España, un país con madres cada vez más tardías: ''Sigue existiendo presión social, laboral y biológica en las mujeres llegada cierta edad''
Nuestro país ha registrado en 2022 las peores cifras en torno a la natalidad desde 1941
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El deseo se define como el interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo. El problema es la brecha que se interpone entre hacerlo realidad o dejarlo en el cajón de lo que pudo ser o lo que será. En el imaginario social español, las mujeres desean ser madres jóvenes madres jóvenescon una media de dos hijos. Sin embargo, lejos de cualquier realidad, los datos que guarda el cajón nos muestran que lo serán antes a los 40 que a los 25, si es que llegan. Estos son cifras publicadas por Eurostat, donde se refleja también que España es, con Italia y Portugal, el país de la Unión Europea donde más se retrasa la maternidad y que la cifra de mujeres que consigue llegar al segundo hijo no llega al 30%.
En 2022, sin ir más lejos, los datos de natalidad de España muestran que durante el primer semestre de 2022, nacieron la misma cantidad de niños que en el primer semestre de 2021, las peores cifras desde 1941.Y la brecha afectan a mujeres de todas las clases y condiciones sociales. Los expertos señalan grietas en el estado del bienestar, cambios en las normas sociales y de pareja y un papel difuso de los hombres en una sociedad todavía poco avanzada. Pero, ¿Qué dicen las mujeres?, ¿Qué imágenes proyectan, qué priorizan y qué pesa más en su toma de decisiones a la hora de ser madre?, ¿existen presiones llegada cierta edad?
Barreras en lo laboral
En nuestro país en concreto, los estudios reflejan que los factores más influyentes son la edad de emancipación, cada vez más tardía (unos 29 años), la edad en que se encuentra empleo, en que se tiene un salario decente y una cierta estabilidad laboral y la idea establecida en el manual tradicional de encontrar una pareja que también cumpla estos requisitos. En este sentido, además, se medita mucho más si hemos encontrado a la pareja adecuada y las mujeres priorizan en mayor medida sus aspiraciones profesionales.
El difícil binomio de ser mujer y profesional en un mundo que hasta hace pocas décadas ha estado dominado por los hombres se vuelve casi una tarea de malabares cuando entra en escena el deseo de ser madre. Tanto en acto personal como de presión profesional, este factor ha resultado determinante. Así nos lo confirma Elena Ferri, una mujer granadina de 35 años técnica de laboratorio, quien afirma que el motivo principal de no haber dado el paso en otros momentos de su vida fue, sin duda, por tema laboral. ''En mi caso, los contratos intermitentes, no tener un trabajo estable o el acceso laboral al ámbito privado han ido retrasando mi decisión. Esto sumado a la falta de políticas de conciliación sin ayudas ni servicios públicos, es un paso que no te planteas''.
Y es que la incorporación de la mujer a este mundo es, en gran medida, uno de los factores que han motivado este decrecimiento en la natalidad. Tanto a nivel de aspiraciones, como el cambio de rol establecido antaño en el cuidado del hogar y los hijos, así como las barreras laborales, provocan que una de cada cuatro mujeres en España haya dejado a un lado sus deseos de ser madre o de tener más hijos.
A este respecto, Elena reconoce que sigue existiendo mucho sesgo en el acceso a ciertos empleos con respecto a los hombres solo por este hecho. Y pese a que la normativa y la sociedad está imponiendo criterios más abiertos a este respecto, en la política interna de ciertos sectores sigue existiendo una brecha notable. ''A un hombre no se le pregunta en una entrevista si quiere ser padre o sí lo es. No es algo que se tenga en cuenta. Yo he tenido que decir que no en entrevistas para poder ser más 'válida' y tener más posibilidades.'', expresa. Y continúa, ''todos estos factores siguen incentivando que la responsabilidad y el cuidado recaiga en la mujer sí o sí, es una presión añadida'', confiesa.
Y los datos no dicen lo contrario. La renuncia por parte de mujeres y hombres se refleja de un 30-40 % frente a un 1 %, respectivamente. Esto también es factura de una conciliación que no lo es tal en la realidad del día a día y en la que no existe una equidad. Un ejercicio que sí es el futuro y que, pese a ser vital para el desarrollo de nuestra especie, sigue sin ser reconocido ni remunerado. ''Hemos avanzado las mujeres en muchos ámbitos y nos hemos incorporado a la sociedad y a lo laboral de forma activa, pero no se puede decir que la sociedad en general lo haya hecho'', sentencia.
¿Hemos avanzando como sociedad?
