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Colesterol LDL, clave para prevenir un segundo infarto

Enfermedad cardiovascular

La iniciativa ‘Tu Línea Roja 55’, de CardioAlianza y Novartis, pone el acento en el adecuado control de los factores de riesgo en aquellos pacientes que han sufrido un episodio

Trabajos habituales de ejercicio físico en una Unidad de Rehabilitación Cardíaca de un centro hospitalario. / Archivo
Ramiro Navarro

04 de noviembre 2024 - 09:44

El 10 de septiembre se lanzó ‘Tu línea roja 55’, una campaña impulsada por Cardioalianza y Novartis para concienciar a los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio sobre la importancia de mantener el colesterol LDL bajo control. La campaña se dirige específicamente a este grupo, ya que el colesterol LDL, conocido como ‘colesterol malo’, es el principal factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares de origen aterosclerótico, responsables de un 80% de las muertes por enfermedad cardiovascular (ECV) en España. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 la enfermedad cardiovascular fue la principal causa de muerte en el país, y se estima que una de cada cuatro muertes se debe a esta causa.

La enfermedad cardiovascular es un desafío creciente y recurrente para el sistema sanitario español. Más de la mitad de estos problemas están relacionados con un exceso de colesterol LDL en la sangre, un factor determinante en la progresión de la aterosclerosis, que deriva en complicaciones como el infarto de miocardio o el ictus. La Dra. Lola Mesa, jefa de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Reina Sofía, subraya que “solo un cuarto de los pacientes que han sufrido un infarto está en rango adecuado de control de sus factores de riesgo, especialmente el colesterol”. Para el Dr. Manuel Anguita, jefe del Servicio de Cardiología del mismo hospital, “cuanto más bajo sea el nivel de colesterol LDL y cuanto antes se reduzca, mejor será el pronóstico del paciente”.

La campaña ‘Tu línea roja 55’ toma su nombre de la cifra recomendada de colesterol LDL para quienes ya han sufrido un evento cardiovascular, y que no debe superar los 55 mg/dL. “Es una cifra que necesitamos que los pacientes se graben, y que esté presente en sus mentes al igual que lo está el autoexamen en el cáncer de mama”, comenta la Dra. Mesa. Este objetivo de colesterol LDL es más bajo en comparación con los niveles aconsejados para la población general y tiene una base clínica: quienes ya han sufrido un infarto están en riesgo elevado de repetir el evento, y es fundamental reducir su riesgo cardiovascular a través de un control intensivo de factores de riesgo como el colesterol LDL.

Un segundo evento

Uno de cada cuatro pacientes que ha sufrido un infarto de miocardio experimenta un nuevo evento cardiovascular en los dos años siguientes. “Es fundamental que el paciente entienda que, aunque su recuperación inicial haya sido exitosa, sigue siendo un paciente de riesgo elevado”, señala el Dr. Anguita. “A veces, el éxito de los procedimientos médicos genera una percepción errónea en el paciente, y creen que están completamente recuperados, pero la realidad es que el riesgo de un segundo evento está ahí”.

Además, los datos demuestran que el 80% de las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares son evitables mediante el control de factores de riesgo como el tabaquismo, el sedentarismo, la hipertensión y, especialmente, el colesterol LDL. “Lo que tenemos que transmitirles es que hay factores que se pueden modificar, y el colesterol LDL es uno de ellos”, enfatiza la Dra. Mesa.

Rehabilitación cardiaca

La rehabilitación cardíaca es una de las herramientas más eficaces en la prevención secundaria. Estas unidades, que combinan programas de ejercicio supervisado con educación sobre hábitos de vida saludables, han demostrado reducir significativamente el riesgo de un segundo evento cardiovascular.

Aunque la recuperación inicial sea exitosa, sigue siendo un paciente de riesgo elevado

“Las unidades de rehabilitación no solo enseñan al paciente a hacer ejercicio, sino que también le educan sobre cómo vivir de forma cardiosaludable. En ellas, el paciente recibe una educación integral sobre cómo controlar sus factores de riesgo”, apunta la Dra. Mesa. Sin embargo, las unidades de rehabilitación cardíaca no están tan extendidas como deberían. En palabras del Dr. Anguita, “apenas podemos atender al 40% de los pacientes que lo requieren, y esto es algo que necesitamos cambiar”.

Además de las unidades de rehabilitación convencionales, desde el Hospital Reina Sofía, en Córdoba, han logrado implementar programas que combinan la rehabilitación presencial y la telemática, logrando un aumento significativo en el control. “Antes, solo el 25-30% de los pacientes lograban el objetivo de colesterol LDL. Con estos programas hemos alcanzado un 74%, lo que demuestra que estas intervenciones mixtas son efectivas y necesarias”, asegura el Dr. Anguita.

Seguimiento

La campaña también pone de relieve la importancia del seguimiento a largo plazo de los pacientes que han sufrido un infarto. Este seguimiento no solo incluye el control de los factores de riesgo, sino también la coordinación entre los niveles asistenciales de atención primaria y los especialistas en cardiología. La Sociedad Andaluza de Cardiología ha promovido, con el apoyo de Novartis, el Proyecto FARO, que establece un protocolo multidisciplinar para el seguimiento de pacientes cardiovasculares. “El Proyecto FARO pretende asegurar que cada paciente reciba un seguimiento adecuado desde el momento en que sufre un evento agudo hasta el resto de su vida”, explica la Dra. Mesa. Esta iniciativa cuenta con la participación de distintas especialidades médicas, incluyendo atención primaria y asociaciones de pacientes, para crear un circuito de atención integral.

