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Salud
Tomar medicamentos se ha convertido para muchos en una costumbre demasiado extendida. Por prescripción médica, pero también a través de la automedicación, lo que aumenta el riesgo de un uso indebido o inadecuado del mismo. Porque no existe el riesgo cero con ningún medicamento, pero tomarlos de determinada forma o con ciertas combinaciones puede resultar muy dañino para la salud, incluso conducirnos a la muerte.
Uno de cada diez ingresos hospitalarios se debe un error en la medicación. Algunos pueden deberse a una negligencia médica, otros a confusiones entre fármacos con nombres parecidos y una práctica cada vez más extendida, y también peligrosa, es la de combinar medicamentos.
Cualquier fármaco puede tener efectos secundarios, pero mezclado con otro puede llegar a ser letal. Según datos de la Agencia Europea de Medicamentos, una de cuatro personas ha combinado alguna vez fármacos sin pedir consejo a su médico o farmacéutico, sobre todo si hablamos de antidepresivos, analgésicos o relajantes musculares.
Recientemente han alertado de las graves consecuencias de mezclar brivudina y fluoropidimidinas, pero existen otros casos más tradicionales que debes conocer para no mezclarlos nunca. Estos son algunos medicamentos que nunca deberías combinar.
Los antibióticos, medicamento que emplea uno de cada tres españoles por su cuenta y riesgo, reducen la efectividad de los anticonceptivos, que están preparados para evitar la ovulación y por tanto el embarazo. En caso de tomar antibióticos no basta con los anticonceptivos orales para tener la seguridad de no estar expuesta al embarazo.
Si padecemos ansiedad o depresión en ocasiones pueden reproducirse episodios de dolores musculares, pero si nos estamos medicando es peligroso intentar quitarlos con relajantes, ya que podría producirse el efecto inverso y producir problemas respiratorios. La mejor solución en esos casos es recurrir al ibuprofeno.
Tanto anticoagulantes como aspirinas inciden en el proceso de coagulación de la sangre. Aunque sus funciones son dispares en dicho campo, combinados pueden derivar en hemorragias severas que pongan en riesgo la vida humana.
Si has sufrido un infarto, lo más normal es que los meses posteriores tengas un tratamiento en el que los betabloqueantes estén muy presentes, ya que se hace necesario controlar la presión arterial. Eso sí, mucho cuidado con combinarlo con la insulina, ya que los niveles de glucosa en sangre podrían dispararse y terminar resultando mortal para el paciente.
Usar paracetamol con el antibiótico flucloxacilinaambos puede derivar en una insuficiencia renal grave o desnutrición. Este efecto también se produce cuando abusamos del uso exclusivo de paracetamol. Usarlo como si de un caramelo se tratara sin respetar las horas necesarias entre ingesta e ingesta también puede terminar produciendo dicho efecto.
Por último, los especialistas recomiendan evitar a toda costa la combinación entre antiepilépticos y antifúngicos, ya que nos exponemos a la degradación del antiepiléptico en el hígado, lo que podría conllevar alteraciones mentales para el paciente.
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