Media chilena para reactivar la ilusión (0-2)
Valladolild-Betis | La crónica
El Betis arranca una victoria vital para restañar la herida del Rennes, relanzarse en la lucha por volver a Europa e ir a Valencia con confianza
Un gran remate de Mandi lo encauzó todo y Joaquín sentenció al final
Un plástico gol de Mandi, enganchando de media chilena una cesión atrás de Feddal desde el mismo cielo, y otro tanto final de Joaquín tras un jugadón, otro más, de Canales, obraron de impagable bálsamo para el Betis en la tarde pucelana. La victoria por 0-2 ante el Valladolid no puede resultar más providencial: ayuda a cauterizar la herida que abrió el Rennes el pasado jueves en el Benito Villamarín, relanza las opciones de volver a Europa lo antes posible, incluso con la Champions a sólo tres puntos, y además supone una valiosa inyección de moral para la batalla de Mestalla.
Son, pues, mucho más que tres puntos los que se traen los béticos en la valija, entre camisetas empapadas en sudor. Porque esta vez los verdiblancos sí que se fajaron con la guardia alta para sofocar las acometidas de un rival limitado, es cierto, pero que jugaba a favor de querencia y más descansado.
La puesta en escena recordó mucho a otros viajes recientes del Betis en este campeonato, como las de San Mamés o Butarque. Nada menos que ocho cambios dispuso Quique Setién con respecto al equipo que naufragó de forma inopinada ante el Rennes el pasado jueves en la Liga Europa. Sólo Mandi, William Carvalho y Canales, tres pilares sin duda en el mecano verdiblanco, conservaron su habitual titularidad.
Esta vez le tocó a Pau López guarecer la portería; Barragán regresó al carril derecho, Francis al izquierdo y en el eje de la zaga, Javi García relevó a Bartra y Feddal a Sidnei; en el medio, Kaptoum trató de cubrir el hueco de Lo Celso; y arriba, Lainez por Jesé y Sergio León por Loren. Ocho caras nuevas. Y la misma frialdad de las últimas salidas.
La diferencia estribó en que el Valladolid de Sergio González, que empezó brioso la Liga, no está para zamarrear a nadie y más bien teme que lo zamarreen a él. Aquel equipo bien plantado, correoso y eficaz en sus contadas salidas a la contra que se fue del Benito Villamarín con los tres puntos en la primera vuelta es hoy una formación temblorosa, que mira abajo con la inseguridad del que acaba de ascender.
Fue empezar a rodar el balón y el juego se volcó hacia la portería de Pau López. Los pucelanos, mientras, se disponían bajo un 4-4-1-1, con Óscar Plano tratando de apoyar al punta Sergi Guariola y dos volantes abiertos, Keko por la derecha y Hervías por la izquierda, más los laterales Antoñito y Nacho tratando de desdoblarlos para colgar centros laterales.
Pero la iniciativa blanquivioleta no tuvo ni por asomo el colmillo del Leganés. Por fuera, Keko y Hervías fueron un cero a la izquierda entre el trabajo de los béticos y sus propias limitaciones. Por dentro, Míchel y Alcaraz llevaron a que el partido se jugara donde ellos querían, pero a la hora de dar un paso más y romper las líneas béticas, al Valladolid le faltó fluidez, calidad, creatividad. El primer remate local llegó a los 36 minutos, en un lanzamiento desde media distancia de Óscar Plano que atajó Pau.
Cuando el Betis recuperaba la pelota, solía ser muy lejos de la portería de Masip. Canales empezó muy arriba, casi de extremo izquierdo, con Lainez abierto a la derecha y Sergio León como punta de lanza. En el medio, Kaptoum y William Carvalho se atornillaron y a duras penas conectaron con los de arriba. Como los laterales, Barragán y Francis, apenas salieron de sus esquinas, la vanguardia verdiblanca quedó un tanto desconectada.
Sólo Lainez se rebeló ante esa situación. El mexicano es valiente, no se arruga a pesar de que tenga todas las de perder con los sesenta kilos que, más o menos, debe pesar. Y la pidió y pidió a pesar de que Calero le quiso marcar el territorio con un sucio golpetazo en la espalda. Luego, el central le hizo otra clara falta antes de que el extremo pisara el área. El asturiano González Fuertes no la pitó, pero sí consideró infracción otra más discutible al mexicano en un forcejeo, al filo del descanso, que cambió los derroteros del partido.
Se la dejaron en corto a Canales, que colgó al segundo palo, casi a la línea de fondo. Allá que fueron Feddal y Masip, que es un gato bajo el larguero, pero sufre por arriba a causa de su corta estatura. Se impuso el metro noventa del marroquí, que cedió atrás para que algún compañero aprovechara que el arco estaba desguarnecido. Mandi improvisó el remate, golpeó de media chilena y otro pucelano, Calero, echó de menos centímetros para evitar que la pelota se colara entre su cabeza y el larguero. De repente, el Betis se encontró casi sin querer un cofre de oro en un pedregal castellano.
Setién, que en el minuto 35 tuvo que hacer un cambio obligado al dañarse un metatarsiano Barragán –al campo Guardado y a la banda derecha Francis–, se vio forzado a una segunda sustitución demasiado pronto, en el intermedio. Lainez no se repuso del doloroso golpe en la espalda y Joaquín salió con 45 minutos por delante.
El portuense, siempre generoso, echó una mano a Guardado en la izquierda y tuvo fuerzas y recorrido para abrir una segunda vía hasta Sergio León. Canales mantuvo la primera por la derecha.
Los tres hombres más adelantados fueron los primeros defensas. No pararon de correr y hostigar. Y por detrás, los tres centrales estuvieron colosales. Sólo una vez ganó un local la partida por arriba, en un córner por la izquierda que botó Verde –el italiano metió algo de guindilla a su equipo– y cabeceó Guardiola al primer palo. Pau López tuvo reflejos, agilidad y fuerza para sacar una pelota que se colaba (63’). Pero ahí acabó el veneno castellano. O casi. Sidnei se cruzó ante otro peligroso balón corrido de Nacho. El brasileño había entrado por Sergio León en el minuto 78 para que Javi García tapara un agujero en la medular y que todo acabara. Pero ese mago supersónico que es Canales aún tenía un truco en sus botas para que Joaquín sentenciara. La ilusión se reactiva para Europa. Y Mestalla.
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