El pelirrojo, los 'influencers' y una partida de ajedrez
Rioja y Oro
La melena cobriza vuelve a estar de moda con la exitosa serie 'Gambito de Dama'
Hacemos un repaso por las pelirrojas que hicieron historia en el cine y la política
Karina se hace 'influencer' y Kiko Rivera, imagen de una marca de moda
Comentábamos la semana pasada los cambios de hábito a la hora de ver la televisión. Las plataformas digitales nos han traído un universo de series con las que hacer frente a las largas horas de ocio (y aburrimiento) de esta pandemia, que ha puesto el mundo patas abajo. Hay para todos los gustos. De las de factoría nacional a las extranjeras. De las que se centran en la vida de los adolescentes (ya saben, cuerpos con muchas horas de gimnasio, protagonistas agraciados por la belleza y, por su puesto, un elevado nivel de testosterona) hasta las que cuentan con actores consagrados en la gran pantalla. Lo cierto es que algunas de estas producciones se han convertido en fenómenos de masas. Si no las has visto, parece que estuvieras en el pleistoceno televisivo.
Tal es el éxito que cosechan algunas de estas obras que sus personajes se han costituido en patrones de moda a seguir. O a rescatar, como ocurre con Gambito de Dama. Nunca antes el ajedrez nos había importado tanto. Hasta que descubrimos la seducción de este juego, donde reyes, damas, torres, alfiles, caballos y peones se disputan la gloria en una fina estrategia mental de la que deben hacer gala los contrincantes en el juego. Con Gambito de Dama y su protagonista, Beth Harmon (que encarna la actriz y modelo Anya Taylor-Joy), la melena pelirroja ha vuelto a estar a la última, como decían los entendidos en estética durante mis años mozos.
Un color, el rojo, que siempre ha sido símbolo de enigmática belleza en las famosas que han hecho gala de él en sus melenas. Ya sea natural o teñido. Hay un largo listado, del que rescato nombres como el de Nicole Kidman (una de mis actrices preferidas), Sarah Ferguson (la pelirroja de Buckingham Palace), Susan Sarandon o Katharine Hepburn.
Cabellos cobrizos que nos dejaron escenas estelares como la de Thelma & Louise, cuando con sus melenas al viento protagonizaron aquel mítico salto hacia la nada con el que se pusieron el mundo por montera. O del romance de cuento de hadas que vivimos en los 90 con Pretty Woman, donde el pelirrojo de Julia Robert se mezclaba -en alcoba, jacuzzi y balcón- con las canas de Richard Gere, la pareja icónica del momento. Y por seguir con clásicos del cine, no podemos olvidar a Kate Winslet, manteniendo a flote sus tirabuzones cobalto mientras el Titanic se hundía y al jovencísimo -y muy rubio- Leo di Caprio se lo tragaban las gélidas aguas del océano (a esas alturas de la larga película el nudo en la garganta y la vejiga se nos habían apretado a partes iguales).
Aunque si hay que ponerse nostálgico y continuar con los 90, pues que quieren que les diga, vuelvo a la alocada adolescencia, que con la proximidad de las fiestas navideñas uno también tiene reservada su cuota de ñoñería. Y si hubo una pelirroja que por aquellos años acaparase minutos de televisión, ésa no era otra que Carmen Alborch, la añorada ministra de Cultura en la última legislatura de Felipe González. Aquella valenciana que trajo nuevos aires a la política y que nos enseñó que se podía ejercer este cargo público desde la elegancia y rompiendo la monótona y anodina estética de los gobernantes. Sus modelos trajeron glamour y estilo a una clase política que, en ocasiones, parecía sacada de los antiguos almacenes sevillanos de Vilima (otro clásico nostálgico).
Si hoy día tuviéramos que buscar un referente similar, la verdad sea dicha, costaría bastante esfuerzo. Quizá el único punto de estilismo en la carrera de San Jerónimo lo encontraríamos en una andaluza, María Jesús Montero, que guarda aún cierto exotismo en su vestir, con modelos que rompen la aburridísima línea de sus compañeros de Gobierno, incluido el moño a lo samurai del vicepresidente, en otros tiempos joven de coleta y barrio; y hogaño, señor de Galapagar con pareja en portadas de revistas. Todos tenemos derecho a una metamofosis kafkiana. No se diga más. De pueblo a casta.
Y es que nunca es tarde para cambiar. Reinventarse o aceptar que los malos tiempos te lleven por delante. Algo así debió pensar Karina, la de las flechas de cupido, que tras verse obligada a suspender sus giras por España (sí, sorpréndanse como yo, todavía hacía tournés por la piel de toro), ha visto una oportunidad kakfiana en las redes sociales. Sus vídeos en Instagram se han hecho virales (otro nombre horrible donde los haya), hasta el punto de recibir el título de influencer, ya saben, los nuevos gurús de la posmodernidad jaleados por miles de visualizaciones y comentarios de gente bastante ociosa.
En la nueva lista de eruditos en esta materia hay que incluir a Kiko Rivera. El hijo de Maribel será imagen de una marca andaluza de ropa masculina, la cordobesa Silbon, cuyas prendas lucirá en las publicaciones de sus perfiles en las redes sociales. Un nuevo trabajo ante la imposibilidad de continuar con sus bolos como DJ. "¿Paquirrín, entonces, será modelo? No, no, influencer, que es lo que se lleva ahora". Como las pelirrojas. Es lo único que al clan Pantoja le falta para estar a la última. Una melena cobriza. "Por cierto, ¿sabrán jugar en Cantora al ajedrez? Allí son más del Monopoly". Jaque mate.
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