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Advierten del riesgo de no manipular adecuadamente algunos fármacos

Enfermería

El Consejo General de Enfermería y el Instituto Español de Investigación Enfermera elaboran una guía para mejorar la seguridad en el manejo de medicamentos peligrosos

La guía propone el seguimiento de aquellos profesionales que cuenten con mayor exposición. / Archivo
Silvia C. Carpallo

30 de octubre 2021 - 11:56

El denominado cáncer ocupacional o de origen laboral, además de problemas de fertilidad son dos de los efectos secundarios más frecuentes de los profesionales sanitarios que se ven expuestos con asiduidad a algunos medicamentos peligrosos. De hecho, en Europa en 2012 se produjeron más de 106.500 muertes por cáncer, atribuidas por exposición a sustancias cancerígenas en el marco laboral. Asimismo, según los datos de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajos, a exposición a riesgos biológicos o químicos más prevalente es la que se da en el sector de la asistencia sanitaria.

Mortalidad directa

En Europa en 2012 se produjeron más de 106.500 muertes por cáncer, atribuidas por exposición a sustancias cancerígenas en el marco laboral.

Gran parte del problema es que hay fármacos, como los empleados en quimioterapia, que son reconocidos como peligrosos. Sin embargo, hay otros de uso más frecuente, como inmunosupresores, antivirales o antiepilépticos, cuyos efectos son menos conocidos y, por tanto, no siempre son tratados con el debido cuidado. De esta forma, hay que valorar el riesgo en tratamientos que se utilizan con pacientes trasplantados para evitar el rechazo, en artritis reumatoide o incluso para el tratamiento de embarazos ectópicos. No solo en los hospitales. También en los domicilios de los pacientes.

Con el objetivo de generar una mayor seguridad, tanto para profesionales como para pacientes y familiares, el Consejo General de Enfermería (CGE), en colaboración con el Instituto Español de Investigación Enfermera, ha elaborado la ‘Guía para la monitorización de superficies con medicamentos peligrosos.’

En dicho documento se insiste en que, si bien no es posible monitorizar todos los medicamentos peligrosos existentes, sí que es necesario un mayor seguimiento de algunos medicamentos diana como la ciclofosfamida, el metotrexato, la doxorrubicina o el fluorouracilo. A estos añade otros a vigilar como ganciclovir, tracolimus, micofenolato, Bacillus calmette guerin, epirrubicina, doxorrubicina pegilada, paclitaxel, azacitidina, ciclosporina y feniatoína.

Por otra parte, el documento destaca como principal medida de protección la monitorización de superficies para detectar proactivamente la contaminación. Para ello, existen dispositivos portátiles, fáciles de utilizar, que permiten medir la existencia de restos de medicamentos concretos, con el fin de evaluar si se está haciendo o no una correcta limpieza de las superficies. Estos dispositivos, según los expertos, incluso podrían ser accesibles a los domicilios en algunos casos concretos.

Respecto a las superficies a analizar, otro de los problemas es que generalmente se presta atención a los servicios de Farmacia hospitalaria. Pero algunos de estos fármacos se manipulan también en otras áreas del hospital o incluso del domicilio. Algunas son obvias, como los lugares de transporte, almacenamiento o carros de medicación, pero también hay que tener en cuenta otras como los teclados y ratones, suelos de las áreas del cuidado del paciente o de los baños. Incluso las sillas, mesitas y camas de los pacientes. “En general hablamos de áreas y superficies donde se reciben, transportan, preparan, administran y desechan los medicamentos peligrosos”, explica José Luis Cobos, vicepresidente del CGE y uno de los autores de la guía.

La exposición habitual

Los expertos indican que el riesgo no solo está en el contacto durante la preparación y administración, también al manejar residuos, áreas contaminadas, líquidos corporales o incluso con la ropa de cama. A este respecto Tamara Domingo, enfermera Pediátrica, destaca la importancia de no olvidar medidas de protección tan sencillas como el uso de bata, guantes y mascarilla. En la misma línea, Guadalupe Fontan, coordinadora de la guía y miembro del Instituto Español de Investigación Enfermera, llama a la calma y recuerda que no se trata de alertar a las familias, sino de aportar formación e información para tener una mayor seguridad. En el caso de los profesionales, recuerda que el problema no radica en una exposición puntual, sino cuando es habitual. Por ello es necesario hacer un seguimiento a determinados profesionales que cuenten con una mayor exposición.

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