Cinco mitos sobre el síndrome de Down
Día Mundial del Síndrome de Down
Estas falsas creencias no solo generan barreras para la inclusión, sino que también limitan las oportunidades de aquellos que tienen tanto por ofrecer
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Cuando se escucha hablar del síndrome de Down, solemos poner en nuestra cabeza una imagen preconcebida de este concepto, una idea que ha sido construida a partir de estereotipos y desinformación. Pero más allá de las etiquetas, el síndrome de Down no es una enfermedad, ni una sentencia, ni una limitación absoluta. Es una condición genética que afecta a millones de personas en el mundo, y, sobre todo, es una parte del ser de quienes la tienen.
Cada persona con síndrome de Down es única, con sus propios sueños, capacidades y deseos. Sin embargo, a lo largo de los años, la sociedad ha tejido una serie de mitos que distorsionan la realidad de estas personas y sus familias. Estas falsas creencias no solo generan barreras para la inclusión, sino que también limitan las oportunidades de aquellos que tienen tanto por ofrecer. Hoy queremos romper esos mitos, abrir los ojos a la realidad y recordar que el amor, la perseverancia y la aceptación son las verdaderas claves para comprender el síndrome de Down.
El mito de la eterna infancia
Uno de los conceptos erróneos más arraigados es la idea de que las personas con síndrome de Down son "eternos niños", que viven en un estado perpetuo de ingenuidad e inocencia. La realidad es que, como cualquier otra persona, crecen, maduran y experimentan un amplio espectro de emociones y pensamientos. Pueden enamorarse, desear independencia, enfrentar frustraciones y tener metas personales y profesionales. Reducir su existencia a una infancia prolongada les niega la posibilidad de ser vistos como los adultos que son, con todas sus aspiraciones y capacidades.
El mito de la incapacidad de aprender
Otra creencia extendida es que las personas con síndrome de Down no pueden aprender o desarrollar habilidades complejas. Nada más alejado de la verdad. Si bien es cierto que pueden enfrentar ciertos desafíos en el aprendizaje, también es verdad que, con el apoyo adecuado y un ambiente inclusivo, pueden lograr grandes avances académicos y profesionales. Muchos han completado estudios universitarios, aprendido varios idiomas, manejado tecnología y desempeñado trabajos de gran responsabilidad. Lo que necesitan no es lástima, sino oportunidades y confianza en sus capacidades.
El mito de la exclusión laboral
Durante mucho tiempo se creyó que las personas con síndrome de Down no podían trabajar, ni ser independientes. La realidad demuestra lo contrario. Con los apoyos adecuados, pueden desempeñar distintos tipos de trabajos, desde arte y gastronomía hasta oficinas y empresas. En la actualidad, muchas empresas que reconocen la dedicación y el esfuerzo de estas personas trabajadoras, quienes aportan talento y compromiso en sus actividades laborales. Lo que necesitan no es que se les subestime, sino que se les brinde la oportunidad de demostrar su valía.
El mito de la carga familiar
Algunas personas creen que tener un hijo con síndrome de Down es una carga insuperable para una familia. Si bien el camino puede presentar desafíos, también está lleno de momentos de alegría, enseñanza y amor incondicional. Muchas familias descubren que el crecimiento personal que experimentan junto a su ser querido con síndrome de Down enriquece sus vidas de formas inimaginables. No es una carga, es una experiencia de amor y aprendizaje mutuo.
El mito de la corta esperanza de vida
Según la Asociación Síndrome de Down de Lugo, "la esperanza de la vida de las personas con síndrome de Down ha aumentado notablemente en los últimos años, como consecuencia de una mayor y mejor prevención y tratamiento de sus problemas de salud. Su esperanza de vida actual ronda los 65 años y probablemente se incremente en las próximas décadas".
Abriendo los ojos a la realidad
Romper los mitos en torno al síndrome de Down es un paso esencial hacia una sociedad más inclusiva y justa. No es la condición genética la que limita, sino la falta de oportunidades y el peso de los prejuicios. Es momento de ver más allá de las etiquetas, de escuchar las historias reales y de abrir espacios donde cada persona, sin importar su condición, tenga la posibilidad de crecer, desarrollarse y ser quien realmente es.
Las personas con síndrome de Down no necesitan compasión, necesitan respeto, amor y un lugar en la sociedad donde se les reconozca por su verdadero valor. Dejemos atrás los mitos y abracemos la verdad: todos tenemos algo único que aportar al mundo.
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