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El parvovirus B19 es un virus conocido por causar la quinta enfermedad, también llamada eritema infeccioso. Suele ser común en niños y se caracteriza porque sale un sarpullido rojo en las mejillas. Por eso, es conocida también como la enfermedad de la bofetada y a veces ese sarpullido se extiende a otras partes del cuerpo. Sus síntomas son similares a los de un resfriado, como fiebre, dolor de cabeza y dolor en las articulaciones.
Es una enfermedad contagiosa que se transmite principalmente a través de las secreciones respiratorias, como la saliva, el moco o las gotas que se expulsan al toser o estornudar. Actualmente, está repuntando notablemente en colegios y guarderías, razón por la cual el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha puesto en alerta a la población de un "inusual aumento" de parvovirus B19 en varios países de la Unión Europea y del Espacio Económico Europeo (UE/EEE), por lo que el centro de atención está en niños y en embarazadas, sobre todo las que se encuentran en el primer trimestre de embarazo, ya que se presentan como los principales grupos de riesgo de esta enfermedad.
En adultos, la infección puede provocar dolor en las articulaciones y, en casos raros, artritis temporal. Las personas con sistemas inmunológicos debilitados o con ciertos trastornos sanguíneos, como la anemia de células falciformes, pueden experimentar complicaciones más graves, como una caída repentina en el número de glóbulos rojos (crisis aplásica).
El diagnóstico de la infección por parvovirus B19 se realiza generalmente mediante análisis de sangre a través de los cuales se detectan anticuerpos específicos contra el virus o mediante la identificación del ADN del virus en la sangre. No existe un tratamiento específico para la infección por parvovirus B19, ya que se trata de una enfermedad autolimitada, es decir, que se resuelve por sí sola. El tratamiento que se podría administrar sería con el fin de aliviar los síntomas, pero no de paliar la enfermedad.
La mejor manera de no contagiarse es tomando medidas preventivas como las que se han llevado a cabo con otras infecciones víricas, por ejemplo, el Covid-19, es decir, lavado de manos con frecuencia y evitando el contacto cercano con personas infectadas. No hay una vacuna disponible contra el parvovirus B19.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) recomienda a las embarazadas, especialmente si trabajan en la educación o en el cuidado de niños, que su médico les haga pruebas para determinar si o no anticuerpos. De igual modo, deben tomar precauciones tales como evitar el contacto con personas enfermas y quedarse o trabajar desde casa, en la medida de lo posible.
De la misma manera, si la persona experimenta sintomatología como fatiga, palidez o dificultad para respirar debe acudir al médico.
Desde el ECDC, apelan a la concienciación de los posibles riesgos y síntomas asociados con la parvovirus B19, por lo que es esencial, en este sentido, la competencia activa de las autoridades de salud pública, de los profesionales de la salud y del público en general sobre los riesgos a los que se exponen, particularmente, las poblaciones más vulnerables.
Paralelamente, les anima a revisar los datos epidemiológicos históricos del B19V para "comprender mejor la dinámica de transmisión y la presentación de informes a nivel de la UE/EEE ayudará a fundamentar las estrategias específicas de comunicación de riesgos".
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