Investigando cuándo se torció el Betis
Desde mi córner
El divorcio en plena luna de miel entre Serra y Setién, desencadenante con efecto retardado
Como es habitual en la centenaria historia del Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, la división entre su gente ha reaparecido... si es que alguna vez sesteó. Los malos resultados en la cancha han recrudecido una atmósfera irrespirable, pero tampoco hay que darle demasiada importancia, ya que ni ganando en San Siro, Bernabéu, Camp Nou o goleando en Nervión, los disidentes tuvieron a bien bajar el ruido.
Yo sé que habrá indeseables, mayormente de esos que se emboscan en las redes sociales, que bramarán por estas reflexiones y que hasta recaerán en la difamación, pero nadie va a apearme de mi idea. Cuando llegó al club esa tercera vía que protagonizaba H&C creí ver un futuro mejor del que está siendo, pero así como el club se modernizó y funciona como nunca antes, la asignatura pendiente es la de la hierba y por ahí no cabe ningún tipo de permisividad, claro que no.
Siempre creí en Serra y la prueba es que no creo que ninguna voz sonara más alta que la mía a la hora de recuperarlo para la causa. Curiosamente, los que entonces torpedeaban su retorno se han constituido en el comando más serrista que imaginarse pueda. ¿Y dónde se jodió el Betis? Pues para mi modesto entender, el punto de partida para este descalabro se halla en el día en que se produjo el divorcio entre el balear y el entrenador, a la sazón Enrique Setién Solar.
Estoy convencido de que si hubiesen remado en la misma dirección, el Betis no atravesaría este nuevo calvario. Tampoco estaría tan cuestionado el tándem dirigente, pero aquel matrimonio firmó el divorcio en plena luna de miel y llegaron dos cursos en que las cosas funcionaron. Muy bien el primero con el punto negro de la eliminación con el Cádiz y bien el segundo hasta que cayó en la semifinal copera. Luego se fue cada cónyuge a su casa y por ahí llegó el descalabro actual. ¿O no?
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