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Así son los "antipropósitos", una forma de evitar el coste emocional de no cumplir con lo propuesto para el año nuevo

Investigación y Tecnología

El propósito es algo muy personal y debería haber tantos propósitos como seres humanos porque cada persona es distinta

Una de las razones principales por las que los propósitos se abandonan en el año nuevo es porque son demasiado inconcretos, demasiado optimistas y poco medibles

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Todos los años antes de que acabe el viejo año, la mayoría de las personas hace balance de lo que ha sido el anterior, quieren cerrarlo y dejar atrás tanto lo cumplido como lo que se ha "quedado en el tintero". Se abre paso a todo un ciclo de 365 días para cumplir lo que hace tiempo querías hacer o lo que se te quedó pendiente. El problema es que muchas veces a estas alturas de enero muchas de las ideas que te habías propuesto se han quedado en el camino.

Enric Soler Labajos, psicólogo relacional y tutor del grado de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) da una respuesta a por qué los propósitos no funcionan. "El propósito es algo muy personal y debería haber tantos propósitos como seres humanos porque cada persona es distinta, pero a menudo nos planteamos propósitos inapropiados. Cuanto más genérico sea nuestro propósito, más probabilidades tiene de fracasar".

Esta sensación de "fracaso" puede desestabilizarte emocionalmente, pero hay una solución que puedes poner en marcha. Se llama antipropósitos que, aunque no hay una definición oficial, se refiere a aquellas acciones y planificaciones concretas que se utilizan con el fin de abandonar un hábito concreto o una rutina que no hace bien a la persona.

Una de las razones principales por las que los propósitos se abandonan en el año nuevo es porque son demasiado generalistas y poco concretos. "En el ranquin de los propósitos de Año Nuevo ganan por goleada hacer deporte, estudiar un idioma, hacer dieta o dejar de fumar. Estos propósitos son demasiado genéricos, poco concretos. Parecen los propósitos-comodín para quien no se quiera plantear un auténtico propósito personal. En cambio", propone Soler Labajos, "si te planteas dejar de consumir zumos envasados, dejarás de ingerir grandes cantidades de azúcar y el resultado te puede sorprender en el ámbito dietético".

Coste emocional

Los antipropósitos suponen una liberación para la persona que decide llevarlo a cabo. Es un acto voluntario que cuesta trabajo, pero que te aleja del estrés y hace que te sientas bien, quitándote de encima toda culpa que te genera el no cumplimiento con lo propuesto. A diferencia de las metas propuestas, el antipropósito es más concreto, por ejemplo, en vez de poner en tu lista "adelgazar" que es un concepto que podría abarcar muchas cosas, puedes proponerte algo más factible como el dejar de obsesionarte con tu aspecto físico y, sobre todo, que eso deje de condicionar tu vida hasta el punto de perjudicar tu bienestar emocional.

"Con el objetivo de facilitar el cumplimiento de las intenciones marcadas, los antipropósitos actúan como una forma de evitar el estrés autoimpuesto adicional al del propio propósito, en el que cada año tropiezan muchas personas", aconseja el experto de la UOC, quien explica que "es más fácil liberarse de dinámicas que no te aportan nada, o incluso te perjudican, que adquirir nuevas para compensar las ya adquiridas que no te gratifican".

Si los antipropósitos no están bien definidos, no son realistas ni mesurables, "puedes dar por hecho que lo que tienes garantizado es un despropósito", advierte el experto de la UOC.

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