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Europa ya ve el orgullo del EuroBetis (3-3)

Rennes-Betis | Crónica

El equipo verdiblanco se sobrepone a un arranque en el que recibió dos goles para llevarse un empate con un sabor muy dulce

La entrada de Lainez, que además anotó el tercer gol, activa a los de Setién

Lainez se marcha de un rival. / Eddy Lemaistre / Efe
Samuel Silva - Enviado especial a Rennes

14 de febrero 2019 - 21:48

Europa conoció el orgullo del EuroBetis en una noche de emoción, polémica, fútbol y goles, todos esos ingredientes que convierten a este deporte en el alimento de las masas. Esta vez fue Diego Lainez, ese jovencito por el que el club verdiblanco apostó en enero, el que se puso el traje de etiqueta. Primero para activar al Betis tras su entrada por la lesión de Júnior; y luego para enganchar ese balón suelto en el área del Rennes, casi en el último suspiro, y colocar ese 3-3 que otorga ventaja al equipo verdiblanco.

Tuvo personalidad el equipo de Setién para levantarse de los golpes recibidos en los primeros 45 minutos. A la avalancha del equipo galo, con dos goles cuando el Betis apenas había roto a sudar, le sucedió ese penalti que no lo pareció con el que Tasos Sidiropoulos, el colegiado griego, castigó a los verdiblancos al borde descanso. La reacción verdiblanca, con ese fútbol de toque y toque tan desconocido para los bretones, fue el de un conjunto que cree a pie juntillas en su libreto, y que luego cuenta con jugadores como el propio Lainez, Lo Celso, Canales o Joaquín, que llevan el desequilibrio a esas zonas donde a otros les resulta tan complicado resolver con eficacia.

El Rennes sorprendió al Betis en el arranque. Los verdiblancos, que tenían la consigna de tocar y tocar, se vieron asaltados por la velocidad del conjunto bretón, que salió con una marcha más. Ben Arfa, ese díscolo pero genial jugador, rompió por el centro y su apertura a la banda izquierda llegó a Zeffane, que metió un venenoso centro al área que Hunou, irrumpiendo sin marca alguna, remachó a la red.

No se quedó ahí el cuadro francés, que siguió generando peligro. Las pérdidas del Betis en la medular, sobre todo de un desacertado Guardado, favorecían las acometidas locales. Primero, Ben Arfa envió un lanzamiento de falta al larguero según el árbitro griego con un toque previo de Joel. Ala salida del córner llegaría la primera acción polémica. El remate de Sarr fue despejado por el meta verdiblanco, con la mala fortuna de que Javi García lo empujó hacia su portería.El asistente señaló fuera de juego de Niang en un principio, pero, tras consultar con el colegiado, se acabó validando la jugada por ese toque del central bético.

El 2-0 encendió Roazhon Park, que veía cómo su equipo apabullaba al Betis. Todo pareció complicarse más a los 27 minutos, cuando Júnior se retiró en camilla. Setién apostó por la entrada de Diego Lainez, con Guardado pasando a la banda izquierda y Lo Celso retrasando su posición. Y ahí empezó a carburar el Betis, que fue acumulando llegadas aprovechando las fisuras de la zaga del Rennes.

Mandi controla una pelota. / EFE

Hasta que llegó el merecido gol bético. Una pérdida de Niang acabó en las botas de Loren, que cedió el balón a Lo Celso, quien, en semifallo en su remate con la zurda, superó a Koubek. El gol dio ánimos a los verdiblancos. Ya sí era ese conjunto dominador, que toca en campo contrario y que encuentra huecos. Lainez, muy activo, y Loren dispusieron de sendos remates que obligaron al meta local.

El Rennes, protegido en su campo, quedó a expensas de las conducciones de Ben Arfa o las potentes carreras de Niang y Sarr. Y cuando parecía que el 2-1 sería el resultado al descanso, llegó la segunda gran polémica. Una arracanda de Toure en combinación con Sarr, acabó en un presunto derribo de Guardado. Sidiropoulos dejó seguir la jugada, pero el árbitro de área lo avisó de que era penalti pese a que el mexicano tocaba el balón antes del contacto con el atacante francés. Ben Arfa aprovechó el regalo para engañar a Joel y colocar el 3-1. El enfado de Joaquín era mayúsculo y así se lo hizo saber al colegiado cuando decretó el final del primer tiempo.

Ese golpe a la moral, otro más en una noche auténtica de fútbol europeo, no desarboló a los heliopolitanos. Al contrario, el Betis salió de la caseta con rabia, con el convencimiento de que era mejor equipo que el Rennes y que esa sensación debía trasladarla al marcador. Ya lo pudo conseguir Mandi, con un remate de cabeza en el minuto 47, o Canales, cuatro después, cuando entre el poste y Koubek frenaron su remate con la zurda.

Aficionados del Betis cantan en el estadio del Rennes

La superioridad verdiblanca ya era mayúscula ante un Rennes que apenas salía de campo propio, quizá también castigado por esa lesión de Sarr nada más arrancar la segunda parte. Pero los goles verdiblancos llegarían en acciones a balón parado, ese otro fútbol que también vale como el otro. Sidnei, con un remate perfecto a una falta botada por Joaquín al segundo palo, y Lainez, que cazó ese balón suelto en el área del cuadro bretón, llevaron a la locura a los más de mil aficionados béticos que no pararon de aplaudir a su equipo.

El Betis no quiere descanso, quiere competir y competir. Y para ello se le hizo necesario tirar de orgullo en la Bretaña, que Europa redescubriera a ese equipo que se crece en las adversidades, que tiene una fiel infantería que lo acompaña a cualquier rincón con la misma fe en su equipo que éste tiene a la libreta de su entrenador. Lo Celso, Sidnei y Diego Lainez fueron los autores de esos goles que rompieron la maldición francesa en la Liga Europa justo en la noche que Francia y el resto del continente disfrutaron del EuroBetis.

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