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La terapia de electroconvulsión (TEC), también conocida como electroshock, ha sido una técnica utilizada en psiquiatría desde hace décadas. Sin embargo, su uso sigue siendo polémico debido a los estigmas asociados y a los posibles efectos secundarios que puede tener en los pacientes. La TEC se utiliza en casos de trastornos mentales graves como la depresión resistente al tratamiento, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Consiste en administrar una corriente eléctrica a través del cerebro, lo que provoca una convulsión controlada y transitoria. Se cree que esta convulsión puede ayudar a restablecer el equilibrio químico en el cerebro y reducir los síntomas de los trastornos mentales. Sin embargo, ha sido criticada por algunos debido a la imagen estigmatizadora asociada a un método inhumano y bárbaro que no debería ser utilizado en una práctica clínica que ha avanzado de manera más que considerable con el paso de los años. Pero, ¿sus beneficios superan los riesgos médicos?, ¿puede ser el tratamiento definitivo en este tipo de casos?
El origen de la esta controvertida terapia se remonta a principios del siglo XX, cuando el psiquiatra italiano Ugo Cerletti comenzó a investigar tratamientos para la esquizofrenia. En ese momento, la esquizofrenia se trataba con terapia de insulina, lo que implicaba inyectar grandes cantidades de insulina para provocar convulsiones y, se creía, aliviar los síntomas.
Cerletti se interesó por este enfoque, pero no le gustaba la idea de inyectar insulina en grandes cantidades. En su lugar, comenzó a experimentar con la aplicación de corriente eléctrica en el cerebro, utilizando electrodos colocados en el cuero cabelludo. En 1938, Cerletti y su colega Lucio Bini realizaron la primera aplicación exitosa de ECT en un paciente con esquizofrenia. A partir de entonces, la técnica comenzó a ganar popularidad como tratamiento para una variedad de trastornos mentales.
Sin embargo, y pese a sus resultados clínicos probados, los críticos de este método argumentan que es una forma brusca y arcaica de tratamiento que puede causar daño cerebral y pérdida de memoria a largo plazo. Además, algunos pacientes pueden experimentar dolor físico y emocional durante la terapia, lo que puede empeorar sus síntomas. También se ha cuestionado si la TEC se utiliza con demasiada frecuencia y si se administra sin el consentimiento informado adecuado.
A pesar de las preocupaciones, muchos profesionales de la salud mental defienden el uso de la TEC como una opción de tratamiento eficaz para pacientes que no han respondido a otros tratamientos. Según algunos estudios, la electroconvulsión puede ser una opción de tratamiento seguro y eficaz para pacientes con trastornos mentales graves como la depresión resistente al tratamiento, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. De hecho, es importante destacar que está técnica tiene tasas de éxito que oscilan entre el 70% y el 90% en pacientes con depresión grave.
El electroshock se administra bajo anestesia general y en un ambiente controlado y seguro. Se coloca un electrodo en el cuero cabelludo del paciente y otro en la sien o en la parte frontal del cráneo. Se aplica una corriente eléctrica breve que dura unos segundos, lo que provoca una convulsión terapéutica en el cerebro. El paciente no siente dolor durante el procedimiento, ya que está sedado y recibiendo anestesia.
Se suelen realizar varias sesiones de TEC, generalmente entre 6 y 12, dependiendo de la gravedad de la enfermedad y de la respuesta del paciente al tratamiento. La TEC es considerada un tratamiento seguro y efectivo por muchos profesionales de la salud mental, aunque también puede tener efectos secundarios temporales como dolores de cabeza, náuseas, pérdida de memoria a corto plazo y confusión.
Aunque se desconoce el mecanismo exacto de acción de esta terapia, se cree que la convulsión resultante ayuda a reorganizar la actividad neuronal en el cerebro y a restablecer el equilibrio químico que se encuentra alterado en pacientes con trastornos mentales graves que son resistentes a otros tratamientos. En estos casos, la TEC puede ser un complemento útil al tratamiento con medicamentos.
En el tratamiento de los diferentes trastornos mentales, las aplicaciones prácticas más comunes suelen ser en pacientes con esquizofrenia, aunque la evidencia en este campo es más limitada. Algunos estudios han demostrado que la TEC puede ser efectiva en la reducción de los síntomas psicóticos en pacientes con esquizofrenia debido a que produce cambios bioquímicos en el cerebro que ayudan a aliviar los síntomas de la esquizofrenia.
En este sentido, se piensa que ayuda a reducir la actividad en ciertas áreas del cerebro que están hiperactivas en las personas con esquizofrenia, como el sistema límbico y la amígdala. Además, la TEC puede ayudar a mejorar los síntomas psicóticos de la esquizofrenia, como las alucinaciones y los delirios. También puede ayudar a mejorar la función cognitiva y social, que a menudo se ven afectadas en las personas con esquizofrenia
En el caso de la depresión grave resistente al tratamiento, otro trastorno común en el que se aplica este procedimiento, se cree que sus efectos aumentan la actividad de ciertos neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina, que están relacionados con la regulación del estado de ánimo. También se cree que estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales en una región del cerebro llamada hipocampo, que se ha asociado con la memoria y el aprendizaje.
Por otro lado, los resultados clínicos muestran que puede ayudar a reequilibrar los circuitos cerebrales afectados por la depresión, lo que puede mejorar los síntomas a largo plazo. La TEC también puede ayudar a restablecer los patrones normales de sueño y alimentación, que a menudo se ven afectados en las personas con depresión.
Para hacer una mención reciente, hace tan solo unos días, el Juzgado de Primera Instancia número 6 de Santiago de Compostela decidió cerrar el caso del paciente que recibió terapia electroconvulsiva (TEC) en el Hospital Provincial de Conxo en Santiago, después de que su familia inicialmente aceptara el tratamiento pero luego se negara y solicitaran a la justicia que suspendiera las sesiones de electroshock mientras se resolvía el caso.
A pesar de la oposición de su familia y el deseo de que el paciente fuera dado de alta, el juzgado ordenó su ingreso en el centro psiquiátrico y la aplicación del electroshock, después de evaluar la gravedad de su situación y considerar que había un "altísimo riesgo para su vida". La Asociación de Pacientes e Usuarios del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago organizó una protesta la semana pasada en contra de la decisión judicial y la actuación de los médicos.
Por su parte, la Asociación Gallega de Psiquiatría y la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental recuerda que el tratamiento autorizado se basó "en la previa acreditación, por la psiquiatra responsable del paciente y por la psiquiatra del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), de la ausencia de alternativa para tratar la sintomatología psicótica activa del paciente y su reiterada y actualizada intencionalidad autolítica, constatadas ambas por la médico forense y por este magistrado en la audiencia del paciente con la máxima inmediación".
Así, la Fiscalía del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), el juez subraya que los informes psiquiátricos, psicológicos y de medicina interna remitidos al juzgado "no solo enuncian de manera motivada la ausencia de justificación alguna para la petición de suspensión cautelar del TEC, ya finalizado en el día 19 de abril, sino que corroboran de manera multidisciplinar y con la máxima objetividad y actualidad el rotundo éxito del tratamiento pautado.''
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