Dificultad para superar el pasado, para avanzar y adaptarse a las nuevas situaciones, así es el síndrome del espejo retrovisor

Investigación y Tecnología

Es natural mirar hacia atrás y reflexionar, pero cuando este hábito se convierte en una trampa mental constante, puede afectar seriamente nuestro bienestar y calidad de vida

La persona siente que no puede cambiar lo que ya ocurrió y se siente impotente ante su propia historia

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Hombre mirando por el espejo retrovisor del coche.

Hay veces que sin saber por qué vienen a ti pensamientos del pasado que se repiten en tu cabeza en forma de bucle. A veces, incluso, cuando crees que tu vida está bien, pasa algo, aparentemente insignificante que te hace volver atrás y recordar esa mala experiencia y trauma, nublando tu mente e impidiendo que te centres en el presente.

Se llama síndrome del espejo retrovisor, un apego con mirada constante al pasado, comparándolo con la vida actual que nos provoca una resistencia al cambio. Si no se controla, puede derivar en patologías como ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Aunque se le llame síndrome, en psicología, no está reconocido como tal, sino que se utiliza este símil para entender esa mirada al pasado.

Imagina conducir un coche y mirar constantemente el espejo retrovisor. Hacerlo por unos segundos es necesario para asegurarnos de que todo está en orden detrás de nosotros, pero si mantenemos la vista fija en ese pequeño espejo, nos volvemos incapaces de ver el camino que tenemos por delante. Así es cómo funciona este síndrome a nivel psicológico.

"El tipo de mentalidad puede llevar a la ansiedad y la depresión"

La personalidad influye en el síndrome del espejo retrovisor

Muchas personas no superan el pasado, no aceptan que ni pueden volver atrás ni pueden cambiarlo, pero estar atrapado en recuerdos y remordimientos del pasado nos impide disfrutar del presente y nos limita a la hora de construir un futuro mejor.

Mirar atrás no es malo. Todos hemos pasado por momentos difíciles en nuestras vidas: errores que cometimos, oportunidades perdidas, relaciones que se rompieron... Es natural mirar hacia atrás y reflexionar, pero cuando este hábito se convierte en una trampa mental constante, puede afectar seriamente nuestro bienestar y calidad de vida.

Para algunos, los eventos traumáticos o las experiencias dolorosas del pasado dejan una huella profunda que es difícil de superar. Otros pueden sentirse agobiados por la culpa o el arrepentimiento, cuestionándose constantemente "qué hubiera pasado si...". Esta mentalidad puede llevar a la ansiedad y la depresión, ya que la persona siente que no puede cambiar lo que ya ocurrió y se siente impotente ante su propia historia.

"La experiencia es un grado y nos da intuición y recursos para ver por qué camino debemos ir", dice la psicóloga clínica Teresa Moratalla, pero "el síndrome del retrovisor lo sufren las personas para quienes el pasado tiene tanta importancia y tanta focalización en su vida, que esto no le deja permanecer satisfactoriamente en el presente ni poner recursos en el futuro".

En el síndrome del espejo retrovisor tiene mucho que ver lo que nos dicen los pensamientos y nuestra voz interior y, para entender cómo funciona y dónde está el origen, la psiquiatra Marián Rojas Estapé lo explica en el siguiente vídeo:

"Al estar tan enfocados en lo que pudo haber sido, las personas pueden encontrarse incapaces de tomar decisiones"

Pensamientos que no nos dejan avanzar

Arrepentimientos por decisiones tomadas, culpabilidad por algo que sucedió y cómo fue nuestra manera de actuar, decepción hacia otras personas, traumas no superados o baja autoestima por no haber conseguido objetivos.

Suelen ser pensamientos que rumian en nuestra cabeza una y otra vez y que nos impiden avanzar, pero no podemos quedarnos congelados en el tiempo, buscando en cada imagen del presente el reflejo del pasado. ¿Cómo se resuelve ese problema? Con terapia psicológica. Hay que ver primero qué efecto me está produciendo.

Es el dolor del recuerdo y se queda ahí o por el contrario se repite con frecuencia en tu cabeza y en bucle. Es el clásico, "por qué siempre me sucede a mí", pero la rumiación excesiva es un síntoma común de este síndrome y está estrechamente relacionada con la depresión y con la ansiedad ya que impide que la persona se concentre en el presente y en las oportunidades de mejora.

Al estar tan enfocados en lo que pudo haber sido, podemos sentirnos incapaces de tomar decisiones en el presente o de planificar un futuro. Este miedo al fracaso o a repetir los mismos errores puede impedir que se tomen riesgos necesarios para el crecimiento personal y profesional.

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