El Betis de Rubi enfila un negro destino
Granada 1 - Betis 0
Los verdiblancos también pierden en Granada y el crédito del entrenador se agota con 9 puntos en 10 jornadas
Los retoques del preparador dieron para una mejoría insuficiente y acabó decidiendo el gol de Vadillo
Ni en Granada reconquistaron unos 1.200 béticos la fe en un proyecto, el de Haro, Catalán y Rubi, que agotó su crédito al tiempo que el Nuevo Los Cármenes era una hoguera de gozo por ver a su equipo investido de líder provisional.
Nueve puntos en diez jornadas sólo marcan un destino del que mejor no hablar. En apenas un cuarto de Liga, la ilusión de la parroquia heliopolitana ha mutado en amarga desazón por el magro desempeño de un equipo en el que todos, salvo Loren, parecen peores futbolistas de lo que demostraron en temporadas pasadas.
El silogismo es claro: los entrenadores competentes sacan un rendimiento óptimo de sus jugadores y hacen que el equipo incluso rinda por encima de la suma de las individualidades; el Betis, hoy, es un equipo que rinde muy por debajo de la suma potencial de sus jugadores; luego Rubi, en el Betis, es un entrenador...
Haro y Catalán deben ponerle el calificativo que sigue a esos puntos suspensivos. La mayoría de los aficionados verdiblancos lo tienen clarísimo, pero son los dos mandamases de la cosa quienes deben tenerlo. Quienes deben aclarar sus ideas. Y quienes deben aparecer en escena para dar la cara ante los suyos y hacer autocrítica. Al menos, dieron el primer paso apareciendo en el palco de Los Cármenes. Un viaje cómodo y goloso, cercano, bajo un sol radiante. Nada que ver con la tormenta que les esperaba en Heliópolis al regreso.
Rubi confesó que él sí se había llevado toda la semana de autocrítica. Y lo demostró con variaciones en el equipo. Aunque no la que reclaman muchos béticos, esa vuelta a la defensa de tres centrales en la que Quique Setién se apoyó para mover el mundo.
El plan de choque del preparador catalán llevó al banquillo a gente tan principal como Bartra, Joaquín y Borja Iglesias. Rescató a Feddal, trató de fortificar la zona ancha con Guardado junto a Javi García y Canales, al fin le dio cancha a Tello desde el primer minuto y con la salida del once del Panda, Fekir pulularía más cerca del único punta, Loren. Eso dictó Rubi sobre el papel.
En la hierba la mejoría fue tímida. Y de nuevo fue un lastre la fragilidad atrás. No dio mejores sensaciones el eje de la zaga con Feddal junto a Mandi. Y de hecho, si el Betis no se puso perdiendo de nuevo, como casi siempre en esta Liga, fue por el torpe control de Azeez en el corazón del área, con todo a favor, tras no acertar a despejar Mandi un centro desde la derecha (34’).
Tampoco es que el Granada exigiera mucho a Joel Robles. El admirable equipo que ha ensamblado Diego Martínez no anda sobrado de calidad arriba y encima faltaba Antonio Puertas, el hombre que le ha solucionado la faceta goleadora en más de un partido. Los nazaríes se fían a su orden defensivo y a cazar alguna arriba. Jamás la arriesgan cerca de su portero, siempre van de verdad a la pugna. Y si el enemigo se la da, la agarra con sus mandíbulas y no la suelta.
La que tuvo para decidirlo todo partió de un error de ese sobrevaloradísimo árbitro que es Mateu Lahoz, el Joker de nuestro fútbol. Un histrión peligrosísimo con el silbato. Víctor Díaz cometió falta sobre Guardado, el trencilla volvió a confundir acción viril con acción antirreglamentaria y Carlos Fernández, en lo único bueno que hizo en todo el partido, habilitó a Vadillo para que éste burlada a Joel Robles al marcarle el tiro cruzado y batirlo por el primer palo. Sucedió a la hora de partido.
Las quejas béticas eran más que justificadas. Como también lo habían sido las de Diego Martínez cuando en el minuto 22 Mateu perdonó la segunda amarilla a Javi García, que llegó tarde a un cruce cuando ya había sido amonestado poco antes.
Esa polémica acción, consumido el primer cuarto de litigio, fue como una bisagra que abrió otro escenario más amable para los béticos, que se hicieron con la pelota gracias al manejo de Canales de frente y al de Fekir bajando a recibir. El francés habilitó en su apertura a Pedraza y éste retrasó a Guardado para que el mexicano, ya en el área, ejecutara con su fina zurda, pero la pelota salió mordida (31’). Poco después Tello, que mejoró en la izquierda, se topó con Domingos Duarte, un interesante central portugués.
La mejoría bética fue tibia, sí, pero en su iniciativa estaba emboscado el plan local de guarecerse y morder como una cobra. Lo hizo con un gol que no debió subir y a punto estuvo de sentenciar al minuto, cuando Carlos Fernández envió por encima del larguero, a puerta vacía, un balón rebotado de un poste a tiro de Azeez.
La entrada de Álex Moreno por Pedraza y Joaquín por Javi García a falta de veinte minutos dio más profundidad por las alas. Luego, Borja Iglesias se sumó aunque apenas dibujó una precisa pared con Joaquín, cuando Emerson envió a las nubes. Pero quien más creció al ir ya el Betis con todo arriba fue Canales, quien a punto estuvo de empatar con una falta que acabó con el balón rebotando en la parte superior del larguero (87’). Ese rebote vino a anunciar que, para el Betis de Rubi, la suerte está echada.
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