Enfermedad cardiovascular
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Pediatría
Cuando un año termina y uno nuevo empieza es común realizar propósitos para el año nuevo. Entre estos suele estar también mejorar nuestros hábitos de vida. Sin embargo, si de mejorar el futuro hablamos, uno de los ámbitos que a veces se pierde de vida es mejorar no solo los propios hábitos, sino también los de los más pequeños. Y es que este 2020 también trae muchos los retos pendientes en materia de salud pediátrica.
En palabras de María José Mellado, presidenta de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “ahora tenemos un estado de salud increíble, con una mortalidad infantil bajísima, pero en lo que tenemos que hacer hincapié es en la prevención”. Es por ello que “el primer reto es no bajar la guardia en las vacunas”. Aunque la situación no es preocupante en España, la tendencia de los antivacunas sí comienza a alertar en Europa. “Si dejamos de vacunar a los niños no tendremos el efecto de protección y aparecerán las epidemias”, como ha sido el caso del sarampión, la difteria, la rubeola, etc.
En España, el 35% de los niños de entre 8 y 16 años tiene exceso de peso,
El segundo reto, también en línea con la prevención, es mejorar los hábitos de vida. A este respecto, Antonio Conejo, responsable del servicio de Pediatría del Hospital Vithas Xanit Internacional recuerda que “en España, según un reciente estudio de Unicef, el 35% de los niños de entre 8 y 16 años tiene exceso de peso, el 14,2 % de ellos con obesidad franca”. Así recuerda que, en este aumento de la obesidad infantil, la clave está en la alimentación y en el aumento del sedentarismo.
“En el caso de la obesidad suele haber un mal planteamiento general de la familia en materia de nutrición. El niño obeso suele vivir en una familia obesa, ya que los hábitos alimenticios y el estilo de vida suelen ser comunes. Las familias suelen solicitar una ‘dieta’ para el niño que le ayude a perder peso, pero ese planteamiento está siempre condenado al fracaso. Lo que se necesita es cambiar los hábitos alimenticios del núcleo familiar de manera realista y mediante educación nutricional cercana y comprensible”. Algo a no perder de vista, porque la obesidad a largo plazo conllevará un mayor riesgo cardiovascular, además de mayor riesgo de diabetes e hipertensión.
Por otra parte, María José Mellado hace hincapié en el sedentarismo de la población infantil, que se relaciona también con el abuso de las pantallas y el cambio de las actividades sociales en grupo, por las actividades de ocio individuales en casa. En este sentido, propone, por ejemplo, que los niños vayan andando al cole, o que los patios de los colegios permanezcan abiertos los fines de semana para fomentar esta actividad deportiva en grupo.
“Hay que regular este uso de la tecnología, normalizarlo, que se utilice para el aprendizaje, pero no para que los niños se queden siempre encerrados en casa”. Y es que además de la obesidad, este problema se relaciona con otro de los grandes retos, que es la salud mental. “Este es un problema acuciante y emergente en los adolescentes y en los niños, teniendo en cuenta que se trata, además, principalmente de problemas atajables, como ansiedad o mini depresiones encubiertas”, para lo que las actividades de ocio resultan importantes para motivarles. Sobre esta cuestión, Antonio Conejo también concluye que “están aumentando de forma importante los casos de adicción a las nuevas tecnologías por parte de los adolescentes, los cuales son a veces muy difíciles de detectar por familias y educadores”, por lo que la prevención siempre será la mejor estrategia.
Uno de los retos de esta década sin duda es el impacto de la crisis medioambiental en la población infantil. La propia AEP advertía recientemente de que los niños soportan hasta el 88% de la carga de enfermedad atribuible a la crisis climática. “Esto influye por ejemplo en que haya muchas más alergias, porque hay muchas más partículas tóxicas en el ambiente”. Si bien se trata de un reto global, la experta recuerda que también es importante concienciar a los niños. Aunque a veces los que necesitan concienciación son los padres, por ejemplo, en el caso de los padres fumadores. “Fumar en casa, supone que todos los textiles o juguetes se impregnen de nicotina y los niños absorban esos tóxicos. Son los más mayores los que han de cambiar los hábitos para mejorar la salud de los pequeños”.
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