Baby-clash: cuando la llegada de un bebé pone a prueba la estabilidad de la pareja
Investigación y Tecnología
El baby-clash es el término utilizado para designar el choque de emociones que supone a la pareja la llegada de un bebé al núcleo familiar
Maneras de afrontar los cambios como la maternidad en las relaciones de pareja
Elementos que comparten las parejas sanas y duraderas
Ser padres es uno de los momentos más esperados y deseados por muchas parejas. Sin embargo, la llegada de un bebé no siempre es tan idílica como nos presuponemos. El cambio de vida sumado al tsunami emocional en el que andan sumergidos ambos miembros de la pareja, hace que surja un nuevo concepto que define la situación real que viven muchas personas tras la llegada de un bebé a sus vidas y que se aleja bastante de las expectativas.
Se llama baby-clash, un término designado por el psiquiatra Bernard Geberowicz que significa “choque del bebé” con el que describe ese "terremoto emocional que el nacimiento de un bebé suele causar en el núcleo familiar".
La llegada de un bebé es realmente un choque de emociones porque pasas por momentos de frustración, cansancio, poco tiempo en pareja, poco cariño y encuentros íntimos, así como también exceso de tiempo con el bebé quienes, a veces, vienen para fortalecer la conexión emocional entre la pareja, pero, por otro lado, puede suponer un gran desafío en el que el día a día de la relación puede ser lo más parecido a estar subido en una montaña rusa.
Se convierte en el principal motivo de ruptura de la pareja
La llegada de un hijo es uno de los momentos más transformadores en la vida de una pareja. No porque esa persona tan pequeña haga las cosas con mala intención, sino por todo lo que conlleva la crianza de un bebé y si se añade que la estabilidad de la pareja se había mermado en otras etapas de la relación, este nuevo miembro puede conducir a la ruptura definitiva.
La demanda del bebé es muy grande y la responsabilidad por parte de ambos progenitores no es la misma, lo que hace que se vayan separando los caminos hasta que se forma un abismo que cada vez se hace más grande. Y es que encajar la llegada del nuevo miembro no es fácil. Se pierde la independencia y el sentido de la responsabilidad, genera mucho desgaste y carga mental. ¿El desenlace? El fenómeno baby-clash. Llegados a este punto, ningún motivo tiene el suficiente peso como para reconstruir lo que ya está roto. No importa si llevas muchos años de relación, ni si el bebé ha sido buscado y deseado. Cuando las circunstancias no acompañan, la ruptura está asegurada.
Uno de los principales motivos por los que llega este desgaste, sobre todo mental y emocional, es porque la pareja no exterioriza sus sentimientos. Es sano y necesario, pero socialmente está mal visto hablar mal o quejarse de la crianza y cuando se deciden a hacerlo, no encuentran consuelo en su entorno quien, a veces, son duros con sus opiniones. La maternidad está tan estereotipada que los implicados no se atreven a contar lo que les pasa por miedo a ser juzgados, pero cuando se desahogan con las personas adecuadas, se dan cuenta de que es una problemática bastante más común de lo que ellos pensaban.
Puntos de vista diferentes
El baby-clash suele darse en los primeros años de vida de los niños. La mayoría de las parejas se plantean el divorcio. Unas tardan más y otras menos, pero dar el paso definitivo es cuestión de tiempo, una vez que esa ha sido la única solución posible al "problema".
Cuando llega un bebé, inexplicablemente, uno de los dos miembros de la pareja empieza a tener comportamientos diferentes porque afrontar tantos cambios de golpe es muy "duro". Se necesita tener una buena comunicación para comprenderse mutuamente y con la que, muchas veces, se pondrá a prueba la relación. Son muchas emociones encontradas, incluida el miedo y el vivir con la incertidumbre ya que ser padre y/o madre implica que muchas cosas escapan de control y que hay que improvisar "sobre la marcha".
La distancia emocional cada vez es más grande hasta el punto de que la convivencia es más parecida a la de unos compañeros de piso que a la de la de una familia.
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