Además, el Proyecto ANDATRACK, desarrollado en paralelo, utiliza alertas en la historia clínica digital para asegurar el seguimiento de los pacientes en atención primaria, facilitando el control de su perfil de riesgo. “Con estos sistemas, esperamos que ningún paciente quede fuera de control y que los médicos de atención primaria tengan una herramienta más para gestionar el riesgo cardiovascular de sus pacientes”, explica Mesa.

Para los doctores Anguita y Mesa, es crucial que la población entienda los riesgos asociados al colesterol LDL y la importancia de mantenerlo bajo control. La educación sanitaria y la adherencia al tratamiento son los pilares sobre los que debe apoyarse esta prevención secundaria, ya que “cuanto más baja sea la cifra de colesterol LDL, menor es el riesgo de sufrir un segundo evento”, recalca el Dr. Anguita.

Sin embargo, no solo se trata de educación individual, sino también de campañas públicas que comuniquen mensajes claros y eficaces. Para ambos expertos, los datos indican que muchos de estos fallecimientos podrían evitarse con un mejor control de los factores de riesgo. La colaboración entre especialistas en enfermería, el hospital y Primaria y las campañas de concienciación masiva son la clave para lograr reducir esta carga y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

“Si conseguimos que los pacientes tomen conciencia de su riesgo y adopten medidas preventivas, estaremos dando un gran paso en la lucha contra la enfermedad cardiovascular”, concluye el Dr. Anguita.

Educación y autocuidado: La enfermería es la pieza clave del puzle de la prevención secundaria

Según explica Margarita Reina, enfermera especializada en rehabilitación cardiaca y portavoz de Cardioalianza, muchos de estos pacientes desconocen que, después de un evento, su control del colesterol debe ser aún más estricto. Aunque se les prescriben fármacos, a menudo no se les explica la importancia de reducir el LDL hasta niveles específicos, y tampoco se realizan los controles periódicos necesarios. En palabras de Reina, “muchos pacientes solo miran el colesterol total, pero no saben que deben mantener el LDL por debajo de este límite para evitar un segundo evento cardiovascular”.

Reina subraya el rol de la enfermería como pieza clave en la prevención secundaria. Desde las aulas de educación terapéutica hasta las escuelas de pacientes, los profesionales de enfermería se encargan de formar a los pacientes y sus familias para que comprendan su enfermedad y puedan manejarla de forma adecuada. “Los pacientes deben entender que el colesterol es uno de los principales factores de riesgo. Hay que educar tanto al paciente como a la familia para que todos se involucren en el autocuidado”, indica Reina. Las enfermeras, en su papel de educadoras y gestoras del cuidado, son a menudo las primeras en detectar que los pacientes están abandonando sus tratamientos o relajando sus hábitos de vida. Esto, asegura Reina, puede ocurrir en zonas rurales o con menor acceso a recursos, donde el acompañamiento del personal sanitario se vuelve especialmente importante. “En muchas áreas rurales, los pacientes no tienen acceso fácil a los grandes hospitales, y es aquí donde la enfermería tiene un papel fundamental, trabajando de cerca y educando a estos pacientes”.

Asimismo, un pilar esencial para el éxito de la rehabilitación cardíaca es la continuidad en la atención y la labor de las asociaciones de pacientes, que no solo ayudan en la fase inicial de rehabilitación, sino que acompañan a los pacientes en el autocuidado durante todo el año. Este trabajo abarca actividades educativas y entrenamiento físico en lo que se conoce como la fase 3 de la rehabilitación. Según Reina, “esto es crucial para evitar ingresos hospitalarios y mejorar la calidad de vida de los pacientes”. Las asociaciones organizan charlas con cardiólogos y actividades de prevención en centros educativos, donde los propios pacientes se convierten en embajadores de salud y en mentores para otros.

Uno de los grandes desafíos para el acceso a la rehabilitación es la distancia a los hospitales. En Andalucía, por ejemplo, menos del 30% de los pacientes acceden a programas de rehabilitación cardíaca. La solución, según Reina, pasa por acercar estos servicios a hospitales comarcales y centros de atención primaria, permitiendo que los pacientes que viven lejos de las ciudades puedan acceder a los cuidados necesarios sin la presión de tener que trasladarse. Para Reina, la descentralización de estos servicios es una cuestión de equidad en la atención sanitaria, especialmente para pacientes de bajo riesgo que podrían beneficiarse enormemente de un programa de rehabilitación cercano a sus hogares. Además, “esto permitiría reservar los servicios de alta especialización en cardiología para aquellos pacientes que realmente lo necesitan, optimizando así los recursos hospitalarios”.

Adherencia terapéutica

La adherencia al tratamiento es otro de los grandes retos. Reina destaca que muchos pacientes tienden a relajarse después del primer año post-infarto, cuando ya no sienten el mismo miedo y perciben que “todo ha vuelto a la normalidad”. Esto es particularmente peligroso, ya que es precisamente en esta etapa cuando el riesgo de un segundo evento cardiovascular es alto. “Con el tiempo, los pacientes abandonan las pautas de autocuidado e incluso el tratamiento farmacológico. Creen que, si su tensión está controlada, pueden dejar la medicación. Pero el abandono de estas pautas los coloca en riesgo”, advierte Reina.

Por último, hace hincapié en que “es fundamental insistir a través de las asociaciones de pacientes y recordarles que el autocuidado es la clave para evitar futuros eventos”, recalca.

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