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Betis: Una repetida y preocupante falta de fe

En Europa el Betis de Pellegrini sigue mostrando una alarmante apatía, principal preocupación más allá del resultado por una responsabilidad compartida

Vitor Roque trata de marcharse de un jugador del Copenhague. / Antonio Pizarro

Sevilla/La retórica y la dialéctica visual después de otro petardazo europeo no cambian en el Betis. Reunión de algunos de los que mandan antes del entrenamiento aprovechando los 15 minutos abiertos para la prensa. Ni antes ni después. Justo en ese momento. Después, charla con la plantilla –quizá no hubiera venido mal el jueves tras el partido– y la clásica conjura colectiva para cambiar esto con la seguridad de que el grupo está capacitado para clasificarse entre los 24 primeros en un torneo de 36 conjuntos en los que alguno posiblemente tiene presupuesto de equipo de Primera RFEF.

El bético se conoce toda la parafernalia que hay en el conjunto verdiblanco después de cada tropiezo continental. Pasó lo mismo contra el Rangers y el Dinamo de Zagreb. De nuevo tras la derrota en Varsovia, con una imagen paupérrima ante el Legia y ahora tras el empate contra el Copenhague, otro patinazo no sólo por el resultado sino por la pobre imagen de un equipo que marcó pronto y no comprendió que los partidos duran 90 minutos como mínimo. El conjunto danés controló el juego y si bien no tuvo ninguna ocasión clara más allá del penalti, el Betis fue incapaz de imponer su teórica superioridad en ningún momento, salvó en algún chispazo suelto en el que aparecía Fornals para conectar con alguno de los de arriba, especialmente tras la entrada de Vitor Roque, o llegar para rematar desde segunda línea, o las arrancadas de Abde, lo más peligroso de este Betis huérfano de creatividad sin Lo Celso ni Isco ni de control sin el mejor Marc Roca o William Carvalho.

Pero la culpa ha de repartirse por igual. Desde el técnico, cuyo repetitivo mensaje de que lo importante es la Liga ha calado profundamente, a los directivos que han planificado una plantilla coja en varios puestos y cada vez con menos calidad, pasando por los jugadores que son los que deben poner la mínima intensidad que exige el esfuerzo de las más de 45.000 personas que fueron al estadio. 

El vestuario

Como al soldado se le presupone valentía, al futbolista de élite se le presupone calidad para estar ahí, ya sea técnica o física en algunos casos. Pero la actitud con la que salte cada uno al césped y la intensidad que ponga en cada acción es algo personal. Y no es lo mismo ver en el campo a Diego Llorente, con galones de sobra para hacer de capitán aun siendo un recién llegado, que a un Juanmi defenestrado ya por el técnico. El central madrileño ejerce de líder y es el futbolista con más minutos disputados en lo que va de curso. Por eso cuando la afición despedía al equipo con pitos llamó a sus compañeros que enfilaban el túnel de los vestuarios para que salieran al campo a dar la cara ante la hinchada, que acabó agradeciendo el gesto despidiéndolos con aplausos. 

El 'Ingeniero'

En este reparto de responsabilidades incluso el técnico debe hacer autocrítica, ya que cuando algo se repite tanto y se convierte en habitual alguna responsabilidad tendrá. Caer eliminados ante el Manchester United o el Eintracht entra dentro de lo esperado y lo posible, pero el resbalón con el Rangers y, sobre todo, la dolorosa eliminación con el Dinamo de Zagreb debían marcar un antes y un después. Pero esta campaña todo sigue igual de momento tras la derrota con el Legia y el mencionado empate con el Copenhague. Su repetido mensaje de que lo importantes es la Liga, la escasa exigencia la pasada campaña en un flojo grupo de Europa League y ahora el discurso de que el objetivo es simplemente clasificarse, “si es entre los ocho primeros mejor”. La exigencia debería empezar por el entrenador, pero quizá tiene un eximente en la mala planificación, por mucho que antes de la marcha de Rodri se mostrase satisfecho en su mensaje público. Ha dejado de apretar a los de arriba

Dirección deportiva

Cuando Pellegrini echó la vista al banquillo tras el empate del Copenhague veía a tres defensas de la primera plantilla (Bartra, Sabaly y Perraud) y un atacante (Juanmi), además de Rui Silva y cinco canteranos incluidos Assane, en dinámica del primer equipo desde la pasada campaña. Antes habían entrado Vitor Roque y Bellerín, pero lo cierto es que el empobrecimiento en cantidad y calidad del plantel es evidente.

Las lesiones de William Carvalho, Isco, Lo Celso o Marc Roca pesan. Es algo incontrolable (o no tanto) y fruto del infortunio, pero que Rodri se fuera con el mercado cerrado, que no se repusiesen las salidas de Ayoze y Guido Rodríguez, arrancar el curso con tres centrales, no mejorar el lateral izquierdo pese a hacer dos fichajes en esa posición y decidir seguir adelante sin incorporar a nadie pese a la lesión de larga duración de William Carvalho son decisiones tomadas en los despachos.

La afición heliopolitana mostró un mensaje directo antes del choque con el Copenhague con el tifo y la leyenda “un sagrado juramento; defenderla con honor”. Pese a que era claro y conciso, en el Betis no ha calado todavía..., al menos en Europa en una floja Conference League que se ha complicado más de lo esperado. 

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