Un batacazo sin defensa (1-3)
Betis-Rennes | Crónica
El Betis ve roto muy pronto su sueño europeo ante un rival inferior a él que pasó con justicia
La habitual debilidad verdiblanca en las áreas fue esta vez letal ante un atrevido Rennes
Sevilla/Pronto, demasiado pronto, descarriló el Betis de su aventura europea, en la que tantas esperanzas e ilusiones tenían depositadas el club y su afición, que se marchó del Benito Villamarín en estado de shock por el súbito fracaso. Resulta difícil de explicar que el Rennes, un equipo más de la Ligue 1, tomara el Benito Villamarín (1-3) para enviar a la cuneta a un Betis con una plantilla superior en todas sus líneas.
Pero hay explicación, claro que la hay. Y puede radicar en la impericia de los béticos, reincidentes esta campaña, para dominar las áreas. Para ser firmes atrás y tener punch arriba. Ni lo uno ni lo otro hubo y el Rennes se limitó a ser valiente, aprovechar los desajustes de los heliopolitanos para ponerse dos goles arriba pronto, como hace una semana en la Bretaña, y aguantar esta vez las acometidas béticas, que fueron discontinuas hasta diluirse muy pronto, con media hora aún por delante.
Un gol a balón parado, en un saque de córner, empezó a torcerlo todo a los 22 minutos. Ocho después, otro despiste defensivo lo complicó muchísimo más y aunque Lo Celso volvió a poner el pase a un solo gol al filo del descanso, esta vez la falta de pólvora en los últimos metros resultó letal para el Betis.
El Rennes acumula todas sus virtudes en su frente de ataque y allá que desplazó su eje gravitatorio, a esos volantes abiertos a las bandas, Sarr por la derecha y Niang por la izquierda, apelando a su zancada para hacer daño a Joaquín y Guardado, más Ben Arfa por dentro entre líneas y Hunou como punta de lanza.
Los rojinegros sufrieron una barbaridad en la ida para neutralizar cerca de su portero el fútbol combinativo del Betis y, con la lección aprendida, se la jugaron a tumba abierta. Y la apuesta le salió de cine.
Volvieron a salir los béticos con el sitio perdido y los franceses, con su pareja de pivotes cruzando la línea de mediocampo, hostigaron la salida del balón de los verdiblancos y forzaron jugadas a balón parado que terminaron de desatar los nervios en los anfitriones.
Cada balón que volaba desde la esquina al corazón del área de Joel Robles irradiaba peligro. La estatura de los galos y su capacidad atlética generaba muchas dudas en la marca, y así llegó el primer tanto en un córner desde la izquierda que cabeceó libre de oposición alguna Bensebaini.
El tanto terminó de desestabilizar al Betis atrás. Joaquín, que antes se había animado a firmar una jugada con su sello particular –bicicleta, centro templado atrás desde la línea de fondo y volea desviada de Guardado (11’)– empezaba a sufrir atrás por la osadía del Rennes, que aun por delante en la eliminatoria, no varió un ápice su plan ofensivo.
Y a la media hora, en otra acometida con mucha gente sumándose al ataque, la pelota le llegó a Sarr a la derecha, con el Betis basculado al lado contrario, y su golpeo fue tan poco limpio que se convirtió en venenoso, pues Honou se anticipó, apareció en el segundo palo, a la espalda de un distraído Bartra, y sólo tuvo que empujar el cuero a la red. Una manta de silencio cayó en el Villamarín, pero la calidad individual afloró: Joaquín hacia la línea de fondo para centrar atrás; el fútbol, de fuera hacia dentro, de Jesé; las carreras de Canales y la llegada de Lo Celso, cuya conexión mágica obró el 1-2. Fue poco antes del descanso.
Y el Betis saltó alegre, punzante, tras la reanudación. Jesé apareció por la derecha para chutar blando, Canales asistió a Loren y trazó un eslalon, dos llegadas más resueltas con lanzamientos flojos y centrados. La blandura y desorganización del Rennes, que ya apenas salía y se defendía como podía, hacía presagiar otra remontada, pero Setién tardó en detectar que las fuerzas empezaban a fallar y que el plan no resultaba. Hasta el minuto 69 no entró Sergio León por Jesé, mientras Joaquín y Guardado, con toda la banda para ellos, se quedaron sin aliento.
Poco a poco, el Betis se fue desmoronando, se partió en dos y el Rennes, en el tramo final, aprovechó los pasillos para buscar la sentencia. La halló en la última jugada con una contra de Ben Arfa que resolvió Niang.
El bético sentía, y con razón, que esta temporada podía asomarse a ese ignoto balcón europeo, disfrutar de las alturas y tener otro motivo de sentirse orgulloso de las 13 barras, como si le hiciera falta alguno más. Pero el Betis, este Betis que apenas ha podido cuajar un partido redondo ante los suyos esta campaña, no estuvo a la altura de las expectativas de su gente. Y el golpe es durísimo a una semana del otro polo que sostiene los más dulces sueños verdiblancos, la semifinal de Copa.
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