Quique Setién, enrocado en su tablero
Real Betis | El reportaje
La rigidez táctica y cierta inacción en las segundas partes marcan el irregular desempeño bético en casa
Sevilla/Negar que el Betis ha crecido como equipo de la mano de Quique Setién, que la afición ha disfrutado de un año 2018 mayúsculo dentro de la historia del club y que las expectativas vuelan muy alto para 2019, sería como negar que los colores distintivos de la entidad sevillana son el verde y el blanco.
Y aunque el bético se ilusiona con toda la legitimidad, todo año nuevo alienta un propósito de mejoría. En el nido heliopolitano, los focos apuntan a la delantera. Al irregular desempeño del trío de hombres más comprometidos con el gol, como son Loren, Sanabria y Sergio León (4 goles de 20), y a la oculta labor que ahora mismo realiza el director deportivo, Lorenzo Serra Ferrer, para contratar a otro especialista en la suerte suprema antes del 31 de enero.
No obstante, un vistazo a las nueve jornadas de Liga jugadas en ese gran coliseo festivo del Villamarín revela más de un voleón desde el área técnica. Setién destaca, muchas veces con acierto, que su equipo dominó y jugó mejor desde la posesión. Pero en casa, hay que ponerlo en solfa.
Aquel accidente
Tras un verano de probaturas que alentaron la esperanza, la puesta en escena ante el Levante (0-3) en la primera jornada se digirió en el seno del club y su entorno como un accidente sin más. Que el porcentaje de posesión fuera abrumador a favor del Betis, y con él su dominio, más ficticio que efectivo, abrió un debate que degeneró en parodia. Mientras, los goles, también las ocasiones, cayeron del lado del equipo granota.
Esa noche, el Betis salió con Pau López; Mandi, Bartra, Feddal; Francis (Barragán), William Carvalho (Inui), Guardado, Júnior; Boudebouz (Sanabria), Canales; y Loren. Y ese dibujo 3-4-2-1 ha permanecido en casi todas sus citas ligueras en el Benito Villamarín a pesar del irregular rendimiento: de los 27 puntos en litigio, el Betis ha dejado escapar 12. Y sólo el Sevilla, aunque su triunfo en el derbi conlleve bonus extra en los intangibles, ha pasado ya por Heliópolis de los equipos con rango europeo. Aún faltan por desfilar Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia y Villarreal, aparte del quinto clasificado, el Alavés, y el séptimo, el Getafe, que emparedan hoy a los verdiblancos en la tabla.
Un gran espaldarazo
Ese certero cabezazo de Joaquín ante Vaclik acabó con los 12 años de sequía en los derbis caseros y el júbilo del beticismo fue más que justificado. Supuso además la confirmación de que Setién le tiene tomada la medida al vecino, con el crédito que eso conlleva para la grey bética.
Pero cuando acudir a Heliópolis a ver al Betis volvió a hacerse rutinario, la posesión inocua se hizo definitivamente un mantra: el peor Athletic en años se engulló al Betis en la primera parte con su presión adelantada, sacando todos los defectos a la artificiosa y forzada salida en corto desde el portero. La expulsión de Susaeta al filo del descanso, ya con 0-2, volcó el partido hacia el área vizcaína y los béticos, lo que también tiene su mérito, salvaron al menos un punto (2-2).
Algo chirriaba. El mecano tocaba y tocaba, pero el fútbol de verdad, el de las llegadas peligrosas, solía ponerlo el de enfrente. El Leganés, que ahora cabalga en una racha de siete partidos sin perder, llegó a Heliópolis en zona de descenso tras sumar 4 puntos de 18. Y aunque mereció perder por su catenaccio, el Betis no lo pudo descerrajar hasta el minuto 90 y con una jugada a la contra.
Irregularidad
En el siguiente turno casero, con un recién ascendido como el Valladolid –más en forma entonces que ahora–, Sergio González le dio una lección táctica a Setién, enrocado en su dibujo innegociable de los tres centrales: con 0-1, Javi García, uno de los zagueros esa noche, se lesionó y justo tras el descanso entró por él otro central, Mandi. Lo Celso, por entonces suplente aún, entró a falta de 20 minutos por Canales, mientras Boudebouz, hoy transferible, permanecía como titular habitual.
Aquella inopinada derrota ante los pucelanos ha sido la última en el Villamarín. Le sucedieron un empate ante el Celta (3-3), dos victorias en dos jornadas seguidas ante Real Sociedad (1-0) y Rayo Vallecano (2-0) y las últimas tablas ante el Eibar (1-1).
El rendimiento ante los suyos ha sido algo mejor, pero las dudas han persistido: ante los célticos, tras cuajar una poderosa primera parte y ponerse 2-0 luego, perdió el control del juego en cuanto Mohamed movió piezas: Hjulsager en el 46 a la derecha y Brais por dentro, Maxi arriba por Emre Mor (61’) y los olívicos remontan 2-3. Setién hizo los tres cambios del 80 al 85. Y sólo la zurda mágica de Canales evitó la derrota al final con una falta directa magistral.
Ante la Real, las mejores ocasiones volvieron a ser de los vascos, que no contaban con el nivelazo de Pau. Y tras una convincente victoria ante el Rayo que debiera ser rutinaria viendo la plantilla de este Betis (2-0), vuelta a las andadas ante el Eibar, que se engulló la medular ante la inacción del banquillo y no venció de milagro.
La ventaja de tener el balón
Tener un mayor porcentaje de posesión que el rival, sin ser decisivo, ayuda a que determinadas facetas del juego sean favorables. Con la pelota, se reduce el margen para cometer faltas y con ello las amonestaciones. Así se refleja en las estadísticas de estas primeras 17 jornadas de la Liga Santander. El Betis es el cuarto equipo más limpio en cuanto a faltas cometidas, con 203. Sólo Real Madrid (169 con un partido menos) y Barcelona (171), más Celta (194), figuran por delante de los verdiblancos. Cierra la tabla el Getafe de Bordalás, paradigma hoy de equipo de corte físico, con 301 faltas, prácticamente un tercio más que el Betis. El equipo de Setién, además, es uno de los cuatro equipos de la Liga, junto a Espanyol, Real Madrid y Valladolid, que aún no ha sufrido ninguna expulsión. Algo tendrá que ver que la posesión le sonría.
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