Hora de que el Betis se reencuentre para derrotar al Alavés

Sevilla/esde la jornada undécima, cuando el Atlético de Madrid fue zarandeado como un muñeco de trapo en Heliópolis, no luce el Betis en puestos europeos, donde figuran los seis primeros de la tabla. Ocho jornadas han pasado desde entonces y, cruzado el ecuador de la Liga, el equipo verdiblanco anda sumido en un mar de confusión y mediocridad. Es hora del reencuentro. Hora de recuperar las virtudes que han hecho historia verdiblanca con Manuel Pellegrini en el puente de mando. Porque sumados sólo 25 puntos en la primera vuelta, los béticos se ven forzados a firmar una segunda de ritmo Champions, o casi, si quieren enlazar su quinto visado continental.

La derrota en Valladolid ha escocido mucho por inesperada, por el fondo, y la goleada en Montjuïc ha dolido lo mismo por las formas, por esa indecorosa actuación de entrega y sumisión al enardecido campeón de la Supercopa de España.

Por supuesto que los en torno a 50.000 béticos que volverán a congregarse en el Benito Villamarín van a extender sus bufandas para cantar que están apilados como balas de cañón al tiempo que comparecen los suyos sobre la hierba. Pero cuando el balón eche a rodar, bien haría el Betis en hacerse perdonar por esos feos borrones de Pucela y Barcelona, porque incluso la muy fiel hinchada verdiblanca puede cambiar los cánticos alegres en agrias protestas si vuelve a aflorar ese Betis plano, obtuso, indefenso e indefendible.

La ausencia de Gio Lo Celso aparca, sólo aparca, el debate de nuevo cuño: ¿pueden jugar juntos el argentino e Isco sin que se estorben y que el juego del equipo crezca de modo exponencial? Por lo pronto, al ex del Tottenham se lo vio en Valladolid con el ceño muy fruncido. Tendrá unas semanas de reflexión para hacer borrón y cuenta nueva. Y mientras, Isco volverá a ejercer de líder absoluto, omnipresente y por momentos mayestático, para que su fútbol, vuelva a iluminar al grupo como lo hizo la pasada campaña. Será la premisa para que el Betis empiece a reencontrarse y emprenda esa Operación Retorno hacia los lugares nobles que tanto ha frecuentado desde que el primer Betis de Pellegrini arrancó aquella tarde ante Osasuna, 6 de diciembre de 2020. Desde ese viaje a Pamplona, quizás, no se ve tan atribulado al gran Manuel Pellegrini, el hombre que ha dado más estabilidad al Betis desde Lorenzo Serra Ferrer.

Ocurre que Isco no puede hacerlo todo, aunque a veces lo haya parecido enfundado con la rayada verdiblanca. Para que el malagueño se active de verdad y reciba muchos balones para que el equipo dance a su alrededor, su entrenador sabe que los dos pivotes, Altimira y Johnny, deben imponer su presión adelantada, invitar a la línea de cuatro zagueros a subir metros, que los laterales Sabaly y Perraud ganen la línea de fondo y que con ello, Jesús Rodríguez (ahí hay pelotero) y Abde vayan por dentro a veces, otras por fuera, y conecten con el genio de Isco y el fútbol bullicioso de Vitor Roque.

Cuando el 4-2-3-1 de Pellegrini ha sido eso, un dibujo afilado y audaz, con el centro de gravedad del partido anclado cerca del área contraria, el Betis ha sido un equipo ganador. Y con el chileno lo ha sido a menudo. Pero la creciente descapitalización de la plantilla, sostenida desde que se fueron Álex Moreno y Canales, está desvirtuando ya demasiado el plan.

Desde que el Chacho Coudet llegó a Vitoria, el llamado Glorioso no conoce la victoria. Acumula una derrota y tres empates en Liga y otro empate más en Copa del Rey.

Esto se suma a la crisis de victorias del plantel vasco, que no gana desde el 1 de noviembre, cuando superó al Mallorca en Mendizorroza por 1-0. Pero a pesar de este bagaje, el Alavés se presenta en Sevilla en un buen momento de juego que no se refleja en los resultados.

El uruguayo Mouriño apuntalará la defensa con su regreso y jugará junto a Abdel Abqar, mientras que Moussa Diarra y Manu Sánchez se jugarán un puesto en la banda izquierda. Ander Guevara sustituirá al lesionado Joan Jordán, que se ahorrará un mal trago.