Astenia o depresión otoñal
Consejos saludables
El doctor Jorge Parra, responsable de la unidad de Medicina Interna del Hospital HLA Inmaculada (Granada), indica que realizar cambios en nuestra rutina orientados a maximizar las horas de luz y mejora los síntomas
¿Influyen realmente las estaciones del año en el estado emocional? Hace cerca de 2500 años Hipócrates, considerado por muchos autores el padre de la medicina, describió la importancia de los cambios de estación en el desarrollo, mejoría y empeoramiento de algunas enfermedades. Con posterioridad muchos otros autores han demostrado la asociación entre las diferentes estaciones del año y los trastornos afectivos, con la aparición de fases depresivas durante los meses de otoño e invierno, y fases de hiperactividad durante la primavera y el verano, pero no fue hasta el año 1984 que se acuñó por primera vez el término trastorno afectivo estacional, siendo posteriormente aceptado por toda la comunidad científica la existencia de trastornos del estado de ánimo en función de las estaciones del año.
Como es evidente, no todas las personas que sufren alteraciones en el estado de ánimo durante las diferentes estaciones presentan un trastorno afectivo estacional, pero su definición permitió entender los mecanismos por los que, durante los meses de otoño e invierno, una gran proporción de personas – entre un 10 y un 25% en función de los estudios – tienen una cierta tendencia a la hipersomnia – aumento de la necesidad de horas de sueño –, abatimiento físico y una mayor susceptibilidad al rechazo interpersonal. Es muy frecuente también el aumento del apetito, buscando alimentos con alto contenido de azúcares, que podría estar relacionado con la mejora de la transmisión serotoninérgica – es bien conocida la importancia de la serotonina en la depresión –.
Estas características permitirían diferenciar estos episodios de una depresión clásica en la que suele aparecer pérdida de apetito y peso e insomnio, entre otros síntomas.
¿Cuál es la causa de la astenia otoñal?
El origen de esta alteración estacional del estado de ánimo, más intensa en algunas personas que en otras, tiene mucho que ver con la exposición a la luz diurna, hecho refrendado por la utilidad de la fototerapia en el trastorno afectivo estacional. La disminución progresiva de las horas de luz durante el otoño, junto con el descenso de las actividades al aire libre y el aumento del tiempo que se pasa dentro de habitaciones – por el retorno al trabajo y la disminución progresiva de la temperatura – serían los responsables, entre otros, de esta alteración en el estado de ánimo, que justificaría la pérdida de energía que acompaña al otoño y al invierno.
La vida en este planeta está sujeta a un ciclo complejo de cambios continuos entre luz y oscuridad que varían en intensidad y duración en función de la latitud y de la estación del año. Tradicionalmente se había considerado que el ser humano era mucho menos sensible a estos cambios que otras especies animales, sin embargo, cada vez existe más evidencia de la importancia de los cambios de luz en el estado de ánimo de los seres humanos.
Estudios realizados en las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado demostraron la existencia de una estacionalidad en variables psicológicas, como el humor, la energía, o la agresividad, y en variables orgánicas, como la termorregulación, el apetito, o el sueño.
La responsable última de esta astenia estacional del otoño y del invierno sería, según la mayoría de los autores, la melatonina. La melatonina se sintetiza a partir de la serotonina – previa conversión del aminoácido esencial triptófano en serotonina –, siendo más activa la conversión de serotonina en melatonina durante los periodos de oscuridad. Es por ello que, cuando disminuyen las horas de luz solar aumenta la producción de melatonina y, por tanto, disminuye la cantidad de serotonina. La consecuencia de esta alteración en el balance entre serotonina y melatonina es la aparición del aumento del sueño, apatía, irritabilidad, y el resto de síntomas que se han comentado con anterioridad.
¿Es posible reducir o mejorar esta sintomatología?
Afortunadamente la respuesta es afirmativa y no son necesarios fármacos ni suplementos vitamínicos. Dado que el principal responsable de esta alteración del estado de ánimo es medioambiental, la mejor manera de prevenirla, y de mejorarla si ya está presente es realizar cambios en nuestra rutina diaria orientados a maximizar las horas de luz. Así, es bueno encontrar, al menos 10 minutos, para exponernos al sol, preferentemente por la mañana, realizar alguna actividad deportiva, preferentemente al aire libre, pero si no es posible, la práctica de ejercicio regular en un gimnasio también tiene sus efectos beneficiosos. Del mismo modo es conveniente adaptar el ciclo de sueño a los ciclos de luz y oscuridad, evitando trasnochar y madrugando algo más para aprovechar las horas de luz.
Si a pesar de todo se continúa con tristeza, apatía, hipersomnia, irritabilidad, consulte con su médico, tal vez sufra de un trastorno afectivo estacional, siendo esto ya una patología que precisa de un diagnóstico, tratamiento y seguimiento médico.
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