Las tres de la tarde, hora de la empanada para el Betis

Valencia-Betis | Informe técnico

Era un partido muy especial en lo anímico, que requería una concentración máxima ante un rival sobreexcitado, pero el equipo de Pellegrini salió muy frío tras el descanso y en diez minutos se le arruinó la tarde

Así jugaron los futbolistas del Betis en Valencia

Pellegrini: "Han sido diez minutos difíciles de explicar"

Bakambu persigue la pelota junto a Mosquera.
Bakambu persigue la pelota junto a Mosquera. / Ana Escobar (Efe)

Sevilla/A las tres de la tarde, lo normal en esta tierra nuestra de garbanzos y siesta es almorzar, no jugar un partido de fútbol profesional. Bien que lo reflejó el Betis de Manuel Pellegrini en sus diez primeros minutos tras el reingreso a la hierba de Mestalla para disputar la segunda parte. Más largo en el campo que en el primer tiempo, por supuesto menos tenso, le dio la llave del partido a un equipo tan tierno y limitado como sobreexcitado. Y los animosos chavales de Rubén Baraja lo agradecieron hasta tres veces. En seis minutos sólo.  

A la basura tiró el Betis todo el buen trabajo de la primera mitad.

Defensa  

Esta vez era Diego Llorente el que sentaba en el banquillo para que Bartra y Natan corroboraran una vez más que el Betis tiene esta temporada tres centrales bien sólidos. En el fútbol al espacio que propuso Baraja, tratando de que Hugo Duro y Luis Rioja sacaran de zona a los defensores verdiblancos con sus movimientos sin balón, tanto Bartra como Natan demostraron que no se inmutan si tienen que salir a campo abierto. Ganaron casi todos esos duelos, impidiendo que los puntas se giraran y dieran continuidad a los ataques.

Por delante de la zaga, era clave la respuesta de Carlos Guirao en su debut liguero en un partido muy delicado, con demasiados ingredientes extradeportivos. Y el joven medio murciano, lejos de acusar su inexperiencia, se acopló con pasmosa soltura al lado de Altimira. Fue valiente para acudir a apretar al mediocampo rival y con eso ayudó a una presión eficaz de todo el Betis que trabó las animosas intenciones de la tierna medular valencianista, donde Javi Guerra y Barrenechea (encima éste condicionado por una pronta amonestación) luchaban en inferioridad: Diego López, Hugo Duro y Luis Rioja no apoyaron lo que debían desde más arriba.   

El 1-0 sobrevino por una inusual jugada de estrategia, con un balón raso paralelo a la línea de fondo de Javi Guerra a Luis Rioja, que éste cedió atrás para que, previo barullo y rebote, Tárrega marcara a placer.

Otra distracción en la derecha de la defensa pudo acabar en el 2-1 con un cabezazo de Diego López al poste. Y llegó esa gélida puesta en escena de los verdiblancos tras el paso por los vestuarios. Sin atención al balón que cae llovido del cielo para Hugo Duro, al lanzador Javi Guerra en el gran pase del 3-1.

Ataque  

Esa presión audaz y efectiva de la media bética, acompasada por una defensa que tiró la línea lejos de Rui Silva, hizo que Abde recibiera muchos balones en zonas adelantadas y que probara una y otra vez a Foulquier. En una ocasión, forzó la falta que botó Aitor Ruibal y que Hugo Duro peinó a su portería (1-1). 

Precisamente la movilidad de Aitor Ruibal, saliendo del carril derecho a veces para sorprender, también hizo daño a una defensa local que, a pesar de jugar con tres centrales, concedía carriles internos hasta Mamardashvili: Abde se coló dos veces, pero chutó con inocencia.

En el descanso reinaba la sensación de que a poco que Vitor Roque se acomodara bien para algún remate, que Lo Celso entrara para surtir de balones a Abde o a Tigrinho y que Chimy y Bakambu ampliaran las opciones rematadoras ante una defensa local que era un flan, el Betis se acabaría llevando el partido. Pero era un día de un componente anímico tan marcado que un momento de desconexión podía resultar carísimo. Y así fue.

Pellegrini trató de reaccionar con Lo Celso por Guirao, Bakambu por Ruibal y Chimy por Iker Losada. Acumuló hasta a tres delanteros arriba, que llegaron a ser cuatro con el sorprendente ingreso de Juanmi por Abde. Y una vez más quedó claro que apiñar rematadores no es la mejor solución para rematar más.

Cuando marcó Chimy Ávila –cada vez más revulsivo– de ajustado tiro raso y cruzado, aún quedaba media hora para intentar hacer dos goles más y al menos puntuar. Pero sin Abde se acortaron ya demasiado las miras.   

Virtudes  

Una primera parte bien encauzada y con Guirao acoplado. 

Talón de Aquiles  

Esa inopinada desconexión de diez minutos arruinó la tarde de forma estrepitosa.

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