Al fin y al cabo, será un derbi sevillano

Real Betis - Sevilla FC

Que no haya público para paliar el desnivel en prestaciones de uno y otro hace aún más favorito al Sevilla ante el Betis, pero la rivalidad siempre desafía a la lógica

En el balón parado, el Betis sufre más: en la foto, el gol de Pau Torres.
En el balón parado, el Betis sufre más: en la foto, el gol de Pau Torres. / Antonio Pizarro

Por potencial, por dinámicas, por sensaciones, el Sevilla es claro favorito en el derbi que se anuncia para este sábado cuando béticos y sevillistas aún estén apurando la sobremesa, a las cuatro y cuarto de la tarde. Encima, esta vez no actuará un factor que ha solido abrir los partidos de este pelaje en los que el local aparecía como víctima propiciatoria: el ardiente público. Si el sevillano siempre fue pasional con los suyos, redobla su ímpetu si el vecino está enfrente. Y esta vez, las gradas del Benito Villamarín estarán vacías. Silentes. Como sucede en Primera División, por las restricciones obligadas para frenar la Covid-19, desde aquel 11 de junio en que jugaron en el Ramón Sánchez-Pizjuán... los mismos protagonistas que lo harán en apenas dos días. Pinta mal para el Betis, pero al fin y al cabo, se trata de un derbi. De un partido en el que la lógica se va por el sumidero a menudo por lo mucho que juegan los intangibles.

Ese fuego verde

Aunque Haro y Catalán pueden agradecer últimamente la puerta cerrada en el Benito Villamarín por la deriva deportiva que está describiendo el equipo y los improperios al palco que se están ahorrando, pesa mucho más en el otro lado de la balanza lo que los jugadores están echando de menos ese fabuloso caudal de energía que mana de la grada heliopolitana. Siempre fue así, pero desde que el coliseo luce esos imponentes tres anillos en tres cuartas partes de su graderío, el aliento que el bético da a los suyos es mayúsculo. Y más que hubiera sido para aupar a los rayados en verde y blanco ante el más encarnizado rival, el que suele saltar de rojo.

Las posibilidades del Betis aumentarán en la medida en que le pongan todo el corazón del mundo. Que la víscera decida. Que la técnica y la táctica pierdan algo de protagonismo en beneficio de ese ardor de fanático. Y ahí entraba en juego el fuego verde que esta vez no va a arder. Hay referentes frescos en la memoria: aquel 3-3 de la Liga 2012-13, con Pepe Mel en el banquillo local, en el que los béticos igualaron un 0-3 inicial gracias a aquel tanto postrero de Nosa Igiebor, cuando los sevillistas ya se defendían tras la expulsión de Medel. El empuje de la grada fue fundamental para que los béticos rebañaran sus energías hacia el empate final.

El del pito y el del VAR

En aquel derbi de abril de 2013, el Sevilla se quejó mucho de la expulsión de Gary Medel en su pique con el centrocampista Cañas. Fue el primer partido de rivalidad sevillana que dirigía el árbitro extremeño Carlos del Cerro Grande, que, según adelantó Radio Sevilla, va a ser el que imparta justicia este sábado.

El segundo derbi para Del Cerro Grande llegó en los octavos de final de la Copa del Rey de la 2015-16. Fue en la ida y el Sevilla se impuso por 0-2. Krohn-Dehli y Krychowiak marcaron y los de Emery pasaron luego con comodidad la eliminatoria.

Luego, fueron los béticos quienes se quejaron de su tercer derbi en Heliópolis, que sucedió en febrero de 2017, cuando el Sevilla de Sampaoli aún se codeaba con Real Madrid y Barcelona en lo más alto de la tabla de Primera. Marcó primero Durmisi de falta, empató Mercado y consumó la remontada Iborra, pero N’Zonzi, quien prolongó para que el valenciano le ganase a Adán en la salida, se encontraba en fuera de juego en el inicio de la acción. Con VAR, hubiera sido otra historia, aunque quién sabe si con distinto final.

Cristal y pedernal

Y analizado el gélido ambiente y ese factor aún más decisivo desde que rige el VAR, a la hierba. Y lo primero que salta a la vista es el contraste entre el balance defensivo de los verdiblancos y el de los que vestirán de rojo. El Betis se planta en el duelo después de haber recibido 30 goles en sus 16 jornadas. Y encajar de salida casi dos tantos por encuentro es un hándicap que cercena cualquier capacidad competitiva. Por contra, los sevillistas, con dos jornadas menos por esos partidos iniciales ante Atlético y Elche aplazados, lucen sólo 10 tantos en contra. Una media de 0,71 goles por partido que, si es capaz de mantener, lo va a dejar donde pretende, otra vez en Champions. Por cada gol que este Sevilla recibe, el Betis encaja tres.

