El Betis se gana su clásico bálsamo en Pamplona (1-2)
Osasuna-Betis | La crónica
El equipo verdiblanco arranca otro año más un oportunísimo triunfo en El Sadar que lo devuelve al carril de sus aspiraciones europeas
Marcó pronto Vitor Roque, Osasuna reaccionó y Chimy sentenció
Expulsado Natan en el minuto 96
El Sadar de Pamplona se ha convertido para el Betis de Manuel Pellegrini en una suerte de clínica de rehabilitación. Allí ha solido acudir dolido y con la moral maltrecha y de allí sale revitalizado y con la mente limpia. Este sábado volvió a suceder y las dos semanas interminables de malos rollos tras las derrotas ante el Legia en Varsovia y el Sevilla en Nervión ya han pasado a mejor vida. Los verdiblancos arrancaron un ardiente triunfo por 1-2 gracias a los goles de Vitor Roque y Chimy, el segundo cuando Osasuna había empatado, y el Betis retorna a Sevilla devuelto a su carril de las aspiraciones europeas.
Fue un partido que a su vez contuvo tres pequeños partidos: uno que duró la primera media hora, en el que compareció el mejor Betis de la temporada a pesar de tanta baja de peso; otro de otra media hora aproximada en el que el bravo cuadro rojillo acosó mucho y bien, con Bryan Zaragoza como estilete, hasta encontrar el empate en otra jugada a balón parado mal defendida por los heliopolitanos; y otro partido de una media hora larga en el que el Betis reaccionó con entereza al golpe seco del empate, agradeció un error atrás del joven central Boyomo para forzar la falta del gol definitivo y supo guardar su viña ante un descompuesto Osasuna en un tramo final de constantes parones, en los que apenas rodó la pelota.
La victoria se antoja importantísima, providencial. Como lo fue aquella de la primera temporada de Pellegrini, cuando su equipo había perdido en siete de las primeras once jornadas y reinaba un incómodo murmullo alrededor del chileno. Su Betis siempre se ha levantado de la lona al momento. Y más si visita Pamplona, donde sabe buscar y hallar su preciado bálsamo.
Las muy significadas ausencias forzó a ManuelPellegrini a diseñar a marchas forzadas un plan alternativo. Y un dibujo táctico alternativo. Esta vez apeló al 4-4-2, con Aitor Ruibal a la derecha del doble pivote Johnny-Altimira y Pablo Fornals partiendo desde la izquierda, aunque abandonando ese costado muy a menudo para maniobrar por zonas interiores. Arriba, Bakambu y Vitor Roque.
Sobre el cuidado prado pamplonés, esa novedosa apuesta cuajó desde el primer minuto. Fue clave la actitud valiente y por fin autoritaria de Johnny Cardoso y Altimira. Como en los buenos tiempos de Guido y William Carvalho, plantaron sus reales en el mediocampo rojillo e invitaron al resto de jugadores de verde y blanco a buscar con hambre la portería de Sergio Herrera.
Los laterales, Bellerín y Perraud, se convirtieron en extremos y ese empuje del francés invitó a Pablo Fornals a incrustarse como enganche para crear fútbol. Y vaya si lo creó. Sin duda, apareció la mejor versión del castellonense.
El gol que le abrió la tarde al Betis y le borró de la mente el amargo derbi fue un compendio de todo lo bueno que podía acarrear el nuevo dibujo y el acierto en el casting para interpretarlo: Johnny encima a un par, provoca una pérdida, Pablo Fornals recibe la pelota entre líneas y como tiene dos línea de pase a los delanteros, ve rápido que Bakambu le hace de pantalla para devolverle la pelota. Ya lanzado Fornals para originar el incendio, lo provoca con un enorme pase a la espalda del lateral Álex Bretones, donde irrumpe Aitor Ruibal para ganar la línea de fondo, levantar la cabeza y ceder atrás a Vitor Roque, quien se adelanta con su explosividad a Areso para rematar cruzado y raso a la red. Si Bakambu fue importante para dar continuidad a Fornals, también lo fue en su movimiento de arrastre al primer palo, que facilitó la asistencia de Ruibal a Tigrinho. La ventaja de jugar con dos puntas, la ventaja de que los pivotes fueran valientes y se impusieran en la zona ancha. Y la ventaja de que los laterales fueran extremos a menudo.
Osasuna se defendía como podía. Como ese púgil que recoge los guantes sobre el rostro acorralado en un rincón del cuadrilátero. Tigrinho y Bakambu se descolgaban con acierto por la derecha, donde el lateral Álex Bretones echaba de menos la ayuda de algún compañero –la factura de jugar con ese pequeño demonio que es Bryan Zaragoza–. Pudo sentenciar el Betis en esa fase, pero no lo hizo. Catena salvó bajo palos un forzado remate de tacón de Vitor Roque (24’) y un minuto después, Sergio Herrera desvió un tiro ajustado de Bellerín que ya se colaba junto al palo derecho.
El cuadro de Vicente Moreno insistió por su costado izquierdo con Bryan, al que acudió también Aimar Oroz para buscar los caminos hasta Rui Silva. Y los fueron encontrando. Bellerín tapó un tiro de Aimar (30’). Rui Silva sacó el brazo izquierdo ante un remate picado desde muy cerca por Budimir (43’) y Perraud desvió un envenenado tiro de Rubén García (45’).
Tras el descanso no se rehízo el Betis, todo lo contrario. Ya no estaba Tigrinho, Chimy entró pero no le cogía de momento el pulso al partido. Flotaba el empate y cayó en una falta al segundo palo. Catena colgó de cabeza al corazón del área un peligroso balón que Bartra, en su intento de despeje, convirtió en medio gol. El otro medio lo puso Torró (59’).
Pellegrini tiró de estrategia. A la hora de juego, Abde por Bakambu, Fornals a la derecha y Ruibal arriba con Chimy. Y ocho minutos después, vuelta a su habitual 4-2-3-1 con Iker Losada de enganche y el joven Mateo al lado de Johnny.
En esa fase incierta, la fogosidad y la pillería de Chimy encontraron la llave en una frivolidad de Boyomo. El argentino forzó una peligrosa falta lateral que botó Fornals para que un desmarcado Bartra cabeceara y Chimy remachara tras rechazar Sergio Herrera.
Osasuna cayó de bruces con ese 1-2 y ya no se levantó. El partido, además, se paró varias veces para asistencias a jugadores y ni siquiera la roja a Natan por un plantillazo en una rodilla de Raúl le quitó de las manos al Betis su preciado bálsamo.
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