Así actúa nuestro cerebro cuando notamos que alguien nos está mirando (aunque no veamos a esa persona)

Investigación y Tecnología

La escopaestesia es la sensación de que alguien te está mirando, incluso sin ver directamente a la persona que lo hace

Nuestros ojos no solo ven lo que está directamente frente a nosotros, sino que también captan estímulos en los extremos de nuestro campo visual

Ni evitar el contacto visual, ni cruzar los brazos: este es el gesto que demuestra que para nada le interesas a esa persona

¿La primera impresión cuenta? Estos son los gestos que dicen que no le caes bien a una persona (aunque no te conozca de nada)

Mujer mirando detrás de una persiana
Mujer mirando detrás de una persiana / Freepik

Muchas veces hemos estado en un lugar público y nos hemos sentido observados. A veces ha sido en un sitio concreto y otras caminando por la calle, sembrando en nosotros un poco de miedo porque en el momento en el que lo imaginamos, nuestros pensamientos se disparan a la parte negativa.

Cuando hemos vivido esta situación y nos hemos girado hacia donde creíamos que nos estaban mirando para comprobar si era cierto, a veces hemos visto a alguien, pero hay otras en las que no había nadie. Entonces, ¿cómo puede nuestro cerebro haber sido capaz de captar la atención de otros incluso sin tener señales visuales o auditivas evidentes? Para algunos, esto parece casi sobrenatural, pero en realidad es una mezcla de procesos cerebrales complejos.

¿Qué interpreta nuestro cerebro?

Los psicólogos llevan tiempo estudiando este fenómeno que se llama escopaestesia, un término que se ha utilizado para describir la sensación que tiene una persona de que alguien lo está observado o mirado, incluso sin ver directamente a la persona que lo hace. De hecho, en el año 1898 se publicó un estudio en la revista Science relacionado con este fenómeno que trató de desmontar mitos relacionados con capacidades extrasensoriales.

Si bien es cierto que aún no hay una respuesta definitiva para este fenómeno, lo que se ha descubierto hasta ahora arroja algo de luz sobre el funcionamiento profundo de nuestro cerebro social el cual está diseñado para la supervivencia y que a lo largo de nuestra evolución, ha desarrollado mecanismos para detectar amenazas o señales importantes en nuestro entorno. Una de ellas es la mirada de los demás.

Según la doctora Susan Greenfield, neurocientífica y catedrática de Oxford, "la mirada de otro ser humano activa regiones muy específicas del cerebro, en particular aquellas que procesan la atención y la interacción social. Se trata de un sistema que hemos heredado de nuestros ancestros primitivos, quienes necesitaban estar constantemente alertas para sobrevivir". Este 'sexto sentido' ha permitido a nuestros antepasados desarrollar una serie de habilidades que les ayudaron a mantenerse a salvo en entornos llenos de depredadores y amenazas. Y que aún seguimos conservando.

¿Cómo funciona el cerebro ante posibles amenazas?

El cerebro tiene una zona muy importante que es el sistema de neuronas que son las responsables de que podamos imitar y comprender las acciones de los demás. Cuando alguien nos mira, este sistema se activa, preparándonos para interpretar las intenciones de esa persona. De ahí, que cuando tenemos una conversación con una persona que desvía la mirada, nos hace desconfiar de su argumento, aunque no sea del todo así.

Por otra parte, en nuestro cerebro contamos con las neuronas espejo, las cuales nos ayudan a reconocer emociones y a crear empatía, lo que podría explicar por qué somos tan sensibles a las miradas ajenas. Así que cuando alguien nos mira, no se trata de un estímulo visual, sino de una posible interacción social cargada de significado.

La doctora Greenfield hace referencia, en este sentido, al miedo y a la ansiedad. "Cuando alguien nos mira fijamente, sin que lo esperemos, esto puede activar el sistema límbico, la parte del cerebro encargada de gestionar las emociones básicas como el miedo. Es una respuesta evolutiva a lo que podría interpretarse como una amenaza potencial", afirma.

Sin embargo, esta respuesta puede variar según el contexto. Por ejemplo, si nos sentimos seguros o estamos en una situación cómoda, la mirada de otro puede resultar simplemente curiosa o interesante. Si por el contrario, estamos en un ambiente que percibimos como peligroso, esa misma mirada puede desencadenar una respuesta de estrés o alerta. En este caso, cuando el cerebro recibe esa información automáticamente activa el sistema de alerta para protegernos.

Un estudio publicado por el Journal of Consciousness and Cognition en 2013 analizó la percepción de ser observado en varias situaciones controladas. El estudio concluyó que, aunque las personas no siempre acertaban en saber cuándo eran observadas, aquellos con mayores niveles de ansiedad social tenían una mayor tendencia a sentir que estaban siendo mirados, incluso cuando no lo estaban. Esto respalda la idea de que la percepción de la mirada ajena está fuertemente vinculada con nuestras emociones y experiencias personales. Si en algún momento de nuestra vida hemos sentido que ser observados era un preludio de peligro o juicio, nuestro cerebro puede volverse especialmente sensible a este tipo de estímulos.

¿Cómo detecta el cerebro una mirada cuando no hemos visto directamente a la persona?

Aquí entra en juego la percepción periférica. Nuestros ojos no solo ven lo que está directamente frente a nosotros, sino que también captan estímulos en los extremos de nuestro campo visual. Esto, combinado con la sensibilidad del cerebro hacia el contacto visual, puede hacer que incluso una mirada leve en nuestra dirección sea percibida como significativa.

Lo que sentimos cuando alguien nos observa puede parecer mágico o instintivo, pero es la mente humana operando a su máximo potencial. Las emociones, las conexiones y las interpretaciones son solo la punta del iceberg de lo que realmente sucede dentro de nosotros.

stats