Donde los anfitriones tienen su talón de Aquiles, los sevillistas custodian la llave de su éxito. Las prestaciones del Betis atrás son cada vez más alarmantes: Claudio Bravo se ha lesionado ya dos veces, Joel Robles no da garantías y ninguno de los cuatro laterales, Emerson, Montoya, Álex Moreno y Miranda, anteponen su cultura defensiva a sus capacidades ofensivas.

Para más inri, Bartra y Mandi no se sacuden su irregularidad, Víctor Ruiz no mejora ni por asomo a Feddal y por delante de la zaga, sólo Guido Rodríguez es hoy una pieza defensiva de solvencia. Paul, del filial, se postuló ante el Levante para echar una mano.

En el Sevilla todo fraguó pronto con Lopetegui. Su sistema procura una gran solidez, pero la clave de bóveda, Fernando Reges, faltará en el derbi. Él, junto con Koundé y Diego Carlos, conforman un triángulo de puro pedernal, pero el medio es el que da el equilibrio al colectivo con su admirable sentido táctico y su manejo del cuerpo en las disputas. Gudelj se antoja el recambio natural para el pivote, pero Joan Jordán ha actuado también ahí.

El juego por fuera

Y a esos problemas, la debilidad defensiva uno y la baja de Fernando otro, tendrán que hacer frente Pellegrini y Lopetegui.

El Sevilla no se distingue por su pólvora arriba. De hecho, su cifra de goles marcados es muy discreta, 15, pero encadena ya tres salidas en Liga ganando 0-1: Huesca, Getafe y Valencia. Y todas con goles en el tramo final. Es un equipo que suele imponer su desgaste, su controlada insistencia. Y eso tratará de hacer, llevar la iniciativa e insistir hasta detectar la debilidad del enemigo. Casi todo su juego se vuelca por fuera, o bien en los pases cruzados de Rakitic o los centrales, o en los desdoblamientos de Jesús Navas y Acuña en ataques estáticos. Apenas contragolpea y apenas llega al área por dentro desde la mediapunta. Por tanto, será clave que el Betis obture mejor sus bandas. Emerson y Miranda tendrán que gozar de ayudas por delante, tanto de los pivotes Guido y Guardado, como de los extremos. Y ahí surge el dilema para Pellegrini: ¿prescindir del trabajo de Aitor Ruibal en esa línea de tres para que actúen Joaquín, Canales y Fekir?

Como flechas

Precisamente la vuelta de Canales, que a punto estuvo de tener réditos ante el Levante después de un 4-1, debe alentar la confianza del Betis. Lo mejor de este equipo es su salida en ataque cuando el rival está con la zaga adelantada, y aun sin Tello, tienen elementos sobrados para hacer daño en ataques rápidos al espacio. Ahí la calidad de Fekir, Joaquín o por supuesto Canales tienen mucho que decir ante un Sevilla que seguramente tenga más la pelota. Ahí, en los ataques más afilados, sí se ha notado la mano de Pellegrini.

En el punto de mira

Joel Robles: si uno de cada dos tiros es gol, mal. El portero getafense no termina de transmitir seguridad. En sus 9 partidos de Liga ha encajado 14 goles y ha realizado 15 paradas. O gol, o parada.

Guido Rodríguez: la excepción en estas tareas oscuras. Se ha convertido en un jugador imprescindible por su enorme peso específico en las tareas ingratas. Y por su carácter.

Sergio Canales: es el corazón del equipo, el que lo ilumina todo. Hay un Betis con Canales y otro sin él, Y gracias al esfuerzo del cántabro por acortar su recuperación, va a liderar al equipo. A él se agarran todos. Con él, creen más.

Yassine Bounou: volvió el que gestó la sexta. Había empezado la temporada a menor nivel que el que exhibió en Alemania, durante la Europa League, pero encadena varios partidos con paradones: Valencia, Villarreal...

Joan Jordán: el metrónomo lo lleva él ya sin Banega. Rakitic era el destinado a marcar los tiempos con la marcha de Banega, pero es el catalán. Y en el derbi, tendrá un rol más defensivo.

Lucas Ocampos: dos derbis, dos goles y peligro. Aunque el argentino no está a su mejor nivel, poco a poco va subiendo con su fútbol torrencial, hiperactivo. Con el Betis enlazó dos buenos derbis.

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