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El fin de una relación es complicado, pero más difícil es y, sobre todo perjudicial para tu salud mental, vivir dentro de una relación tóxica la cual llega a causar estrés, ansiedad y depresión entre otros problemas mentales. La idea de cortar siempre está presente, pero a veces surge un acontecimiento que hace que cambies de idea y sigas siendo parte de ese vínculo.
Cuando estás dentro de una relación tóxica, el círculo familiar y de amigos suele percibir algunos detalles y opinar, desde fuera, que no aguantarían esa situación. El entorno no entiende que la persona está sometida a una dependencia emocional y que su autoestima está dañada. Además, de que durante la relación la víctima ha sido aislada socialmente, por lo que, aun siendo consciente de los problemas que tiene, se ve incapaz de consultarlos con amigos y/o familiares, perdiendo la objetividad de cada situación y, por tanto, no la pueden valorar como es.
Son dependientes de la otra persona y además se encuentran con la incomprensión y el juicio de su entorno. Así que todavía se les hace más difícil hablar de sus problemas y acaban por acostumbrarse a vivir en esa vida llena de infelicidad y satisfacción por las continuas descalificaciones y comentarios hirientes por parte de la persona que ejerce la toxicidad. El amor no tiene que ser un sufrimiento. No es verdad eso de que "Quien más te quiere, te hará sufrir".
Una de las señales más identificativas de una relación tóxica es la falta de respeto que llega a ser mutuo. Uno de los compañeros intenta controlar al otro de manera desproporcionada y excesiva, dictando sus decisiones, actividades o amistades y hasta sus emociones. Juegan con los sentimientos de la otra persona en el que el victimismo es el protagonista.
La comunicación, otro elemento importante dentro de una relación de pareja, en este caso carece de empatía y de apoyo mutuo, por lo que la hora de resolver conflictos es una lucha constante llena de discusiones, reproches y agresiones verbales. Por lo que difícilmente ambos puedan sucumbir a las necesidades del otro.
La relación está marcada por un ambiente tenso y hostil en el que los conflictos se repiten en bucle y llega un momento en el que uno de los dos tiene miedo a expresar opiniones, bien por represalias o por evitar una nueva situación que le provoca malestar.
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