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La Navidad es una época de cambios, sobre todo de rutinas. Termina el año y empezamos a hacer balance de todo lo que ha sucedido, de los propósitos de año nuevo, de traer nuevas cosas a tu vida y de eliminar las que no hacen falta.
Entre esa limpieza, sobre todo emocional, hay un 26% que decide romper su matrimonio. Es un mes de agenda apretada, de muchos compromisos extra familiares, comidas de empresa y otros planes varios que le restan tiempo a la vida en pareja. Aumenta la distancia, las discusiones y cambian las prioridades.
Para muchas parejas, el cambio de rutina es presentarse a un nuevo reto, en el que la Navidad supone un gran estrés con la cantidad de planes con los que quieren llevar a cabo, tales como, encuentros familiares no deseados, pero con los que "hay que cumplir" porque así lo manda la tradición. Todo esto puede crear más tensión y más discusiones de la cuenta.
Cuando se va acercando el final de año y de cara a uno nuevo que comienza, las personas empiezan a preguntarse cosas como "¿Soy feliz?" o "¿Esto es lo que quiero?". Si están en pareja, a veces se cuestionan si esa es la persona con la que quieren estar.
¿Por qué te lo planteas en Navidad? Porque tienes más tiempo para estar con tu pareja y también para pensar. Entre tanta reflexión, las personas se dan cuenta de que no tienen en común con sus parejas nada más que una rutina compartida, a veces con hijos y por la que se han dejado arrastrar. Pero cuando les toca pasar tiempo juntos, no saben como hacerlo y ni siquiera saben de qué hablar.
Muchas veces ni se aguantan, ni aguantan a sus familiares, pero es lo que llevan haciendo durante mucho tiempo y lo hacen porque se dejan llevar por la época.
Muchas personas cuando están estresadas buscan aislarse o están más tiempo calladas. Es un buen momento para ser compresivo con tu pareja, empoderar la empatía y comprender que es perfectamente lícito que tu pareja se sienta estresada y no tiene por qué esconderlo. Es completamente normal que busque intimidad y lo comparte contigo. Además, tiene derecho a vivirlo así, pero eso no quiere decir que quiera romper la relación.
Luego le toca a la persona que quiere aislamiento comprender que su pareja también necesita atención y que, el hecho de tener momentos en soledad, es perfectamente compatible con compartir otros momentos de relaciones sociales en los que se incluya a la pareja. Es una comprensión y empatía recíproca dentro de la pareja. Si esto se entiende y se respeta, la relación puede ser fantástica.
Las cosas no son blanco o negro. La psicóloga de Avance Psicólogos, Laura Palomares, asegura que “es normal tener sentimientos opuestos en un momento determinado. Es decir, puedes estar triste y a la vez tener alegría o agradecimiento en una celebración”.
Si se encuentra un equilibrio entre todo lo que se quiere y se respetan las necesidades de cada uno, la relación no tiene por qué acabar mal. Es más puede salir fortalecida.
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