Una situación insostenible en el Betis

Real Betis

Pablo García volvió a quedarse sentado en la grada en la derrota del Betis Deportivo ante el Atlético de Madrid 'B'

Los problemas con su renovación tienen como principal perdedor a un chico desesperado por jugar

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Pablo García teniendo minutos con el Betis en pretemporada
Pablo García teniendo minutos con el Betis en pretemporada / Pablo García (Instagram)

SEVILLA/En el Real Betis Balompié, como entidad, las renovaciones de las grandes promesas vienen siendo un quebradero de cabeza desde tiempos inmemorables. Ahora mismo hay otra renovación de uno de los mayores baluartes de la entidad que está totalmente enquistada. ¿Y lo peor de todo? Que en medio de las negociaciones entre agentes del futbolista, la familia y el club, hay un niño de 18 años que lo único que quiere hacer es jugar al fútbol y seguir con su (gran) proyección. Allá por la pretemporada de este verano, todo eran risas y buen parecer respecto a Pablo García. Venía de ser el máximo goleador histórico de la categoría juvenil y en los pocos ratitos que había jugado con el primer equipo verdiblanco había deslumbrado incluso anotando algún que otro gol.

A partir de aquí, con mucho pesar de un ambicioso futbolista, tenía que bajar de nuevo al Betis Deportivo para preparar la temporada tan ilusionante que se les venía a los de Arzu. Con ellos, ha jugado hasta el momento 11 partidos en los que no había tenido suerte de cara a gol hasta el choque contra el Antequera en casa, donde se destapó con un golazo (y le robaron otro pitando fuera de juego en una jugada legal). Con los de Dani Fragoso en la UEFA Youth League han ido mucho mejor las cosas, con tres goles y una asistencia en tres partidos, siendo una pieza clave. Un rendimiento creciente, merecedor de una renovación de su contrato que termina en junio de 2025.

Pablo García, en un momento del encuentro ante el Sassuolo.
Pablo García, en un momento del encuentro ante el Sassuolo. / RBB

Un juguete en las negociaciones

Hasta hace unas semanas, lo que transmitían desde el entorno del futbolista en cuanto a la renovación era que todo estaba bastante encaminado. El jugador quería seguir en el club, el club quería que siguiese y no había ningún problema económico. Que el verdadero problema residía en la apuesta deportiva que el club tenía que hacer por él. Su representante, Casto, ya advertía que al chico le había costado un poco asimilar el bajar al filial allá por la pretemporada, por lo que entre sus peticiones figura una presencia interesante en el trabajo del primer equipo.

Con el paso de las semanas, las últimas informaciones hacen referencia a un desentendimiento en cuanto a los emolumentos que debe percibir el jugador. Aquí, por un lado el club actúa dejándolo fuera de las convocatorias ante Fuenlabrada y Atlético de Madrid (como se ha hecho, por desgracia, desde antaño) a modo de presión. Por otro lado, distintos clubes filtrando intereses en el futbolista, en su agencia de representación apretando y rechazando lo que proponen en el club y en su familia, pidiéndo apoyo para el chico en redes sociales. "Otra vez a la grada. Mucho ánimo a mi Pablo, que le hace falta", escribía su padre en X, en un mensaje borrado a posteriori, fruto también de la comprensible importencia al ver la situación de su hijo.

Pablo García en el encuentro del Betis Deportivo ante el Antequera
Pablo García en el encuentro del Betis Deportivo ante el Antequera / Real Betis

El perjudicado, el jugador

En este caso, el club también tiene que velar por sus intereses. Si hay un límite que no quieren sobrepasar y en ese límite, la intención del jugador es salir, no puede contar con los mismos beneficios que aquellos que están y quieren estar en la plantilla. Pero sí es cierto que hay formas y formas de actuar en estos casos. Son 13 años los que lleva Pablo García en el club, su deseo es vestir de verdiblanco y triunfar con el escudo del Betis en el pecho. Está pasando unas semanas bastante complicadas porque todo ha llegado a un punto en el que no puede hacer lo que venía haciendo, abstraerse de todo.

Cada minuto que pasa sin jugar son oportunidades perdidas para seguir creciendo en un mundo complicadísimo. Es una situación perjudicial para absolutamente todas las partes y que debe encontrar una solución lo antes posible.

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