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La primera vez que Felipe II sintió un intenso dolor en su mano derecha fue a mediados de abril de 1568. Las molestias continuaron durante varios días, sus manos se hincharon progresivamente y tomaron un color rojizo. Aquel fue el inicio de un calvario que duró toda su vida, destrozándole gran parte de las articulaciones y convirtiéndole en una víctima de una enfermedad cruel que también le provocó fístulas en las manos, una rodilla hinchada y supurante y unos pies en un lamentable estado. Murió trágicamente a la edad de 71 años, pero ya desde muchos años antes el monarca sabía que todas aquellas lesiones eran causadas por la conocida como 'gota', 'gota' una patología que ya padecían otros monarcas y mandatarios como Maximiliano de Austria.
Con el paso de los años, de este trastorno fueron víctimas otros muchos personajes históricos conocidos como rey Enrique VIII o el mismo Benjamín Franklin. Los expertos siempre han ligado la gota con una dieta rica en carne y ciertos pescados, que tienen un contenido alto en purinas, y con el consumo excesivo del alcohol.alcohol Desde entonces, la artritis ha sido considerada una enfermedad de lujo, una "firma" de hedonismo y exceso. La imagen clásica de la artritis es la de un hombre con sobrepeso que sostiene una botella de vino. Esto se asemejaba bastante a la realidad: la gota se asocia a una dieta rica en carnes, embutidos, quesos y dulces; aunque cuenta también la predisposición genética, motivo por el cual la gota se concentraba en algunas familias.
Por ser común entre personalidades de alta cuna fue bautizada como 'enfermedad de reyes y papas', un trastorno que, actualmente, está aumentando de manera exponencial fuera de las altas cunas. Es más, la última campaña lanzada por la Sociedad Española de Reumatología, expone que afecta a gran parte de la población y parece que va en aumento. Sobre todo en nuestro país, dónde los expertos advierten de su crecimiento 'espectacular' en comparación con otros países de nuestro entorno.
''Tomando como referencia los datos de Estados Unidos y Reino Unido, se podría estimar que la prevalencia (número de casos existentes por cada 1.000 habitantes) podría haber aumentado un 50% en estas dos décadas'', según apunta el Dr. Fernando Pérez Ruiz, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología. Pero, ¿en qué consiste esta enfermedad?, y ¿Cuáles son los motivos médicos tras su incesante auge?
La gota es la artritis (inflamación articular) más común ocasionada por un exceso de ácido úrico en sangre que puede provocar una acumulación de sales en las articulaciones, con episodios de dolor intenso que suelen comenzar en la zona del dedo gordo del pie, aunque también puede afectar al tobillo, las rodillas, los codos y las manos. De no tratarse adecuadamente, puede dar lugar a lesiones articulares graves y afectar directamente a la calidad de vida. En casos graves, puede generar depósitos de cristales de ácido úrico en los riñones, lo que se asocia a cólicos, cólicos nefríticos y manifestaciones cardiovasculares, como un mayor riesgo de infarto. Su formación es debido al urato se disuelve en la sangre y se excreta en la orina y las heces. Cuando los niveles de ácido úrico son crónicamente altos (hiperucemia) debido a una producción excesiva o insuficiente, se forma cristales de urato monosódico en las articulaciones y se producen calambres y dolores. Después del primer ataque de gota, la mayoría de los pacientes tienen otro ataque de gota dentro de un año.
Según, la Fundación Española de Reumatología es habitual que se acompañe de eritema o enrojecimiento de la piel que rodea a esa articulación. Los ataques inicialmente pueden durar poco y ser más leves, pero si no se pone remedio para curar la gota, cada vez suelen hacerse más intensos y duraderos.
La SER estima que un 2,4% de la población adulta de nuestro país padece este trastorno, lo que se traduce en casi el millón de personas (el 85% son hombres). ''Estos datos son mayores en comparación a los de otros países de nuestro entorno (salvo Reino Unido, que es similar) y se observa una tendencia creciente probablemente en relación con una mayor esperanza de vida y cambios en el estilo de vida, explican.
Pacientes hipertensos, obesos, diabéticos, con una mala función renal o aquellos que toman medicamentos que pueden elevar los niveles de urato, son los que más riesgo tienen de desarrollarla. Además, se ha observado que en los últimos años están aumentando las hospitalizaciones por esta enfermedad reumática. Así lo expone otro estudio realizado por profesionales del Hospital Universitario de La Paz de Madrid y que analizó el impacto sanitario de la gota en España.
En este estudio, exponen que "la mortalidad, lejos de disminuir, parece que está aumentando". Precisamente, Diana Peiteado, una de las autoras del estudio, explicaba en un evento reciente llevado a cabo por la SER que "las tasas de hospitalización nacional de la población gotosa fueron incrementándose de forma progresiva, pasando de 35 casos por 10.000 habitantes al año hasta 50 casos por 10.000 habitantes al año".
En este sentido, entre los nuevos factores de desarrollo de esta enfermedad, la comunidad médica apunta a el uso de medicamentos diuréticos es uno de ellos —ya que se relacionan con la producción de ácido úrico—, aunque el más sonado es el estilo de vida, cada vez más sedentario y con mayor consumo de alimentos ricos en grasas y purinas (compuesto que el cuerpo sintetiza en ácido úrico).
Los alimentos que pueden aumentar el ácido úrico son, en general, todos los ricos en proteínas, en especial carnes rojas y vísceras, pero también hortalizas como espárragos, guisantes, tomates, espinacas; legumbres como las lentejas, por su alto contenido en purinas; mariscos, por el mismo motivo; y bebidas con fructosa y alcohólicas.
En este sentido, debemos ser conscientes de que el consumo excesivo de cerveza, incluidas las alcohólicas y las bebidas espirituosas (vodka, ron, ginebra, whisky…) puede aumentar los niveles de ácido úrico en sangre y provocar ataques de gota. Por el contrario, no se ha demostrado que cantidades moderadas de vino, como 1 o 2 copas de vino por comida, sean dañinas para la gota, reportando además demostrados beneficios cardiovasculares.
Sin embargo, como apunta Enrique Calvo, portavoz de la entidad SER, "la alimentación es solamente una parte del origen de la gota". "Nueve de cada diez casos vienen por un fallo en el funcionamiento del riñón, con lo cual, aunque hagamos una dieta perfecta, no terminaremos, seguramente, de arreglar el problema", afirma.
La evolución natural de la enfermedad y/o la falta de un control adecuado de la uricemia puede tener consecuencias de diversa gravedad, como la artropatía gotosa crónica. Asimismo, como avisan ya algunos expertos, esta patología supone uno de los nuevos factores de riesgo en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares con más comorbilidad asociada.
Pese a este aumento y su alta prevalencia, la gota es una de las pocas enfermedades reumáticas que tiene 'cura'. Un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado y prolongado en el tiempo suele resultar efectivo. El objetivo es conseguir alcanzar y mantener unos niveles de urato por debajo de 6 mg/dl de forma permanente.
''La mayoría de pacientes con gota deben mentalizarse de que deberán tomar medicamentos durante muchos años, igual que otros pacientes con enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, pero también deben saber que los riesgos asociados o los efectos secundarios del tratamiento están claramente superados por los beneficios para su salud y su calidad de vida'', señalan desde la SER.
El tratamiento debe ser progresivo y prolongado en el tiempo. 'En general, según exponen, una vez el paciente supera la semana de dolor agudo e intenso o aprende a convivir con el dolor crónico de baja intensidad, no vuelve a revisión y parte de esa responsabilidad recae en los médicos que la traten y en el cambio de estilo de vida del paciente.
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