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El agua aguaes un recurso natural vital para la vida y es un nutriente esencial que el cuerpo humano necesita consumir regularmente. De hecho, el agua es el principal componente del cuerpo humano y constituye entre el 50% y el 70% del peso corporal, encargada de regular la temperatura corporal, la eliminación de desechos o la lubricación de las articulaciones. Así, la falta de este elixir tan necesario para nuestro organismo, puede causar una amplia variedad de problemas de salud, desde fatiga y dolor de cabeza hasta problemas renales y cardíacos graves. Además, beber agua en lugar de bebidas azucaradas puede ayudar a controlar el peso y prevenir la obesidad. Ahora, con la salud mental salud mentalen el centro del debate público y social, varias investigaciones han demostrado que el agua cumple un papel protagonista en el rendimiento cognitivo y el estado de ánimo.
Esta falta de hidratación puede afectar al estado anímico de los sectores más frágiles como son los ancianos y los niños, aunque también a cualquier adulto que no ingiera la cantidad de agua recomendada para su condición, que puede oscilar entre los dos y los dos litros y mediodos y los dos litros y medio. En 2011, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, 2011) confirmó la importancia de la ingesta de agua en relación con el rendimiento cognitivo. En su opinión científica correspondiente, se establece claramente que hay una relación bien establecida entre la ingesta de agua y el mantenimiento de las funciones cognitivas y físicas normales.
En la otra cara de la moneda, la deshidratación del cerebro puede afectar peligrosamente a los neurotransmisores, lo que a su vez afecta las funciones cognitivas complejas en las que participan. Asimismo, la falta de hidratación interfiere con el flujo sanguíneo, lo que resulta en una disminución en la oxigenación del cerebro. Esto puede explicar adecuadamente la letargia que se produce en el rendimiento cognitivo. Así, según un estudio publicado en 2013, según indica el Instituto de Agua y Salud, se mostró que en adultos sanos, una deshidratación del 2,8% del peso corporal (por exposición al calor o tras un ejercicio fuerte) puede producir efectos comprobables como una disminución en la concentración mental, el rendimiento físico y la memoria a corto plazo, además de un aumento en el cansancio físico, la aparición de dolores de cabeza y una reducción en el tiempo de respuesta del individuo ante ciertos estímulos.
El agua también puede tener un impacto en el estado anímico, precisamente por el impacto que tiene sobre nuestras funciones cognitivas y nuestro cerebro. En un estudio llevado a cabo por Pross et al, se pidió a un grupo de sujetos que mantuvieran su ingesta de agua habitual durante dos días de referencia y después que aumentasen o redujesen la ingesta de agua durante tres días de intervención. Los resultados mostraron que aquellos que bebían mucha agua y redujeron su ingesta experimentaron una disminución de la alegría, la tranquilidad y las emociones positivas. En cambio, en el grupo de aquellos que bebían poca agua, el aumento de la ingesta de agua dio lugar a una disminución de la sed y la confusión.
Por otro lado, cuando nos deshidratamos, el cuerpo aumenta la producción de cortisol, una hormona del estrés, y se activan procesos fisiológicos similares a los que ocurren en situaciones de peligro o estrés. La sensación de tener la boca seca es uno de los síntomas de la ansiedad, y beber agua en ese momento puede ser una herramienta útil para reducir los niveles de intranquilidad.
Además, la falta de acceso a agua potable y saneamiento básico puede tener un impacto significativo en la salud mental y emocional de las personas. Las personas que viven en áreas sin acceso adecuado a agua potable y saneamiento básico a menudo enfrentan problemas de salud mental debido a la falta de higiene y los riesgos asociados con la contaminación del agua. Entre ellos se destacan enfermedades causadas por virus, microbios y parásitos como diarrea, fiebre tifoidea, cólera, hepatitis A y otras, así como cáncer provocado por productos químicos tóxicos que se encuentran en el agua contaminada o problemas reproductivos debido a la exposición a sustancias químicas.
Por otro lado, estar cerca del agua puede tener un efecto calmante y relajante en la mente y el cuerpo. Las actividades acuáticas como nadar, hacer surf o remar son conocidas por reducir los niveles de estrés y ansiedad. La llamada "terapia de agua" se ha utilizado como una forma de tratamiento para la salud mental, incluyendo el trastorno de estrés postraumático.
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