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Así afecta a la calidad de vida tener dolor pélvico crónico: aprende a reconocer sus síntomas

Investigación y Tecnología

El dolor pélvico crónico afecta a un 25% de mujeres y a un 17% de hombres

Es necesario conocer el origen para poder poner un tratamiento eficaz

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Mujer con dolor pélvico.

El dolor pélvico crónico (DPC) es un malestar persistente en la región pélvica, que se define como dolor en el área inferior del abdomen o la pelvis que dura seis meses o más y afecta a un 25% de mujeres y a un 17% de hombres.

Es un dolor que se caracteriza principalmente por ser agudo, punzante, sordo, o como una sensación de presión y puede presentarse en un solo lado de la pelvis o en ambos. Muchas mujeres con DPC experimentan dolor durante o después de las relaciones sexuales, lo cual puede afectar negativamente su vida sexual y sus relaciones íntimas.

También es un dolor que suele estar asociado al ciclo menstrual, es decir, que empeora durante este periodo y además, pueden presentar dolor al orinar, así como también aumentar la frecuencia o la urgencia con la que ir al baño. El dolor pélvico crónico puede estar acompañado de síntomas gastrointestinales como dolor al defecar, estreñimiento, o diarrea.

Causas del dolor pélvico crónico

Según afirma la Clínica Universidad de Navarra, "Lo primero que hay que establecer es cuál es el origen del dolor para lograr que el tratamiento sea eficaz". En este sentido, los pacientes pueden mostrar un crecimiento de los tejidos similar al endometrio fuera del útero, que puede causar dolor severo, especialmente durante la menstruación.

Podemos encontrarnos, por tanto, con una infección del tracto reproductivo que puede causar cicatrices y dolor crónico, además de influir en el aspecto gastrointestinal originando dolor abdominal, hinchazón o cambios en los hábitos intestinales. ¿Notas como una molestia en los puntos gatillo de los músculos de la pelvis? Se debe a la una inflamación crónica en la zona de la vejiga que puede venir acompañado, además, por quistes ováricos, fibromas uterinos, y varices pélvicas.

Tratamiento

Al tener diferentes orígenes y causas, el dolor pélvico crónico también tiene diferentes tratamientos. Pueden ser tanto farmacológicos como psicológicos.

Los profesionales pueden recetar tanto los de venta libre como son el paracetamol y el ibuprofeno cuando el dolor es de leve a moderado o los opioides, para los casos más severos.

Debido a que el dolor pélvico crónico afecta a la regularidad del ciclo menstrual, se pueden recetar píldoras, parches o DIU para regularlo.

Pueden ser antibióticos para las infecciones, antidepresivos tricíclicos y anticonvulsivos para el dolor neuropático, medicamentos para el síndrome del intestino irritable, tratamientos para la cistitis intersticial como medicamentos orales y lavados de vejiga.

Ejercicios y estiramientos fisioterapéuticos para fortalecer músculos del suelo pélvico, así como también masajes y manipulación de puntos gatillo para aliviar tensión.

Este tratamiento puede incluir la lamparoscopia con la que se visualiza y trata la endometriosis y otras adherencias pélvicas. Y también, la histerectomía que consiste en la remoción del útero en casos graves de fibromas o adenomiosis.

El dolor pélvico crónico también tiene una repercusión en la salud mental debido a su impacto en la calidad de vida. Por eso, es necesario incluir terapias psicológicas como la cognitivo-conductual en la que se trabaja con estrategias para manejar el dolor y reducir el estrés emocional.

El paciente también cuenta con apoyo para lidiar con la ansiedad y la depresión asociadas a la enfermedad.

En esta parte de la terapia incluye ejercicio de manera regular con la idea de mejorar la circulación, reducir la inflamación y fortalecer los músculos del suelo pélvico.

Llevar una alimentación equilibrada rica en fibras y nutrientes para mejorar función intestinal y reducir síntomas del síndrome del intestino irritable. Además es importante tener una buena hidratación ya que ayuda a prevenir los problemas urinarios y a mejorar la salud general.

Incluir técnicas de manejo del estrés como el yoga, la meditación y el mindfulness para reducir estrés y mejorar percepción del dolor.

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