Betis contra Sevilla, derbis de combustión espontánea
Los análisis tácticos y los guiones estallan en mil pedazos con un factor habitual en el siglo: que el equipo heliopolitano, el nervionense o ambos sufran expulsados
En los últimos 43 derbis jugados, desde 1999, cayeron en cascada 23 expulsados: 10 béticos y 13 sevillistas

Ángel Haro y José María del Nido Carrasco han tirado de cordura para echarle agua a algo de combustión espontánea: el derbi sevillano. Si Sevilla se ganó el apelativo de Jugador número 12 para la selección española es por la vocación pasional de los lugareños cuando se trata de fútbol. De alentar. De vivirlo. De sufrirlo. Y de disfrutarlo. Sucede que esa pasión desbocada suele calentar demasiado las seseras de los actores, esto es jugadores e incluso árbitros, y ese ascenso de los mercurios se refleja en una profusión de tarjetas, amarillas y rojas, y de extrañas y controvertidas decisiones arbitrales, sobre todo en los penaltis, que cambian súbitamente los guiones de los partidos.
Los datos palpitan para reflejar ese carácter tan especial de los duelos entre béticos y sevillistas. Uno espigado al azar: conocida es la rivalidad histórica del Sevilla con el Atlético de Madrid. Llegaron incluso a jugarse una Liga en un partido, en el viejo Nervión, que cayó de lado colchonero (50-51). En este siglo, los capítulos broncos se han sucedido: en uno acabó Palop con una botella de whisky en la mano, en el Vicente Calderón. Y ni siquiera los enfrentamientos entre Sevilla y Atlético se acercan a los derbis: 161 partidos en Primera han jugado blancos y rojiblancos, con un balance de 234 tarjetas amarillas, 11 dobles amarillas y 11 rojas directas para los nervionenses. Ante el Betis, los sevillistas han visto 233 amarillas, también 11 dobles amarillas y 14 rojas directas. Cifras parecidas. Pero aquí salta la liebre: han sido 107 los derbis sevillanos en la máxima categoría (30 victorias del Betis, 27 empates, 50 victorias del Sevilla). Nada menos que 54 partidos menos ante el vecino que ante el Atlético suman los de Nervión. La misma cantidad de tarjetas con un tercio menos de encuentros.
Los sevillistas han sufrido 25 expulsiones en sus 107 derbis; ante el Atlético son 22 expulsiones en 161 duelos; ante el Real Madrid, con el que también se las suele tener tiesas, son 20 los expulsados tras 161 encuentros en Primera; ante el Barcelona, 19 expulsados en 162 partidos; y ante el Athletic Club, 21 en 162. El derbi sevillano rompe el molde.
Del lado bético, lo mismo: ante el Sevilla, 25 expulsados en 107 partidos; ante el Atlético, en cambio, 16 expulsados en 113 encuentros; ante el Real Madrid, 12 en 118; ante el Barcelona, 21 en 117; y ante el Athletic Club, 19 en 118.
El Betis ha visto 3.247 amarillas en sus 2.023 partidos en la historia de Primera, una media de 1,6 por encuentro (las amonestaciones no se instauraron en el fútbol español hasta 1971). En los derbis, son 217 amarillas para los heliopolitanos en 107 pulsos, a una media de 2,01.
En el caso de los nervionenses, sus jugadores han visto 3.903 amonestaciones en sus 2.703 partidos en Primera (1,44 de media), pero en el caso de los derbis, se dispara hasta los 2,18 por esas 233 tarjetas en 107 partidos.
Los partidos de rivalidad sevillana siempre han sido muy, muy calientes. El aficionado con cuarenta o cincuenta años de carnet recuerda aquellos encarnizados partidos a cara de perro. La diferencia entre aquellos derbis de los setenta y los ochenta, en los que las patadas sonaban como un chuletón de dos kilos estampado en una pared, y los de este siglo, estriba en que las amonestaciones antes eran mucho menos habituales. Más números para atestiguarlo: desde el derbi del 12 de octubre de 1999 en Nervión, primero glosado en las páginas de Diario de Sevilla, hasta el del pasado octubre en el mismo escenario, han sido diez los expulsados del Betis (cuatro por doble amarilla, seis por roja directa) y trece los del Sevilla (siete por doble amonestación). Demasiados se fueron a la ducha antes de tiempo a lo largo de los 43 derbis jugados desde ese 3-0 del 12 de octubre del 99 hasta el 1-0 con gol de Lukébakio del pasado octubre.
Los entrenadores tratan de prever el partido en sus mentes, analizan con sus subordinados todos los parámetros de sus chicos, tratan de mentalizar a toda la plantilla, toda ella, para que afronten la cita con la máxima concentración... y al final, los pulsos se disparan tanto que más de uno cae en la perniciosa sobreexcitación.
Y ese juego pasado de rosca hace que Gary Medel caiga en la hábil trampa de Cañas, sea expulsado y el Betis acabe igualando (3-3) ante su gente un derbi que llegó a perder por 0-3 en el primer tiempo. Ocurrió en la Liga 2012-13. O que Guido Rodríguez trabe por detrás a Rafa Mir muy lejos del área bética cuando el argentino ya había sido amonestado, lo que facilitó el 0-2 del Sevilla en la segunda parte de aquel derbi en Heliópolis en la Liga 20-21.
También fue decisiva la sobreexcitación para el último triunfo bético en un derbi de Liga (2 de septiembre de 2018) con la controvertida segunda amarilla a Roque Mesa por su encontronazo con el portero Pau López, en el primer año del VAR.
Y el bético de a pie no olvida aquellas dos rojas seguidas a Fekir y Borja Iglesias cuando el Sevilla ya perdía 1-0 y jugaba con diez por las dos amarillas a Montiel. De poder golear pasó a empatar y gracias. Todo, por esos miocardios desbocados. Por el protagonismo de la víscera que tantos guiones rompe. Conviene recordar que estos derbis son de combustión espontánea.
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