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La práctica de ejercicio regular y moderada es muy beneficiosa para las personas tanto para el aspecto físico como el mental ya que es una manera de reforzar el sistema inmunitario, a través de la estimulación de los leucocitos los cuales cumplen funciones defensivas del organismo.
Sin embargo, una práctica deportiva intensa puede tener efectos contraproducentes y más si esa intensidad se lleva a cabo durante mucho tiempo. En este sentido, puede afectar las defensas al poco tiempo después de empezar con la rutina, repercutiendo negativamente en el sistema inmunológico ya que baja la cantidad de producción de leucocitos y aumentan las probabilidades de sufrir infecciones.
Por el contrario, si la actividad física es moderada, podrás observar en un periodo de tiempo medio o, más bien largo, que las defensas aumentan y puedes hacerle frente a enfermedades infecciosas. Así que, la repercusión positiva o negativa que va a tener la práctica deportiva en tu sistema inmunológico va a depender de la intensidad con la que trabajes durante el deporte. Si encuentras un equilibrio, tendrás mayores garantías de protección.
Hay veces en las que el deporte puede perjudicar el sistema inmunitario ya que los ejercicios demasiado fuertes puede disminuir la respuesta inmunitaria, alterando las hormonas del estrés con la consecuente reacción de contraer enfermedades. Sin embargo, un estudio aclara que esta teoría es un mito.
Si bien es cierto que la actividad intensa provoca un estrés, este estado dura poco tiempo ya que se trata de un estrés controlado que dista mucho de los efectos que produce el estrés del día a día el cual es mucho más perjudicial para la salud mental.
El ejercicio intenso activa las células T del sistema inmunitario que son las encargadas de librarnos de las células que han sido infectadas por un virus. El ejercicio intenso de corta duración, es decir menos de una hora, tiene un efecto modulador de las citoquinas, que son los mensajeros químicos de la inflamación en el cuerpo.
El ejercicio regular y moderado puede ser beneficioso para fortalecer el sistema inmunológico, mientras que el descanso y la recuperación son igualmente importantes para evitar el agotamiento y el estrés físico, que pueden afectar negativamente la respuesta inmunológica. De ahí, la recomendación de interrumpir la actividad durante el periodo de una convalecencia o por resfriado.
Además, otros hábitos saludables, como una dieta equilibrada, un buen sueño y la reducción del estrés, también desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de un sistema inmunológico fuerte, por lo que un estilo de vida saludable es el resultado de una combinación de estos factores.
Es importante tener en cuenta que las personas deben adaptar su rutina de ejercicio según su condición física y salud general. El ejercicio moderado puede mejorar la función del sistema inmunológico al promover la circulación de células inmunitarias, reduce la inflamación crónica y mejora la respuesta del cuerpo a las infecciones. Sin embargo, el exceso de ejercicio intenso y prolongado, especialmente sin el debido descanso, puede tener el efecto contrario, debilitando temporalmente el sistema inmunológico y aumentando el riesgo de infecciones.
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