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Fin mascarillas
Tras más de dos años formando parte indispensable de nuestro día a día, nuestro más fiel escudo ante el virus que nos ha mantenido alejados, social y territorialmente, llega a su fin. Nos despedimos casi por completo de la mascarilla.mascarilla Desde este miércoles su uso en interiores deja de ser obligatorio, con la excepción del transporte público, farmacias, hospitales y centros residenciales. Desde que la medida fuera anunciada, tanto los aliados de esta decisión como sus detractores, no han dudado en dar la cara. Una cara que ahora estará 'vacía', así lo temen algunos. Un sentimiento de inseguridad y vulnerabilidad que se ha desarrollado en muchas personas como efecto secundario de abandonar esta 'barrera' protectora. ¿Eres uno de los que lo sufres? Te contamos los síntomas de los que ya alertan los expertos.
Este síndrome es mayormente común entre los adolescentes, al estar en pleno desarrollo físico. Se produce un sentimiento de ansiedad e inseguridad provocado al mostrar la cara y que ahora ha crecido tras la irrupción del covid-19. El miedo a ir descubierto se debe en gran parte a los complejos físicos, otro problema subyacente. Durante la pandemia, la mascarilla en la adolescencia ha supuesto una barrera más, que a jóvenes les ha servido para ocultar características que les acompleja, como el brote del acné, el vello en la cara o el aparato de ortodoncia.
A otras personas, simplemente les inquieta el hecho de sentirse indefensos ante el 'moribundo' virus e incluso ante otras enfermedades. Síntomas acrecentados en pacientes con hipocondría o miedo a la enfermedadInlcuso a los más introvertidos, más tímidos y más inseguros,la mascarilla les ha servicio un poco de protección.
Recuperar el contacto sin mascarilla con la gente puede provocar una gran ansiedad. ansiedad.Un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla porque les ayuda a estar más cómodos y temen ser rechazados. Sin embargo, la presión social les obligará a aceptar esta nueva situación por el mayor temor a ser rechazados por una mayoría que se adaptará con facilidad a este nuevo, y esperado, cambio.
Ese sentimiento, hasta ahora nuevo y sin clasificar, se suma al "síndrome de la cabaña", que nació tras el confinamiento y que se refleja en personas que se relacionan físicamente lo mínimo imprescindible, porque prefieren estar la mayor parte del tiempo en la seguridad de su hogar.
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