Pros y contras de que Isco suponga tanto en este Betis
Valencia-Betis | Informe técnico
La perfecta lectura del partido y de cada acción del mismo por parte del malagueño le dio la llave a los verdiblancos
La salida del crack y el penalti lo dejó todo en el aire, pero la moneda salió cara
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Dos partidos en uno, pero más peso y argumentos en la hora de juego en la que estuvo Isco en el campo, que en esta media hora final en la que el Betis ya no era el dueño del balón y el Valencia lo transportaba con demasiada facilidad a los extremos para colgar centros. Al final, el poder hipnotizador de ese futbolista diferencial que porta el 22 en la camiseta verdiblanca resultó fundamental para una victoria bética que puede resultar clave para la suerte de esta Liga.
Defensa
Tardó el Betis en ajustar su sistema defensivo lo que tardó Isco en hacerse con la pelota y que todos los de verde empezaran a bailar a su son. El genio malagueño hipnotizó primero con su magia a la panda de descarados chavales que gestiona Rubén Baraja, cuya briosa salida duró apenas diez minutos. De repente, Pepelu y Javi Guerra, la pareja valencianista en la sala de máquinas, se quedaron sin el balón. Y al mismo tiempo, Guido Rodríguez y Johnny encontraron su sitio en la zona ancha para que esos arreones iniciales de Fran Pérez por la derecha y Diego López por la izquierda se quedaran en nada. Absolutamente nada.
El Valencia fue otro cuando Fekir entró por Isco, la pelota quedó sin su gobernante y las bandas locales daban más con la entrada de Peter Federico por la derecha y Sergi Canós por la izquierda. En esa fase de acoso final, fue fundamental el trabajo del grupo por arriba, en los balones llovidos desde los costados, y las salidas de Rui Silva.
Ataque
Parecía que se equivocaba Isco Alarcón en su propósito inicial de bajar hasta los terrenos entre los centrales y los pivotes para recibir la pelota e iniciar los ataques. ¿No era mejor que el mejor hombre, el más talentoso de largo maniobrara más cerca de la portería contraria? Poco tardó el ex madridista en convencer a todo el mundo de que una vez más había leído perfectamente el partido. Se trataba de sofocar las embestidas iniciales del Valencia, domeñarlo con esa clase innata, como Juan Ortega, Morante o Pablo Aguado hacen con los morlacos, embarcándolos en los vuelos de sus capotes.
Y una vez rebajado el brío del Valencia, Isco empezó su recital con la muleta. Su primera parte fue asombrosa. No se puede jugar mejor al fútbol de lo que lo hizo. Apareció por todo lo ancho del ataque, invitando a todos sus compañeros a entrar en su juego de aguda movilidad e intercambio de posiciones para desarbolar los animosos, pero aún muy tiernos jugadores del Valencia.
Isco tan pronto hacía un cambio de juego estratosférico desde el lateral izquierdo al extremo derecho, como lanzaba de tacón a la subida de Miranda. O aparecía en el extremo izquierdo para recibir otro pase largo no menos bueno de Guido y golpear de primeras, con el exterior del pie, con la potencia y el timing justos, para que Ayoze controlara en el área y se viera favorecido por el rebote del balón en la pierna del central Mosquera. El canario, de repente, se encontró ante Mamardashvili con todo el ángulo abierto para marcar. Y lo hizo (19’).
Y ese gol terminó de inyectar de confianza a los verdes y de darle el gobierno definitivo de la cosa a Isco.
Fornals y Ayoze, de fuera hacia dentro, trataron de aprovechar los buenos movimientos de arrastre y los desmarques al espacio de Bakambu, un jugador más dinámico para interpretar ese fútbol que Willian José.
Sin Isco, a Fekir le costó mantener esa trabazón entre las líneas que procuró siempre el de Arroyo de la Miel.
Sus piernas le dan para lo que le dan. Y tampoco Willian José ayudó tanto en la presión, con lo que los de verde perdieron proyección. En una arrancada más de Ayoze de fuera hacia dentro, el Betis recuperó la llave del partido con ese balón que desvió a la red el cuerpo de Jesús Vázquez. La moneda al aire que entonces era el partido salió cara para el Betis. Fue quien puso más para ganar, desde luego.
Virtudes
El poder de Isco sobre el juego volvió a resultar apabullante.
Talón de Aquiles
Sin Isco, el Betis perdió el hilo del partido y por poco lo paga.
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