El primer hombre que recupera visión gracias a un tratamiento con algas
Ciencia
El procedimiento consiste en inyectar en el ojo una proteína sensible a la luz y es la primera vez que se prueba en humanos con éxito.
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Un hombre ciego ha recuperado la visión 40 años después. Es el primero en conseguirlo a través de una terapia optogenética. No es un milagro, es ciencia. Y como diría Stephen Hawking, ambos fenómenos no son compatibles. El tratamiento consistió en la inyección en el ojo de un adenovirus que portaba una proteína fotosensible procedente de un alga y unas gafas especiales con las cuales ya ha sido capaz de reconocer otros objetos, grandes y pequeños.
El paciente en cuestión se trata de un varón parisino de 58 años al que se le diagnosticó retinosis pigmentaria, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que destruye las células sensibles a la luz de la retina y provoca ceguera total. Este es el primer caso de recuperación parcial de la visión en un paciente ciego con esta terapia, una técnica desarrollada a comienzos de siglo que se basa en la manipulación de proteínas microbianas fotosensibles y de células a través de la luz. Además, ha marcado un precedente en el mundo de la investigación al ser la primera vez que esta técnica se usa con humanos.
Un largo camino
Los médicos que lo trataron cuentan que el camino no fue fácil. Pasaron siete meses hasta realizar la técnica con un buen enfoque que tuvo éxito. La complejidad se encontró en tratar la afección del paciente. La retinosis pigmentaria, causada por mutaciones en más de 71 genes diferentes, por lo que el desarrollo de terapias génicas que sustituyan unas pocas proteínas para reparar la maquinaria celular rota es un reto y no es muy eficaz.
Asimismo, los sistemas complejos son también muy frágiles, por eso "cuando la visión desaparece -apuntó- quedan pocos tratamientos, aparte del uso de prótesis o la reactivación de las células restantes en la retina".
Por ello, el equipo abordó el problema desde un ángulo diferente: en lugar de reparar los genes mutados uno por uno en las células que responden a la luz activando las células nerviosas de la retina, decidieron activar las células nerviosas directamente, para lo que usaron las herramientas optogenéticas.
El equipo inyectó en uno de los ojos del paciente un vector asociado a un adenovirus que portaba información genética, la cual codificaba una proteína sensible a la luz llamada canalrodopsina ChrimsonR, que se encuentra en algas brillantes de la naturaleza.
Esta proteína responde a la luz cambiando su forma y permitiendo el flujo de iones dentro y fuera de las células, lo que las activa y, en el caso de las neuronas diseñadas experimentalmente para expresar las canalrodopsinas, hace que se disparen y transmitan la señal a través de las terminaciones nerviosas al cerebro. Y así lo consiguieron, convertir la información en imagen visible.
Una cámara para proyectar las imágenes
Los científicos idearon una forma de transformar la luz que rebota en los objetos de nuestro entorno en una única longitud de onda del espectro ámbar, para lo que usaron unas gafas especiales equipadas con una cámara especial.
Dicha cámara capta las imágenes del mundo visual y las transforma en pulsos de luz que se proyectan en la retina en tiempo real para activar las células modificadas durante las tareas visuales, explicó la Universidad de Pittsburgh en un comunicado.
Primeros resultados
Cuentan que lo primero que vio fueron las franjas blancas de un paso de cebra y luego, tras varias sesiones de entrenamiento, empezó a percibir algunos objetos grandes y pequeños. El hombre no podía detectar visualmente ningún objeto antes de la inyección ni sin las gafas después de la misma.
''Espero que sea un gran avance", ha dicho el primer autor, José-Alain Sahel, de la Universidad de Pittsburgh y de la Sorbona, quien ha explicado que el ojo es "un sistema muy complejo que permite que nuestra visión se adapte a diferentes niveles de luz".
Después del tratamiento y tras un periodo de adaptación y aprendizaje del uso de la tecnología, el paciente pudo localizar, identificar y contar diferentes objetos utilizando el ojo tratado mientras llevaba las gafas.
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