Historias sobre la depresión en primera persona

Salud mental

El proyecto ‘Saber que se puede’ presentado en las jornadas ‘Depresión y Suicidio en Andalucía’, celebradas en el Parlamento Andaluz

Autoridades, ponentes y algunos asistentes a la jornada celebrada en el Salón de Plenos del Parlamento Andaluz.
Autoridades, ponentes y algunos asistentes a la jornada celebrada en el Salón de Plenos del Parlamento Andaluz.
Redacción

06 de noviembre 2021 - 10:43

Cerca de tres millones de españoles padecen depresión. El suicidio es la consecuencia más grave de esta patología siendo, hoy por hoy, la primera causa de muerte prevenible en España, 13 veces mayor que el número de homicidios. Estos son algunos de los datos ofrecidos en el trascurso de la Jornada Depresión y Suicidio en Andalucía, y que ponen de manifiesto “la necesidad de actuar de manera urgente y efectiva en la prevención, visibilidad y tratamiento de la depresión en todas sus vertientes y en todos los colectivos, especialmente en aquellos más vulnerables”, asegura José Ramón Pagés Lluyot, coordinador de la Fundación de la Asociación Nacional de Ayuda al Enfermo de Depresión (Anaed).

Conscientes de esta situación, la Fundación Anaed ha presenta do el proyecto ‘Saber que se puede’, que cuenta con la colaboración de Janssen, y que consta de cinco cortos que muestran en primera persona la realidad de la depresión. Retrata la depresión en adolescentes, ancianos, mujeres víctimas de violencia de género y pacientes de VIH y Cáncer. El “objetivo de este proyecto es formar, concienciar, informar y normalizar una enfermedad que la sociedad tiende a no visibilizar minimizando los terribles efectos que provoca”, asegura Pagés.

En este sentido, David Hernández Alcaraz, director de los cortometrajes y productor de Daristóteles, compañía encargada del proyecto, coincide en destacar que “los cortometrajes no han de tener una vida efímera, sino que han de servir como manifiesto de la falta de visibilidad que estas patologías tienen”.

Javier Romero Cuesta, uno de los coordinadores del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía, asegura que es fundamental poner el foco en la prevención. “En Andalucía se ha creado un grupo de trabajo multidisciplinar para analizar, identificar y proponer mejoras. Entre estos aspectos destaca la creación de programas intensivos en la atención al paciente con conduta suicida en cada UGC”, explica Romero.

Andalucía es la comunidad que presenta las tasas más altas de suicidio con un fallecimiento cada 14 horas por este motivo. Si bien es cierto que los expertos han apuntado que esta tendencia ha mostrado un ligero retroceso en el último año, el coordinador de ANAED asegura que las personas afectadas por depresión cuentan con escasas herramientas sociales a la hora de hacer frente a esta patología. La sociedad no ayuda al convertir este tipo de patologías en tabú, las familias desconocen cómo actuar ante esta situación y las administraciones deben dotar de mejores recursos la asistencia sanitaria. “Por poner un ejemplo, la media europea es de 18 profesionales especializados en salud mental por cada 100.000 habitantes, en España contamos con seis por cada 100.000 habitantes y en el caso de Andalucía el número de profesionales se reduce a tres”.

Por su parte, uno de los coordinadores del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía (PISMA), Javier Romero Cuesta, asegura que es fundamental poner el foco de la atención sanitaria en la prevención. “En Andalucía se ha creado un grupo de trabajo multidisciplinar para analizar, identificar y proponer mejoras. Entre estos aspectos destaca la creación de programas intensivos en la atención al paciente con conduta suicida en cada UGC”, explica Romero Cuesta.

En el caso de los adolescentes, todos los participantes coincidieron en destacar el preocupante aumento en los índices de depresión que se registran en este colectivo. Según Romero Cuesta, “sabemos que a nivel nacional el suicidio es la tercera causa de muerte en el grupo de edad de entre los 15 y los 29 años”. Sin embargo, no hay una respuesta clara, según los expertos. “Posiblemente, el adolescente es más sensible a la pérdida de la rutina diaria y a la ‘desconexión’ vital que se ha producido con la pandemia. Es una edad mucho más intensa y por ello pueden tolerar peor el freno vital que se ha producido. Contando además la incertidumbre del futuro que puede nublar sus expectativas a medio y largo plazo”, asegura Romero Cuesta.

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