Loren, un león de corazón sano y honesto

Betis - Levante | El otro partido

El delantero marbellí, el jugador más regular en lo que va de campaña, celebra sus goles sin ánimo alguno de ajustar cuentas por muchos motivos que pueda tener

Loren celebra con vehemencia uno de sus dos goles ante Óscar Duarte. / Antonio Pizarro

Loren, o Loren Morón, como lo llaman por la capital los mismos que le quitaron el “Dani” a Ceballos, gritó con la furia de un león sus goles. Está legitimado a sacar toda la rabia de su corazón, pues atesora los mismos cinco goles que Benzema y Gerard Moreno entre los mejores realizadores de lo que va de campeonato. Si el chaval hubiera aceptado el pasado verano alguna de las ofertas que le llegaron de la Championship, que así se denomina la segunda división inglesa –West Bromwich Albion, Cardiff City–, pocos de los aficionados béticos que hoy lo cubren de loas hubieran puesto un solo pero a la marcha. ¿O no?

El marbellí no quiso tentar la suerte con el Brexit y el Betis vio frustrada su intención de ingresar unos 9-10 millones de euros en la operación. Y como el fútbol jamás va a perder su gen caprichoso, Loren es hoy el mejor jugador del Betis atendiendo a su cuenta de resultados. Hasta ayer, le podía echar la pata encima Fekir, pero como el taumaturgo francés tuvo que ver el partido ante el Levante desde la grada y tampoco es que cuajara una actuación para el recuerdo en Pamplona, el goleador es por ahora quien ha ofrecido un rendimiento más sostenido en las seis jornadas consumidas.

A ver quién es el guapo ahora que pide la venta del honestísimo rematador cuando se abra la ventana del mercado invernal. Es para tener una tarde de asueto e indagar por las redes para desenmascarar a más de uno. Y de cien.

Un jugador con más colmillo ya se hubiera cobrado la factura con alguna andanada ante un micrófono o con algún gesto de guasa, en ese instante fugaz en que se pierde la razón al marcar un gol, para que lo recibiera quien se diera por aludido. Pero Loren tiene un corazón tan limpio, que se dedica sólo a festejar y abrazar. Sin resquemor alguno.

Y, por supuesto, lucha y pelea cada balón como si le fuera la vida en ello. Lo hizo cuando fue un punzón decisivo para que el Betis de Setién fuera Eurobetis, también lo hizo la pasada Liga, cuando el mecano se ahogó en su propio mar de toques inocuos –¿cuántos balones francos le llegaron a zona de remate?– y, por supuesto, ha empezado la temporada con la misma vergüenza torera, dispuesto a pelearle a Borja Iglesias el puesto o a convencer a Rubi de que hay más luz con dos delanteros.

La noche del Getafe, en su primorosa segunda parte, le dijo a Borja Iglesias que no se puede relajar como hay que decir las cosas, simplemente con fútbol y haciéndolo todo bien. Ayer, le dijo a Rubi que es compatible con el Panda de la mejor forma, cantando dos goles más. Y por supuesto, gritarlos sin ánimo de ajustar cuenta alguna... pero con la fuerza de su enorme corazón de león.

Sergio halló consuelo en la ovación final

Sergio León volvía a hollar la hierba, para él sagrada, del Benito Villamarín. Y el animoso delantero palmeño no supo manejar las extrañas sensaciones que lo asaltaron en cuanto saltó al verde. Volvió a galopar con la vehemencia que en él es habitual, dispuesto a aprovechar la oportunidad que por fin le había dado Paco López para pugnar por la titularidad con Borja Mayoral o Roger en futuras jornadas. Pero nada le salió al hoy punta granota, que incluso tuvo la mala suerte de perder el balón que acabó en el gol del empate antes del intermedio. Cuando fue sustituido, halló consuelo en la ovación.

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