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El insomnio, ese trastorno del sueño que afecta a millones de personas en todo el mundo, puede manifestarse de diversas maneras. Sus síntomas pueden variar en intensidad y duración, pero todos comparten un denominador común: la dificultad para conciliar o mantener el sueño que a la larga puede traer consecuencias para la salud como obesidad, diabetes y enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos.
Cuando una persona duerme mal durante cierto tiempo, se producen alteraciones físicas y mentales que pueden derivar a enfermedad. Tener insomnio no solo es no poder dormir bien, sino que hay una sintomatología que, aunque son señales claras de que lo tienes, más de dos tercios de las personas no buscan ayuda, sino que recurren a la automedicación con los riesgos que supone el uso de fármacos hipnóticos sin control. Veamos cuáles son las circunstancias que te indican que padeces insomnio.
Es el más evidente. Cuando han pasado 30 minutos o más y no has sido capaz de dormirte, continúas dando una vuelta y otra en la cama y la situación no tiene pinta de cambiar, estás ante un síntoma claro de insomnio.
El insomnio también se manifiesta a través de despertares frecuentes durante la noche. Las interrupciones en el ciclo del sueño pueden afectar la calidad del descanso y provocar fatiga y somnolencia diurna.
Aquellos que sufren de insomnio a menudo experimentan dificultades para mantener el sueño una vez que logran conciliarlo. Despertarse temprano por la mañana sin poder volver a dormir puede ser una señal clara de este trastorno.
Aunque pueda parecer contradictorio, el insomnio también puede causar somnolencia diurna excesiva. La falta de sueño reparador puede generar una sensación constante de cansancio, afectando el rendimiento en actividades cotidianas.
La falta de sueño adecuado afecta el estado de ánimo. Las personas con insomnio pueden experimentar irritabilidad, cambios de humor repentinos e incluso dificultades en la concentración y la toma de decisiones.
Aquellas personas que padecen insomnio a menudo desarrollan una preocupación excesiva por su capacidad para dormir. Esta relacionada con el sueño puede convertirse en un ciclo que empeora el trastorno, ya que la preocupación constante puede contribuir a la dificultad para conciliar el sueño.
La tensión muscular es otro síntoma físico asociado con el insomnio. El cuerpo, al no descansar adecuadamente durante la noche, puede manifestar síntomas como dolores de cabeza, rigidez muscular y malestar general.
La falta de sueño afecta directamente la capacidad cognitiva y la concentración. Aquellos que padecen insomnio pueden encontrar desafíos adicionales en la realización de tareas que requieren un enfoque prolongado, lo que puede afectar negativamente la calidad de vida.
El insomnio puede conducir a una fatiga crónica, afectando no solo el rendimiento diurno sino también la salud a largo plazo. La fatiga persistente puede tener consecuencias significativas en la salud física y mental.
Si el insomnio se presenta por un periodo inferior a un mes, se considera insomnio transitorio y si es superior, se trataría de insomnio crónico. En ninguno de los casos, son casos normales ni situaciones con las que haya que convivir, sino que hay que acudir a la ayuda de un profesional médico.
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