Los beneficios de hacer ejercicio durante el tratamiento oncológico

Bienestar

Los tratamientos hacen perder fuerza en la musculatura y reducen la capacidad cardiovascular

La actividad física es muy recomendable, pero debe hacerse de manera personalizada y controlada por un profesional

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Mujer recuperándose después de sufrir cáncer de mama.
Mujer recuperándose después de sufrir cáncer de mama.

La actividad física tiene muchos beneficios para todas las personas, pero ¿puedo hacer ejercicio durante el tratamiento oncológico? Es una duda frecuente y la respuesta corta es que sí. Lejos de lo que se creía hace algunos años en los que se pensaba que el ejercicio no hacía bien a los pacientes con patologías oncológicas y que había que guardar reposo, se ha demostrado que tiene muchos beneficios con respecto a mejoras en la calidad de vida, aportándoles más energía para llevar mejor los efectos secundarios que les produce el propio tratamiento, como puede ser incomodidad o incapacidad para hacer una vida normal.

Muchos equipos de profesionales médicos animan a sus pacientes a que continúen siendo tan físicamente activos como sea posible antes, durante y después del tratamiento. Además insisten en que debe hacerse en su justa medida y de manera moderada, adaptado a la persona y a la patología que padece ya que tiene muchos beneficios para la salud. Antes de poner en marcha la práctica de actividad física, hay que tener en cuenta aspectos como:

  • El tipo y etapa de cáncer que tiene el paciente.
  • El tratamiento que está llevando.
  • Su aguante, fuerza y acondicionamiento físico antes y durante el tratamiento.

El ejercicio físico puede hacerse tanto si el cáncer está avanzado como si ya se ha estabilizado o, incluso, si se "está limpio". Lo importante es mantenerse físicamente activo en todo momento, introduciendo la intensidad de los ejercicios de manera progresiva y con prácticas que sean seguras para el paciente.

Pautas para comenzar

  • Mentalizarte de que vas a introducir un cambio en tu vida.
  • Hacer ejercicio unos minutos. Poco a poco vas aumentando la frecuencia y la duración. Para eso, tendrás que escuchar a tu cuerpo y parar cuando tus músculos te lo pidan.
  • Parar de hacer ejercicio si te sientes mareado o notas que puedes perder el equilibrio al estar de pie.
  • Mejor sesiones breves con descansos frecuentes. Por ejemplo, caminar a paso rápido, intercalando con periodos en los que vayas más tranquilo, luego vuelve a caminar a paso rápido y así sucesivamente. También puedes repartir el ejercicio en series.
  • No hagas más de lo que puedes y que todo esté siempre supervisado por un médico, independientemente de la intensidad del ejercicio. Aunque tu capacidad no te permita hacer una actividad intensa, para ti va a suponer un gran esfuerzo porque va en función del avance de la enfermedad.
  • Evitar cualquier actividad que implique un riesgo de lesión. Ante cualquier malestar que puedas encontrarte, debes acudir al médico a la mayor brevedad posible.
  • Prueba con distintos tipos de ejercicios.
  • Procura hacer ejercicios sencillos y divertidos.

Mejoras para la enfermedad

  1. Beneficia la capacidad cardiovascular. Los tratamientos de radioterapia y quimioterapia reducen mucho la eficacia de lo que puede abarcar este sistema.
  2. Ayuda a mantener la composición corporal. Es normal que la musculatura se debilite con algunos tratamientos y es imprescindible que esté fortalecida para evitar recaídas y desencadenar otras patologías como la osteoporosis o enfermedades cardiovasculares.
  3. Recuperar fuerza. Algunos pacientes pierden fuerza y coordinación por la inactividad de su día a día a causa de los tratamientos; por lo que es muy recomendable que hagan ejercicio, siempre de manera personalizada y supervisada por un profesional.
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