A esta última afirmación, esta sanitaria andaluza declara que pese a la apertura aparente de la sociedad, las políticas de 'igualdad' y el cambio en una sociedad que parece navegar hacia mundos liberales, llegada cierta edad, la mujer sigue padeciendo cierta mirada inquisitoria o de reprobación. ''Venimos a este mundo con un corsé social y vital establecido que nos obliga a ser madres. Y aunque antes esto era mucho más estrcito por el papel que le correspondía a la mujer, se sigue cuestionando o presionando socialmente el por qué no lo has sido'', manifiesta.
Ferri aduce que en su caso lo notó hace unos 5 años, a partir de los 30. ''Mucha gente ya te empieza a preguntar ''¿y tú para cuándo?'', tus amigos empiezan a tener hijos y algunos familiares bromean en reuniones con un tema que puede resultar muy delicado para una mujer'', expresa. Y añade que ''la sociedad en general debería ser más cauta, porque nadie sabe las circunstancias ni la situación en la que se puede encontrar esa persona. ¿Y si no puede o no quiere tener hijos?, esto no es una perspectiva que todavía se tenga en cuenta''.
Asimismo, existe también un amplio espectro de mujeres que no han encontrado pareja a las edades más fértiles, también en parte por el cambio en las prioridades, así como el miedo a que esto también suponga un estigma a la hora de tener hijos. ''Muchas mujeres no dan el paso de ser madres solteras porque existe todavía cierta mentalidad retrógrada que no acaba de entender una maternidad consciente y conectada desde la soltería'', aduce.
El ciclo de vida clásico, que se iniciaba con una emancipación temprana, continuaba con el matrimonio y el establecimiento de una pareja a largo plazo y se culminaba con la formación de un núcleo familiar con varios hijos es ya un viejo recuerdo del pasado tan antiguo como nuestro continente, en el que también esta cultura ha pasado de moda. ''Ya no existe esa percepción y los valores tradicionales se han perdido en términos de compromiso y prioridades en todos los aspectos. Esto ha frenado tanto los deseos de mujeres que no conciben una vida sin estos patrones familiares como los de aquellas que no pueden permitírselo por las circunstancias de las que hemos hablado'', reflexiona.
El problema resulta cuando, una vez preparadas, todos estos factores que retrasan la maternidad han precipitado un escenario en el que ya es demasiado tarde. ''Cuando eres joven esto no lo piensas, piensas que a los 35 tu vida va a ser estable y que ya vas a tener una familia. Luego te das cuenta de que todo lo que te rodea no te lo pone fácil, y tus óvulos también envejecen contigo y, al mismo tiempo, lo hacen tus esperanzas de ser madre. Existe presión social y laboral pero también biológica'', explica.
¿Cuándo es tarde para congelar óvulos?
La biología, a este respecto, habla: todas nacemos con, aproximadamente, 400.000 óvulos, y esta cantidad no aumenta con el tiempo. Puesto que cada mes perdemos un porcentaje de ellos, la reserva ovárica disminuye con el paso de los años sin posibilidades de ''recuperación''. Así, mientras que las mujeres de entre 18 y 24 años poseen 200.000, las de entre 25 y 31 cuentan con 75.000, y cuando llegan a los 45 su 'reserva' sólo asciende a 10.000 óvulos.
La joven mujer granadina expresa que ''a mis 20 años no se hablaba tanto de estos temas. He notado que en la última década, incluso por mi profesión, ha tenido un auge importante todo el tema de métodos de preservación de la fertilidad'',métodos de preservación de la fertilidad afirma. Ahora, en su caso, cree que, pese a que un óvulo congelado a los 35 es mejor que un óvulo fresco a los 40, ''mis óvulos ya no están en un período totalmente fértil, me he informado y he querido dar el paso muchas veces, pero he decidido que, por el momento, la naturaleza haga su parte si así tiene que ser'', declara.
En esta línea destaca que la decisión viene motivada porque a lo largo de su vida el instinto maternal no se ha despertado al mismo nivel que el de otras mujeres y que, en muchos momentos de su vida, pensó que no quería ser madre. ''Yo estoy tranquila y todavía me considero joven. En unos años no tendría ningún problema a someterme a cualquier proceso, cada persona tiene sus tiempos y una forma de entender la vida'', aclara.
Pese a ello, sigue recalcando la importancia de la ayuda a todas aquellas que sí quieren serlo y que pueden llegar a vivir un ''duelo'' por la madre que pudo ser y nunca fue. Y en un mensaje de esperanza a todas ellas, transmite que gracias a la ciencia y la investigación, un acompañante en su vida al que expresa amor verdadero, ''los controles periódicos y las nuevas tecnologías permiten que los embarazos tardíos hayan dejado de considerarse de alto riesgo''.
La otra parte deberá venir de parte de las propias instituciones públicas para dejar a un lado una coyuntura socioeconómica y laboral que se traduce en pautas y decisiones de planificación familiar que interfieren directamente entre los deseos personales y los avatares vitales.
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