¿Completará su álbum Manuel Pellegrini?

“Miramos al mundo sólo una vez, en la infancia. El resto es memoria”, nos descubrió la poeta estadounidense Louise Glück. Manuel Pellegrini, a sus 71 años, conserva en sus grandes ojos azules ese brillo del niño que descubrió el magnetismo de una pelota en una calle de Santiago, Chile. Por eso sigue entrenando como el primer día y por eso ejerce de sumo patriarca en el Betis.

Como el niño que fue, ha ido añadiendo a su particular álbum preciadísimos cromos. Tardó poco en rellenar la página de su Real Betis Balompié e incluso una mañana navideña abrió un sobre y le tocó un último fichaje muy cotizado, el brasileño Antony. Los álbumes de hoy tipo Adrenalyn enfundan los cromos en páginas de plástico transparente. Atrás quedaron el pegamento Imedio o incluso el engrudo de harina con agua para pegar las estampas de cartón.

Y el Ingeniero mima al Isco Premium Oro, al Isco Edición Limitada o al Isco ordinario, que también es extraordinario. Sabe que del talento del malagueño dependerá en buena medida la suerte de su equipo hoy en el derbi. Si vence su equipo, Pellegrini completará su álbum. Le falta la carta de Triunfo en derbi liguero para ello. Esta temporada consiguió al fin las de Triunfo ante el Atlético de Madrid y Triunfo ante el Real Madrid.

El chileno ya es más ganador que el mismísimo Lorenzo Serra Ferrer en el banquillo verdiblanco, pero el menudo y listísimo entrenador balear aún se le aparece como un gigantesco titán cuando ambos son enmarcados por ese ecosistema tan particular llamado derbi.

Al otro lado del tablero, tendrá esta noche a un colega con su álbum casi vacío, pero que ya cuenta con el preciado cromo Triunfo en un derbi liguero. Xavi García Pimienta es el típico niño callado y de aire taciturno que hablaba poco en la pandilla, pero que al final ganaba más que perdía a las chapas o en las apuestas a los montoncitos y que se llevaba a casa un taco de estampas cada vez mayor.

En el juego, tan importante es el corazón y la intuición como la cabeza y el juicio. Y si el Betis de Pellegrini vio frustrado su propósito de derrotar por fin al eterno rival en sucesivos derbis fue, sobre todo en los dos últimos encuentros en el Villamarín y en el penúltimo en Nervión, por su propia vocación autodestructiva.