La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
INVESTACIÓN Y TECNOLOGÍA
No es, ni mucho menos, una enfermedad común que estemos acostumbrados a escuchar en nuestro día a día. En España se suelen dar menos de diez casos al año, pero en estos momentos centra la atención de las autoridades sanitarias europeas después de detectar un brote con más de medio centenar de casos en Turquía. Hablamos del botulismo, enfermedad neuroparalítica grave causada principalmente por la toxina botulínica (botox), producto de la bacteria Clostridium botulinum y que habitualmente viene asociado de forma natural a temas alimentarios, intestinales, infantiles o de heridas. ¿Por qué están incrementando los casos ahora entonces?
Este último brote de botulismo que han sufrido ciudadanos alemanes, austríacos o suizos en tierras turcas se debe a una series de operaciones para adelgazar y se esconden tras el botulismo iatrogénico, la forma más reciente de botulismo provocada por el hombre, sobre todo en tratamientos médicos con pocas garantías.
Se sospecha que estas operaciones han podido llevarse a cabo con una serie de lotes fraudulentos de este producto, detectados en Jordania, Kuwait, Reino Unido, Polonia y Turquía y denunciado por la OMS el pasado mes de agosto. En esta ocasión lo barato parece salir caro, ya que, aunque estas inyecciones tienen un coste de alrededor de 1.000 euros en Turquía y por encima de los 10.000 en España, el riesgo de este tipo de intervención puede derivar en la intoxicación por la administración de una dosis excesiva de la neurotoxina botulínica. Es precisamente este último aspecto el que ha motivado que se estén incrementando el número de casos y que, aunque hasta el momento el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC) habla de menos de 75 casos, en Turquía ya cifran los afectados en más de 250 personas.
Muchos son los síntomas y riesgos del botulismo. Debilidad, dificultad para hablar, tragar o respirar, dolor de cabeza, visión borrosa, parálisis facial o pérdida de reflejos, entre otros. Hablamos de un contratiempo de salud que puede terminar ocasionando la muerte del paciente. De una enfermedad transitoria, pero que requiere tratamiento de antitoxina para poder superarla.
Así, ponerse botox en según qué partes del cuerpo puede llegar a ser muy arriesgado, a pesar de que se está convirtiendo hasta en una técnica estética de moda entre los jóvenes. Nunca reducir arrugas o mejorar líneas de expresión e intentar controlar la espasticidad muscular a través de inyecciones intragástricas se aventuraba tan arriesgado como ahora. Y las autoridades europeas alarman ante la posible relatividad que hagan los pacientes.
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