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Este martes se celebra el Día Internacional del Cáncer de Mama, que sigue siendo el tumor más diagnosticado entre las mujeres a nivel mundial. Si bien, el diagnóstico precoz, el éxito de los tratamientos y el avance de los cribados están favoreciendo la supervivencia de un cada vez mayor número de pacientes.
No obstante, ser diagnosticada de cáncer de mama y superar los tratamientos implica múltiples necesidades de atención, además de problemas médicos, adaptaciones continuas a problemas sociales, mentales y emocionales, que limitan la calidad de vida de estas pacientes.
Muchas pueden presentar secuelas físicas como cambios en la imagen corporal, fatiga, falta de energía, problemas en el sueño; neurocognitivas (disfunción cognitiva) o psicológicas (ansiedad y depresión), que son importantes combatir para ayudar a superar la enfermedad. Es por ello que el cáncer de mama no es sólo un problema médico, sino que también es un problema que tiene una incidencia psicológica y física grave.
Cuando se inicia la sospecha de diagnóstico de cáncer, tanto el paciente como el familiar se exponen a un fuerte impacto emocional, tras lo que atravesarán diferentes fases que generan estrés y en ocasiones malestar emocional. “Es común que el paciente oncológico padezca síntomas de ansiedad y depresión que requieran de intervención psicológica”, subraya la responsable de la nueva Unidad de Psicooncología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Raquel Calero.
En este sentido, la especialista incide en la importancia de abordar el cáncer también desde la perspectiva bio-psico-social, eliminando, en la medida de lo posible, el estigma de lo "psicopatológico" para normalizar y naturalizar estos signos. “Todos los enfermos oncológicos experimentan diferentes reacciones emocionales y físicas, antes, durante y después del tratamiento”, afirma la doctora Calero, quien apunta que es fundamental ofrecer el acompañamiento psicológico a las pacientes y familiares desde el inicio del diagnóstico.
Por su parte, el doctor Pablo Reyes, especialista en cirugía plástica y responsable de la cirugía oncoplástica de la Unidad de Mama del Hospital Quirónsalud Huelva, hace referencia a la reconstrucción mamaria como un gran avance que “reduce notablemente el impacto emocional de la paciente ya que así evita verse en ningún momento sin mama”.
La reconstrucción mamaria inmediata es aplicable en la gran mayoría de las pacientes que deben someterse a una cirugía de cáncer de mama. Señala el doctor Reyes que “en los casos en los que el tratamiento de radioterapia fuera posterior a la cirugía, dicha reconstrucción debería posponerse hasta finalizar el tratamiento oncológico”.
Para los casos de extirpación completa de la mama –mastectomía--, la técnica empleada es la reconstrucción mamaria mediante expansor con prótesis. También existen procedimientos de reconstrucción mamaria en los casos de cirugía conservadora de la mama, que “permiten movilizar los tejidos y corregir las secuelas que pudieran aparecer tras resecciones oncológicas, mejorando el aspecto de la mama y reduciendo así el impacto emocional sobre la paciente”.
Para el doctor Reyes, la valoración completa de la paciente por parte del equipo médico es fundamental antes de la reconstrucción mamaria. Edad, situación oncológica, enfermedades asociadas, entre otras; pueden aumentar el riesgo de estas técnicas quirúrgicas.
Otra de las grandes iniciativas que está ayudando a superar la enfermedad a muchas mujeres con cáncer de mama es la que surgió de la oncóloga María Valero, del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, y Matilde Mora, licenciada en Educación Física y presidenta de VidaON, un programa de recuperación de las pacientes a través del deporte.
Según la doctora María Valero, “la práctica de ejercicio físico tiene numerosos beneficios sobre los pacientes oncológicos, mejorando su calidad de vida, reduciendo el impacto negativo de la enfermedad en la salud física y emocional del paciente, e incrementando la supervivencia”.
En palabras de la especialista, hasta el momento hemos visto los efectos positivos del ejercicio sobre mujeres que ya han concluido su tratamiento adyuvante con la práctica de distintas disciplinas como marcha nórdica, realización de práctica de ejercicio funcional en gimnasio y piscina, y ahora con el remo olímpico. Sobre este último, se está desarrollando un estudio de investigación de sus efectos sobre 16 mujeres que practican este deporte de forma continua tras finalizar su tratamiento, pudiendo comprobar los múltiples beneficios.
Por su parte, Matilde Mora detalla que se han medido numerosos parámetros, previos y posteriores al comienzo del ejercicio, pudiendo constatar avances en aspectos como la fuerza en piernas, brazos y espalda; mayor resistencia cardiovascular; así como en la amplitud de movimiento en hombros. A todo esto, hay que añadir los beneficios psicosociales gracias a la motivación y adherencia al ejercicio físico de las mujeres que en muchos de los casos no habían realizado ejercicio con anterioridad; mejoras en aspectos psicológicos como la ansiedad, depresión y percepción de la realidad y de uno mismo. Esta actividad favorece la interacción con otras personas al ser un deporte de equipo disfrutando de un entorno relajante, en contacto con la naturaleza.
Los datos están siendo procesados por los estadistas, como apostilla María Valero, para poder sacar conclusiones que puedan extrapolarse para el resto de las pacientes. De forma más reciente se está estudiando el papel del ejercicio físico continuado durante la fase del tratamiento oncológico, observando una clara mejora en la tolerancia a los mismos. “Tenemos el concepto erróneo de que la debilidad provocada por los tratamientos debe tratarse con reposo, por el contrario, numerosos estudios han demostrado la eficacia del ejercicio físico para controlar la fatiga (o cansancio) provocada por éstos, al igual que otra sintomatología como las náuseas, la falta de apetito, el dolor muscular y articular, y las alteraciones del sueño. Nos va a permitir mantener o mejorar la capacidad física, funcional y emocional de los pacientes”, asevera.
El equipo de Oncología de Quirónsalud Sagrado Corazón-Oncoavanze ha sido merecedor de una beca de investigación otorgada por la Fundación Quirónsalud destinada a un programa de actividad física diseñado específicamente para pacientes diagnosticadas de un carcinoma de mama estadio precoz que se están sometiendo a tratamiento quimioterápico. En el proyecto, de dos años de duración, trabajan simultáneamente oncólogos, profesionales del ámbito de las ciencias de la actividad física y el deporte, y psicooncólogos, aplicando de forma controlada y supervisada un programa de 20 semanas que combina ejercicios de fuerza, coordinación y resistencia aeróbica a través de la marcha nórdica y el entrenamiento funcional.
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