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Es mundialmente conocido que el aumento en el abuso de fármacos es una tendencia que entraña peligros como las adicciones, las interacciones potencialmente mortales entre ellos o la aparición de resistencias entre las bacterias resistencias entre las bacteriasa las que deben combatir. Además, en los últimos años, las instituciones sanitarias cada vez revisan más la seguridad de los fármacos y la evaluación de los medicamentos de uso humano que se comercializan en nuestro país. Así, en los últimos años son numerosos los medicamentos que se han retirado o se les ha relacionado algún efecto adverso hasta ese momento desconocido. Y, normalmente, estas alertas o advertencias están asociadas a fármacos muy populares y usados en nuestro país. Ahora, un nuevo riesgo ha surgido en torno a un remedio de uso común: los laxantes. Según un nuevo estudio publicado en «Neurology», la revista médica de la Academia Americana de Neurología, las personas que usan habitualmente laxantes pueden tener más de un 50% de riesgo de desarrollar demencia que aquellas que no los usan.
En concreto, los investigadores comprobaron que esta asociación se producía más en las personas que sólo utilizaban laxantes osmóticos, un tipo de laxante que atrae agua al colon para ablandar las heces, tenían un riesgo aún mayor. Algunos laxantes osmóticos utilizados con frecuencia incluyen polietilenglicol, leche de magnesia y lactulosa. Otros tipos de laxantes son los formadores de masa, los ablandadores de heces y los estimulantes. No obstante, los investigadores destacan que este estudio solo ha mostrado una asociación no un riesgo directo de demencia.
Así, después de ajustar factores como la edad, el sexo, la educación, otras enfermedades y el uso de medicamentos, así como antecedentes familiares de demencia, los investigadores encontraron que las personas que usaban laxantes con regularidad tenían un riesgo 51% mayor de demencia general en comparación con las personas que no usaban laxantes en su vida cotidiana. Pero, ¿Cómo se produce esta asoaciación? El microbioma vuelve a entrar en escena.
Según indica el doctor Feng Sha, del Instituto de Tecnología Avanzada de Shenzhen, en la Academia de Ciencias de China en Guangdong, en la investigación se observó que el uso regular de laxantes de venta libre se asociaba con un mayor riesgo de demencia, particularmente entre personas que usaron varios tipos de laxantes o laxantes osmóticos, señalando que los osmóticos y los estimulantes no se recomiendan para el uso regular, aunque algunas personas los usan de esta forma.
El trabajo incluyó diez años de datos de 476.219 adultos de Reino Unido con entre 40 y 69 años que informaron de sus propios síntomas. Alrededor del 3,6 % de los participantes afirmaron haber usado laxantes la mayoría de los días de la semana durante las cuatro semanas anteriores.
Tras analizar todos los datos, los científicos descubrieron que 2.187 participantes tenían un diagnóstico de demencia. Así que lo asociaron al uso regular de laxante, sobre todo a los de tipo osmótico. En concreto, se diagnosticó demencia al 1,3 % de las personas que tomaban laxantes con regularidad y al 0,4 % de los que no usaban laxantes de forma frecuente.
Según indica Sha ''el uso regular de laxantes puede cambiar el microbioma del intestino, afectando con toda posibilidad a la señalización nerviosa del intestino al cerebro o aumentando la producción de toxinas intestinales que pueden afectar el cerebro''.
En concreto y de acuerdo con el estudio, las personas que más probabilidades tenían de desarrollar demencia debido al consumo de laxantes eran las mujeres con menor nivel de educación, que padezcan una enfermedad crónica y que tomen regularmente fármacos anticolinérgicos y opioides.
A este respecto, el doctor anotó que los osmóticos y estimulantes no se recomiendan para el uso regular, aunque algunas personas los utilizan a diario. Esto se demostró en los resultados del estudio, ya que el riesgo de demencia también aumentó con el número de tipos de laxantes utilizados.
Para las personas que usaban un tipo de laxante, hubo un 28% más de riesgo, en comparación con un 90% más de riesgo para las personas que tomaban dos o más tipos de ellos. Sin embargo, entre las personas que usaban solo un tipo, solo las que tomaban osmóticos tenían un mayor riesgo, con un aumento del 64% en comparación con las que no los utilizaban.
Numerosos trabajos ya han detectado que las bacterias intestinales pueden influir en el funcionamiento del cerebro y promover la neurodegeneración influyendo, por ejemplo, en la regulación del sistema inmunológico, modificando la interacción entre éste y el sistema nervioso.
El fenómeno que relaciona las bacterias intestinales presentes en nuestro microbioma con la inflamación o el potencial desarrollo de ciertas patologías neuronales se conoce como 'disbiosis'. Estos procesos han sido el objeto de múltiples estudios que trataban de relacionar esta alteración con el desarrollo de patologías y enfermedades. Por ejemplo, un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Shanghai , China, y publicado en Cell Research en 2019, confirmaba que la disbiosis intestinal estaba implicada en la enfermedad de Alzheimer (EA) e inducía la progresión de esta enfermedad.
El trabajo ofrecía datos de modelos animales de EA y en humanos, así como ensayos clínicos de tratamiento de la EA destacando la relación entre la 'disbiosis', entendida como un cambio en la composición de la flora intestinal que pasa a ser patógena o tóxica para el huésped, y el desarrollo de la EA y de otras neurodegeneraciones como Parkinson.
La respuesta es que se ha encontrado una proteína –polisacáridos-, localizada en la membrana de las bacterias con propiedades proinflamatorias, en las placas amiloides y alrededor de los vasos del cerebro de las personas con la enfermedad de Alzheimer. Además, la microbiota intestinal produce metabolitos -en particular algunos ácidos grasos de cadena corta- que, al tener propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias, afectan directa o indirectamente a la función cerebral.
Por otro lado, sus efectos también están relacionados con la depresión, un proceso que ocurre principalmente en el cerebro. Dos artículos publicados en la revista Nature Communications han desvelado la asociación descubierta entre un determinado grupo de bacterias intestinales y los síntomas depresivos. De esta forma, los investigadores encargados de la investigación han conseguido determinar microorganismos específicos que podrían estar involucrados en la síntesis de mensajeros químicos de gran importancia en la depresión como glutamato y serotonina.
En este sentido, el actual estudio tiene una limitación. Ajustar la dosis exacta de los laxantes que provocan la relación con el desarrollo de la demencia, un dato que los investigadores no pudieron registrar. Eso sí, si futuros trabajos confirmaran estos hallazgos, los profesionales médicos podrían alentar a la modificación del tratamiento del estreñimiento introduciendo cambios en el estilo de vida, como beber más agua, aumentar la fibra dietética y agregar más actividad a su vida diaria.
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