Descubre el dulce secreto de estas monjas de un convento de Sevilla
Repostería
Las monjas dominicas preparan este dulce en honor al santo que da nombre a la parroquia cercana y que celebra su festividad este miércoles
Se repartirán 300 unidades tras la misa de las 19:00 en la que serán bendecidos
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En el torno de Madre de Dios huele que alimenta. Perdonen el tópico arranque, pero la gula deja de ser pecado cuando se pasa el umbral de este convento, situado en la calle San José. Las diez religiosas que lo habitan están manos a la masa. Son las vísperas de San Nicolás, santo que da nombre a la parroquia cercana y en cuyo honor se elaboran unos bollitos que recuerdan al zurrón con el que, según su hagiografía (hermosísima palabra), obró un milagro. Se degustarán este miércoles 6 de diciembre, día de su festividad, en dicho templo, tras la eucaristía de las 19:00. Una bella forma de comenzar esa Navidad familiar e íntima, tan alejada de luces globalizadas, dj con nombre de molusco cefalópodo y otras celebraciones masivas.
La tradición surgió hace décadas, pero la recuperó hace seis años el párroco de San Nicolás y Santa María la Blanca, Miguel Ángel Núñez. Desde dos días antes estas monjas dominicas –ligadas a la devoción a la Virgen del Rosario y al Dulce Nombre de Jesús– empiezan a elaborar la masa con la que dan forma a este dulce, que recuerda en sabor y textura al bollito de leche. De ahí que en el obrador se apure el tiempo al máximo, para que conserven la ternura y no se pongan duros. En su interior llevan trozos diminutos de naranja escarchada (que le aporta sabor y aroma) y, con suerte, frutos secos, lo que recuerda un tanto al rosco de Reyes que comeremos (si a esas alturas del calendario aún tenemos hueco en el estómago) en la Pascua de la Epifanía.
San Nicolás es un santo muy relacionado con la Navidad. El cura Miguel Ángel Núñez hace hincapié en que es venerado por “las tres ramas del cristianismo”, católicos, ortodoxos y protestantes. Lo acompaña un zurrón, empleado en el rescate de tres hermanas raptadas para ser prostituidas. Dicho objeto acabó convertido en el saco de regalos que incluye su representación iconográfica en países centroeuropeos, figura que dio origen a Papa Noel. Así que ya saben, cuando contemplen a ese anciano barrigón, de traje rojo y barba blanca, sepan que se trata de un transunto de este obispo de Myra que protagonizó, además, uno de los capítulos más comentados en la historia de las Cruzadas, cuando su cuerpo fue robado por comerciantes venecianos, que lo dejaron en el puerto de Bari, ciudad italiana que le dio apellido.
Sigamos con los bollitos. Sor Adela está al frente de la elaboración. A sus 75 años se quita importancia. “En esto participan todas, pero me ponen a mí para que hable con los periodistas”, dice esta religiosa que llegó al Convento de Madre de Dios en 1977, en plena Transición. “Yo era mucho de Suárez”, confiesa en alusión al presidente de los españoles por aquel entonces.
Las repisas del obrador están repletas de auténticos manjares. Las tabletas de chocolate, con trozos de frutos secos y naranja amarga, es un manjar que anticipa el mismo cielo. Sor Adela nos lo da a probar (al fotógrafo y a éste que les escribe) y el paladar alcanza la gloria venidera (perdonen el arrebato místico). Cuando esta monja ingresó en el cenobio, lo habitaban 16 religiosas. La cifra se reduce ahora a diez, después de que en octubre falleciera Sor Corazón, a los 98 años.
No siempre se dedicaron a los dulces, actividad en la que comenzaron en los 90. En un momento conseguían ingresos para mantener el convento con la confección de trajes de flamenca y sus complementos. Después, prestaron servicio al Banco de Andalucía, para el que llevaron asuntos de contabilidad de las entonces primitivas tarjetas de crédito. Luego vino la repostería. “La primera vez que trajimos dulces a la muestra del Alcázar lo hicimos por 2.000 pesetas”, recuerda Sor Patricia, priora de Madre de Dios. Exposición que comenzará este martes por la tarde y en la que volverán a estar presentes.
Un convento con mucha historia. Entre sus paredes vivieron la mujer e hijas de Hernán Cortés, una bisnieta de Cristóbal Colón y una hija de Murillo. Sus religiosas son testigos cada lunes de las famosas caminatas de San Nicolás. Tradición muy saludable, pues los devotos deben recorrer andando la distancia que separa sus domicilios del templo donde sale la Candelaria. En caso de vivir fuera de Sevilla o en barrios muy alejados, lo harán desde la parada de tren, autobús o metro más alejada. Deberán ir en silencio. En uno de esos tres lunes habrán de confesar y asistir a misa. “Hoy ha venido a primera hora una mujer de 80 años”, apostilla Sor Adela, quien sigue manos a la masa.
En el obrador queda tarea por delante. Sus diez monjas emplearán toda la jornada de este martes en elaborar los 300 bollitos de San Nicolás que se repartirán mañana miércoles, tras la misa de 19:00 (una vez bendecidos), en el templo al que da nombre el santo. Se podrán comer en la patio parroquial, en una fiesta de convivencia para la que la Hermandad de la Candelaria prepara 20 litros de chocolate. El estipendio que se recoja se destinará a sufragar las necesidades del Convento de Madre de Dios, cuyas religiosas elaboran este dulce de forma gratuita.
“Están invitados feligreses y todos los sevillanos”, aclara el párroco de San Nicolás, que abunda en que muchos años se han sumado turistas que pasaban por la zona, sorprendidos por esta forma tan peculiar de dar inicio a la Navidad. Un arranque alejado de luces, bullas y otros males de las fiestas despersonalizadas. Y con un dulce muy constitucional.
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