la Navidad que pueden producir tristeza y desasosiego?
Los especialistas barajan el desarrollo de estos 'síntomas' a causa de varios factores. Por un lado, existe otro trastorno ligado con la estacionalidad, y sus condiciones climatológicas, que pueden inducirnos a generar estas emociones negativas. En este caso, se debe a los bajos niveles de melatonina que puede provocarnos la falta de nuestro querido Rey sol. Asimismo la serotonina, hormona de la felicidad, también suele decaer debido a la falta de horas de luz y provocarnos cambios cerebrales que repercuten en nuestro estado de ánimo. Sin embargo, pese a que la 'depresión blanca' comparte nostalgia con este trastorno estacional, su desarrollo tiene más que ver con las convenciones sociales y el simbolismo tan profundo de esta época. Cumplir con todas estas expectativas puede generar frustración y malestar incluso en aquellos que tienen un buen concepto de estas fiestas.
Existen varios motivos, algunos ya mencionados, por los que se produce este síndrome. Pero los principales tienen que ver con la conexión con sentimientos profundos y relacionales latentes que lleva consigo la Navidad. Las expectativas pueden ser grandes enemigas durante esta etapa ya que las representaciones constantes de la felicidad e incluso los escenarios de ilusión con los que representamos la Navidad en nuestras mentes, pueden producir cierta presión o frustración sino se reproducen de la misma manera que se imaginan.
Asimismo, los sentimientos primarios a los que aspira cualquier ser humano, de aceptación y unión familiar, pueden llevar a estados emocionales agotadores o producir una tristeza profunda en aquellos que no tienen este tipo de relaciones familiares. En este sentido, si las personas se encuentran atravesando una mala etapa, como una muerte o una ruptura, la Navidad y sus estímulos constantes de felicidad y amor pueden desbloquear recuerdos y sentimientos que producen el efecto contrario.
De hecho, tanto en aquellos que no tienen vínculos 'estereotipados' como en el caso de personas mayores, la soledad se acentúa durante esta época. Un dato curioso es que los jóvenes, desde el auge de las redes sociales, también experimentan este tipo de soledad debido a la exposición a imágenes constantes de personas que comparten sus celebraciones y estampas idílicas.
Esta sensación de vacío, según han afirmado varias investigaciones, suele producir una mayor tasa de suicidiosmayor tasa de suicidios tanto en Navidad como en las semanas posteriores. Ambos datos estarían relacionados con la soledad y el desasosiego que pueden producir todos estos factores emocionales y de presión social en el trascurso de las fiestas, como el hecho de no haber cumplido las expectativas o tener un profundo desánimo una vez se terminan.
Por otro lado, si sumamos a todo lo mencionado los gastos extra, la obligación de asistencia a ciertos compromisos sociales y la presión de tener una casa perfectamente decorada y ambientada, puede provocar ansiedad y presión tanto en amantes como en detractores. El perfeccionismo produce estrés emocional y nos hace más vulnerables. Además, ir de compras compraso asumir gastos tan elevados durante estas fechas puede resultar una actividad poco lúdica de aglomeraciones, estrés y necesidad de cumplir los deseos de los que están alrededor (más aún si hay niños). En el otro extremo, puede ser la promoción del consumismo la que cause malestar a personas con menos recursos que no pueden permitirse seguir esta corriente o permitirse ciertos 'lujos'.
Los expertos señalan que este trastorno puede ser crónico, pero transitorio, en muchas de las personas que lo padecen o que ya tienen interiorizado ese concepto de la Navidad. También puede aparecer de manera puntual en algún momento concreto de la vida por las circunstancias que se estén atravesando. Eso sí, aunque no existe un tratamiento concreto, hay estrategias que pueden minimizar su impacto. En resumidas cuentas, los psicólogos recomiendan:
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