La depresión y la ansiedad se disparan a causa de la pandemia
Salud mental
Pacientes y expertos piden poner el foco en las estrategias de salud mental, normalizar la depresión y barrer estigmas
Más del 50% de la población ha mostrado síntomas síntomas de ansiedad, depresión o alteraciones del sueño
“La inminencia de una depresión no se presiente. Comienza desde la frente a las rodillas. Es la enfermedad más grande, invisible, inesperada, destructiva, egoísta, insana, paranoica, desaliñada, mugrienta y tendenciosa que he conocido”. Así describe la escritora Almudena Sánchez la enfermedad que ha padecido al inicio de su libro Fármaco. La escritora participó junto a expertos en salud mental en el XIX Seminario Lundbeck ‘Covid-19 y Depresión, la tormenta perfecta’, un encuentro con medios de comunicación celebrado recientemente en Sitges, que sirvió para analizar el abordaje de la depresión en general y su impacto durante la pandemia en particular.
Para el doctor Eduard Vieta, Jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona, la pandemia ha cambiado la práctica de la Psiquiatría. “Más del 50% de la población general ha mostrado síntomas de estrés emocional, como síntomas de ansiedad, depresión, y alteraciones del sueño. Los profesionales sanitarios se han visto especialmente expuestos al virus y al estrés de trabajar con una enorme carga asistencial y temor al contagio propio o familiar”, afirmó. “En nuestro hospital habilitamos un hotel y mucha gente dejó de vivir en su casa para no exponerlos”.
Tendencia
Globalmente, la incidencia de estos problemas ha aumentado un 25%
Globalmente, los casos de depresión y ansiedad crecen más de un 25% en el mundo, concretamente un 28% en depresión y un 26% en ansiedad. La crisis del coronavirus en 2020 provocó 53 millones de trastornos depresivos más de los esperables, 35 millones en mujeres. Según los datos aportados por el experto, un 33% pacientes ingresados con Covid-19 presentaban depresión. El primer estudio publicado en el mundo sobre el impacto psicológico de la pandemia en una muestra de la población española, tres semanas después de la declaración del estado de alarma, asegura que el 43% de los pacientes presentaban síntomas de depresión, el 56% síntomas de ansiedad. Asimismo, presentó datos de estudios del CiberSam sobre el efecto de la pandemia en profesionales sanitarios con altas tasas de ansiedad generalizada, depresión y estrés postraumático.
En este contexto, Vieta puntualiza que “no es lo mismo tener síntomas depresivos que tener una depresión, y lo mismo se aplica a la ansiedad. Muchas personas han percibido malestar emocional, nerviosismo, y dificultades para conciliar el sueño durante el confinamiento y más allá, pero sólo una proporción mucho más pequeña de ellos ha desarrollado un trastorno depresivo o ansioso que ha precisado tratamiento. Sin embargo, el hecho de que tanta gente haya mostrado sufrimiento emocional ha sido y es un caldo de cultivo para que aumenten estos trastornos.
El doctor Lorenzo Armenteros, médico de familia en el Centro de Salud Islas Canarias, en Lugo, y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la SEMG cree que, salvando esa tendencia global ascendente, “las cifras volverán a una cierta normalidad, pero va a ser un proceso lento, costoso y que nos va a exigir mucho esfuerzo. Además, tenemos un problema añadido: una atención primaria y hospitalaria cansada y debilitada para afrontar un reto como este”. Armenteros puso también el foco en los colectivos más vulnerables al efecto en la salud mental de la pandemia: los jóvenes, la tercera edad y las mujeres. En este sentido, subrayó que “si valoramos quiénes han estado en primera línea en momentos de confinamiento, como enfermeras, personal de limpieza o de supermercados, vemos que eran mayoritariamente mujeres; es algo en lo hay que hacer reconocimiento y si hablamos de salud mental es ahí hacia donde hay que centrar los esfuerzos”.
El experto abordó también algunas claves del consumo de medicamentos para la ansiedad durante la pandemia. España tiene un consumo excesivo de estos fármacos, cuyo consumo se ha incrementado en un 20%, y abogó por ajustar el uso de estos medicamentos para “no medicalizarla vida”.
La psiquiatra Rosario Molina, del Hospital clínico San Carlos, Madrid, subrayó que en su ámbito la depresión es un tema muy presente en redes sociales. La doctora Molina, con una amplia actividad divulgadora sobre estos temas en Instagram, afirma que la mayor parte de las preguntas que recibe son sobre depresión y ansiedad. “Cuando he publicado temas sobre autolesiones y trastornos, veo que se comparten mucho y crean mucha actividad en redes”. Asimismo, la doctora subrayó el impacto de las propias redes sociales en la salud mental, especialmente en la población juvenil. “Son muy adictivas, apelan a zonas primitivas del cerebro, a los mecanismos de recompensa; además, está el factor novedad, el refuerzo intermitente que suponen las reacciones, los likes o la viralidad”.
Llamar a las cosas por su nombre
La escritora Almudena Sánchez hace lo más difícil: contarlo. Con un testimonio sencillo y brutalmente honesto habla de la depresión en primera persona. A través de su libro, Fármaco, anima a nombrar y eliminar estigmas. “Hay muchos bulos. No es una enfermedad que no se cure y tampoco es un cuento o una tontería. Hace falta más empatía y comprender que la salud mental importa y que se daña a veces, y para eso hay profesionales y fármacos, al igual que mitigan cualquier otra enfermedad física, también lo hacen con la depresión”, explica. “A la depresión hay que nombrarla, y hacerlo sin estigmatizarla ni asociarlas a algo negativo o a una debilidad. Nombrarla como lo que es, una enfermedad como cualquier otra”. Además, subraya otros valores necesarios para ese proceso: “muchísima empatía, comprensión y apertura de mente, todo eso es tan importante como la investigación y la medicina”. Para ella es el único camino para favorecer la dignificación de la enfermedad.
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