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Durante todo el año es importante protegerse de los rayos del sol, sin embargo con la llegada del verano es imprescindible extremar la precaución.
Las enfermedades que una excesiva exposición a los rayos ultravioletas pueden causar son muchas y se encuentran a la orden del día. A esto se añade que la ingesta de determinados medicamentos pueden reaccionar ante la luz solar.
Las radiaciones ultravioletas del sol pueden entrar en conflicto con algunos medicamentos, lo que puede provocar, en unos casos, que la medicina genere una lesión en la piel y, en otros, que el medicamento pierda parte de su eficacia. La diferencia reside en si se tratan de un fármaco fotosensibilizante o fotosensible.
Los fármacos fotosensibles ven alteradas sus propiedades físico-químicas con la luz solar y, en consecuencia, pierden eficacia. Así, aunque no provoque efectos secundarios en el paciente, reduce la efectividad, lo que, dependiendo de cuál sea la causa de su tratamiento, puede generar problemas.
Cuando se trata de este tipo de medicina, suelen comercializarse en envases opacos en los que no pueda penetrar la luz. Algunos ejemplos muy conocidos son tranquilizantes como el Alprazolam (Trankimazin), laxantes como el Bisacodil (Dulcolaxo), corticoides como la Desoximatesona (Flubason) o antisépticos como la Clorhexidina (Angileptol) entre muchos otros.
Un triángulo con una nube y un sol en su interior es el símbolo que indica que un fármaco es fotosensibilizante. El problema de estas medicinas es que, si se combinan con el sol, pueden provocar lesiones en la piel.
Dentro de este clasificación de medicamentos entran toda una serie de preparados de consumo muy habitual entre la población. Sin ir más lejos, los antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno, el naproxeno o el ketoprofeno encabezan esta lista.
También son fármacos fotosensibilizantes algunos tipos de anticonceptivos orales, de antibióticos, de antihistamínicos, de antidepresivos, de antifúngicos, de retinoides entre otros tipos.
Este tipo de medicamento puede causar dos tipos de reacciones: fototóxica o fotoalérgica. La primera de ellas supone el 95% de las reacciones que producen las medicinas fotosensibilizantes. Se trata de una respuesta no inmunológica, de apariencia similar a una quemadura, que resulta de forma inmediata después de haberse expuesto al sol.
La reacción fotoalérgica, por su parte, es menos frecuente, ya que se trata de una reacción inmunológica que puede aparecer de forma retardada, incluso más de 24 horas después de haberse expuesto a la luz. Esta surge como una erupción o un eccema que se hincha y pica. Además, no se localiza solo donde ha dado el sol, sino que puede extenderse a otras áreas del cuerpo.
Aunque la exposición al sol se desaconseja, los expertos recomiendan una serie de medidas y precauciones a la hora de tomar este tipo de fármacos:
Con medicamentos o sin ellos, la protección solar es imprescindible para protegernos de los daños que los rayos solares pueden crear en nuestro organismo.
Esta precaución se implementa si se está con un tratamiento farmacéutico, por lo que los expertos aconsejan salir siempre de casa con la protección echada, así como renovar la dosis cada dos horas.
En verano, hace más calor y hay mayor radiación solar entre las 12:00 y las 17:00 horas.
Para reducir los riesgos del sol en la piel y de padecer una reacción fotosensibilizante, hay que evitar estar al aire libre en esta franja horaria. También se recomienda mantener protegida la cabeza y los ojos.
Son muchos los medicamentos cotidianos que reaccionan a la luz solar, por ello, lo aconsejable es preguntar al médico o farmacéutico si la medicina prescrita es fotosensibilizante y qué reacciones puede tener.
También es importante vigilar cualquier efecto secundario que un medicamento puede producir. Así que, si se observa alguna mancha o quemadura solar, hay que acudir al médico con la mayor brevedad posible.
Si se trata de un fármaco de toma diaria, se puede llegar a consultar con el médico si se puede ingerir por la noche. De esta forma, el compuesto fotosensibilizante estará menos presente en el cuerpo cuando se vaya a exponer de nuevo a la luz al día siguiente.
Tanto las vitaminas A, C y E como los bioflavonoides, son unos potentes antioxidantes que sirven para combatir y prevenir el daño en las células.
Las células se pueden dañar y envejecer por distintos motivos, entre ellos los radicales libres (moléculas que se liberan de forma natural durante las reacciones químicas del organismo). En exceso, producen envejecimiento prematuro; los antioxidantes ayudan a equilibrar la cantidad de radicales libres y frenan el daño que producen a las células y su envejecimiento.
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