La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Investigación y Tecnología
"Tengo estrés". Muchas veces decimos esta frase sin pensar y sin ser conscientes de todo lo que hay detrás, sino que lo decimos cuando nos vemos sobrepasados por el día a día, pero hay mucho más. Estar estresado y más si se pasa mucho tiempo seguido en este estado, trae muchos problemas para la salud que, normalmente, no se suele tomar en serio.
El estrés agudo, en cierta manera, es bueno porque es una respuesta que tienen las personas para adaptarse a diferentes situaciones. Este es el que se tiene por la mañana, es decir, la etapa del día en la que hay una mayor concentración de cortisol en sangre que, a su vez, es la hormona responsable del estrés y va variando a lo largo del día.
Encuentra su máximo nivel a las 8 de la mañana, se mantiene durante toda la jornada y va disminuyendo de forma ligera por la noche y durante las primeras fases del sueño. Esto es lo que dice la teoría, pero no siempre es así porque hay personas que viven permanentemente en un estado de estrés y cuando se convierte en crónico y es excesivo provoca impactos negativos en la salud.
El síndrome de Cushing es un trastorno hormonal causado por la exposición prolongada a un exceso de la hormona de cortisol en sangre y a esto se le conoce como hipercortisolemia que quiere decir que la liberación de cortisol continúa mucho después de pasar por periodos estresantes.
La hormona está relacionada con el estrés y su liberación continúa muchas horas después de atravesar una situación estresante. Se distribuye a fluidos como la saliva, el líquido cefalorraquídeo, el sudor, el cabello y la orina.
El cortisol está presente en prácticamente todo el organismo, por lo que consigue equilibrar los niveles de glucemia (azúcar), agua y sal, controla el ciclo de sueño-vigilia, aporta energía para afrontar situaciones de estrés y contribuye a la memoria y concentración. Esto quiere decir que si tienes déficit de cortisol, todas estas funciones quedarían alteradas.
No hay órgano que no se encuentre afectado por la hormona del cortisol. De ahí, su creciente participación en la vida de la persona regulando el metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas, condicionando la respuesta inmunitaria y controlando la presión arterial.
Cuando el cortisol se encuentra elevado, ya sea por la propia producción del cuerpo o por el uso prolongado de corticoides que se prescriben como tratamientos a algunas enfermedades, es cuando se produce el síndrome de Cushing. Y aunque las causas son diferentes, los síntomas son similares.
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